ROBAR

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Lo miré fijamente esperando que todos los Cullen salieran de su escondite y rieran, que esta broma se trata de incomodarme o algo parecido.

—Disculpa si fui grosero al expresartelo de esta forma tan burda. — Continuó. — Estuve haciendo un análisis de cómo debía decirlo. — Admitió. — Si al parecer yo y mi comportamiento es erróneo, quisiera que me enseñaras a mejorar.

—¿No es una broma? — Entrecerré los ojos, no quería emocionarme y entonces que todos se burlaran de mi.

—¿Broma? — Edward parecía lastimado al darse cuenta que no lo estaba tomando en serio.

—Si no lo es, déjame decirte que tu forma de ser, de como te educaron no es completamente errónea, pero lo primero es que te aceptes. — Intenté procesar todo poco a poco. — Me halaga que hayas escuchado mis palabras y te hayas tomado el tiempo de investigar, así como interiorizar el aprendizaje. — Me quedé en silencio, imaginando correr en la pradera como en la película de crepúsculo, en la visión de Alice.

—¿Estás rechazándome? — Alzó una ceja confundido intentando comprender mis palabras, había evitado por completo el tema de sus sentimientos.

—No, no. — Fue lo único que dije, no podía decir nada más. ¿Qué debía decir? "Yo siempre te he amado, hay que casarnos ya." O "Que bueno que te diste cuenta que somos el uno para el otro, hazme un hijo."

—No me sorprende. — Me tranquilizó. — Creo que me falta mucho que mejorar para poder disfrutar de una compañera como tú.

—Te voy a decir una cosa. — Suspiré. — Y escúchame bien, Eduardo. — Le advertí. — Desde hace 12 o 13 años, he estado enamorada de tí. Tú no sabías que yo existía o que en algún punto íbas a encontrar una persona tan extraña y desencajada como yo. — Edward hacía gestos y me prestaba mucha atención. — Pero yo sí, durante mucho tiempo dentro de mí deseaba conocerte, hablar contigo y vivir algo muy bonito. Sin embargo yo, a los 18 me di por vencida contigo, nunca pensé en que realmente podría venir a estafar a tus hermanos y mucho menos que pudieras enamorarte de mi. — Suspiré algo apenada. — No porque yo no sea fabulosa, hermosa, talentosa, divertida, amable, servicial y considerada.

—Muy buena definición. — Asintió con sarcasmo.

—Si no porque era algo imposible en mi mundo, lo más cercano a un vampiro allá, son esos colmillos que venden en halloween. Pero ahora que estoy frente a tí, me di cuenta de algo muy importante… y es… ¿¡Por qué no me pasó lo mismo con diario de vampiros?! — Suspiré exasperada. —¿La conoces? — Él negó confundido. — Es de dos hermanos vampiro, ellos si pueden salir al sol y son extremadamente guapos.

—Valeria...— Advirtió.

—Es una broma. — Me reí. — Estando frente a tí, con estos sentimientos sobre la mesa… me alegra estar aquí, no te soy indiferente, pero creo que ahora debemos mejorar juntos. Yo debo estar aquí, debo cuidar un jardín y tú deberás estudiar algunos conceptos mientras más nos vayamos conociendo.

—Estoy de acuerdo, deberías revisar tu jardín porque no pinta muy bien. — Abrí demasiado los ojos sorprendida y salí a verlo, varios animales habían venido a escarbar la tierra y comerse las semillas.

—Me rindo, entonces ya no tengo un jardín que cuidar, debo conseguir otro pasatiempo. ¿Alguna idea? — Lo miré buscando un motivo para pasar tiempo con Edward y no hablando mucho de mi porque saldrían las mariposas que había en mi estómago.

—¿Has intentado aprender a tocar un instrumento? — Se encogió de hombros.

—Perfecto, Eduardo. Esta es nuestra primera cita, llévame a comer. — Lo tomé de la mano y lo jalé hasta su auto emocionada, saltaba feliz, no soy buena ocultando mis sentimientos. — La fortuna de salir contigo es que podemos pedir algo cada quien y aún así me lo comeré yo. La sociedad no podrá señalarme como una glotona. ¿Te das cuenta?

Crepúsculo (LUNATION)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora