Capítulo 26 - Halloween y el siniestro grafiti.

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— ¿Cómo habéis conseguido esa salamandra de fuego? — pregunté trayéndoles la bengala del doctor Filibuster que me habían pedido ya que habían acabado sus reservas.

— La hemos sacado de la clase de Cuidado de Criaturas Mágicas — dijo George.

— Queremos averiguar qué sucede cuando una salamandra de fuego se come una bengala del doctor Filibuster — dijo Fred emocionado, cogiendo la bengala que le estaba tendiendo.

— ¿No es un poco cruel? Pobre salamandra — Dije, pero aun así me senté, con la curiosidad a flor de piel y con los ojos bien abiertos para verlo todo mientras Fred le daba de comer la bengala.

Unos cuantos curiosos rodearon la mesa donde nos encontrábamos mirando a la salamandra, que ardía lentamente sobre la mesa.

De pronto la salamandra salió disparada por el aire, escupiendo explosiones, chispas y estallidos mientras daba vueltas por la sala, zumbando por el aire.

— Bueno, ya sabemos que no les pasa nada, sólo salen propulsadas por el aire — dije mientras seguía con la mirada a la salamandra que seguía dando vueltas por el aire.

— ¡¿Qué se supone que hacéis?! — gritó Percy, rojo del enfado, llegando hacia donde estábamos nosotros — ¡¿Os parece correcto robar una salamandra de fuego de clase y meterle una bengala por la boca?!

Y para nuestro pesar, siguió gritando.

Halloween llegó, y ese año, como todos los anteriores, asistimos a la fiesta que se celebraba por la noche en el Gran Comedor.

La sala estaba iluminada por calabazas gigantescas que había cultivado Hagrid y que habían convertido en lámparas, por el cielo volaban cientos de murciélagos, las paredes estaban llenas de telarañas, y en un extremo había un grupo de esqueletos bailando.

Era genial.

Alguien me abrazó por la espalda, dándome un beso en el hombro.

Me giré entre sus brazos, sabiendo quien era y sonriéndole cuando nuestras miradas se cruzaron.

— Hacía tiempo que no te veía, has estado muy perdida — dijo Cedric dándome un casto beso.

— Oh, he estado planeando unas cosas... Ya lo verás a su debido tiempo — dije sonriendo con malicia.

— No quiero saber a qué pobre infeliz vas a atormentar — dijo Cedric riéndose.

— Esta vez es muy bien merecido — me justifiqué, pasando mis brazos por sus hombros y sonriéndole.

— Y yo te creo, cielo — dijo Cedric dándome otro beso y tirando de mí para sentarnos en la mesa de Hufflepuff, donde saludé a varios amigos de Cedric.

La fiesta fue genial, los esqueletos al final no solo eran un grupo bailarín, ¡Si no que también cantaban!

Además, la comida estaba tematizada con el ambiente de la fiesta.

Justo cuando estábamos por el postre Cedric hizo que me levantara y le siguiera fuera del Gran Comedor, donde nos metimos en uno de los pasadizos que yo solía usar mucho pero que no sabía que él conocía.

— Lo encontré hace poco por accidente — dijo Cedric al ver mi cara — por tu cara veo que ya conocías el pasadizo.

— Este lo uso mucho — le confirmé sentándome con la espalda pegada a la pared.

— Ósea que hay más — confirmó y preguntó a la vez Cedric.

Asentí, sonriéndole mientras se sentaba a mi lado y, pasando su brazo por mis hombros, me acercaba a él.

Legado de dos rebeldes: Eris [Con Charlie Weasley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora