VIGILADA

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Edward y yo hablamos sobre lo que representaba un momento tranquilo, sobre los placeres de la vida y también sobre algunas cosas que Edward ha vivido a lo largo de la historia. Finalmente hablamos sobre mi y mi forma de ver la vida. 

Hablé de las veces que he llorado, que he sentido algo de pánico. Del teatro y de la vida.

Hubo un momento en el que mi sueño estaba a punto de vencerme, así que me acomodé dentro de la casa, golpee el lugar a mi lado y Edward se recostó. 

Yo cerré los ojos completamente tranquila, sintiéndome libre, tranquila y amada. 

Soñé, soñé con una vida al lado de Edward, sintiéndome la protagonista de esta historia, mi sueño me mostró que realmente sentía eso, sentía que era una persona secundaria y que la protagonista era Bella. 

¿Eso era cierto? ¿Podía ser yo la protagonista de esto y ser plenamente feliz sin ser la sombra de nadie?

Me desperté algo agitada por mis pensamientos en los sueños, recordé exactamente lo que había soñado, Edward me miraba. 

—¿Estás bien? — Me abrazaba. 

—Sí, sólo que estuve soñando con el monstruo gigante de ayer.— Dije para excusarme, aunque era cierto.

—Por eso la magia es mala. — Me regañó y reí, mi corazón se estaba normalizando y miré al vacío unos minutos recordando el sueño. — ¿Qué quieres desayunar? — Edward acariciaba mi cabello. 

— Waffles. — Respondí con simpleza. 

—Creo que no hay eso. — Se burló de lo distraída que estaba. 

— Entonces un omelette. — Entendió que lo estaba molestando y nos reímos. — Pues galletas, es lo único que hay. — Me reí y Edward se levantó, buscó dentro de la hielera, me pasó las galletas y un sándwich con un café de lata. 

—Gracias. — Mientras comía y pensaba en aquel sueño, Edward cepillaba mi cabello con sus dedos. Una sensación de vacío en el estómago y la imposibilidad de respirar con normalidad me invadió, era a causa de mis pensamientos. — Edward. — Lo llamé, él ya me miraba, pero detuvo sus dedos alejándolos de mi cabeza. — ¿Quieres irte ya? 

—¿Por qué estás triste? — Parecía preocupado y yo comencé a llorar. —¿Qué pasa? — Yo tomé la servilleta del sandwich, me limpié el rostro y lloré más. 

—¡Tiene salsa! — Arrojé lejos la servilleta mientras me frotaba los ojos para que el picor que me ardía se fuera, limpiaba con mis lágrimas también. 

—Valeria, ¿Qué pasa? — Ahora no podía verlo y mis ojos dolían. 

—Me duelen los ojos. — Lloré más fuerte y Edward cuidadosamente lavó mis ojos con una botella de agua.

—Tranquila. — Siguió lavandome hasta que dejó de dolerme y pude ver de nuevo sin dolor. —¿Ya te sientes mejor? 

— Sí. — Aunque quería seguir llorando. 

—¿Me dirás por qué estás tan triste hoy? — Su mirada me incomodaba. 

—Es que... no sé. — Continué llorando. — Sólo siento algo, como mal, algo malo, me siento triste y sólo puedo pensar en que no me quiero sentir así. 

—¿Qué soñaste? — Dejé de llorar conteniendo mis sentimientos y la respiración.

—Nada. — Me limpiaba el rostro con mi manga. 

—Dimelo. — Exigió. 

—Pues, primero sí fue lo del gigante. — Admití. 

—Lo sé, dijiste su nombre. — Dijo burlándose de mí. 

Crepúsculo (LUNATION)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora