Capítulo 60 - Los cuatro campeones.

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— Sentaos. Por favor — dijo Dumbledore — Llega el momento que todos estabais esperando. La selección de campeones.

Dumbledore giro la mano de un lado a otro de la estancia he hizo bajar la intensidad de las llamas de las lámparas que colgaban de las paredes, quedando la sala en penumbra, solo iluminada por el fuego del cáliz.

Dumbledore se acercó al cáliz con la mano en alto y la tocó con ambas manos para luego alejarse, sin dejar de mirarla, ante la expectante mirada de todos los ahí reunidos.

El fuego paso de un pálido azul a un color rojo coral que cegó a Dumbledore con su intensidad.

Se encogió y luego creció con un movimiento como si escupiera algo.

Un papel salió despedido hacia arriba y fue cogido al bueno por Dumbledore, que lo miro en silencio durante un momento.

— El campeón de Durmstrang es Viktor Krum — dijo Dumbledore en voz alta.

Todos aplaudieron y Viktor alzo el puño, vencedor, mientras se levantaba desde el banco que había más cerca del cáliz chocando manos y puños de sus compañeros.

Le dio la mano a Dumbledore, que le dio una palmada en el brazo y le indico que entrara por una puerta trasera de la sala por la que Viktor entro.

La copa volvió a cambiar de color y a escupir otro papel, que Dumbledore volvió a coger.

— La campeona de Beauxbatons es Fleur Delacour — dijo Dumbledore a la que también dio un apretón de manos y guio con su mano a la puerta por donde había entrado unos minutos antes Viktor.

Salió el último papel, un trozo de pergamino que solo podría ser del campeón de Hogwarts.

Todos nos inclinamos expectantes mientras Dumbledore le daba la vuelta al papel.

— El campeón de Hogwarts es Cedric Diggory — dijo Dumbledore.

El salón estallo en aplausos y yo me levanté de un salto.

— ¡Bravo, Cedric! — grité aplaudiendo mientras Cedric me devolvía el saludo y caminaba hacia Dumbledore.

— No deberías animar a tu ex así, Charlie se pondrá celoso — dijo Fred.

— ¿Por qué? Solo animo al campeón de Hogwarts, además, Cedric no le pisa ni la suela de los zapatos a Charlie — dije mientras me sentaba, aun aplaudiendo.

— No decías eso los últimos cinco años — dijo George.

— ¿Y qué querías que dijera? ¿Qué estaba enamorada de tu hermano desde que lo ví en el compartimento a Hogwarts en primero pero que me dolió que dijera que era una cría y busqué al siguiente que me pareció guapo y que me quiso para salir con él porque no podía salir con vuestro hermano? — dije con el ceño fruncido.

— Si — dijeron los dos a coro mientras una luz roja volvía a iluminar la sala, haciendo que nos giráramos de golpe.

En ese momento el fuego salió disparado casi hasta el techo y de él salió un trozo de pergamino que cogió Dumbledore.

— Harry Potter — leyó Dumbledore confuso y furioso, más para sí, mirando el trozo de pergamino. Miro alrededor, buscando seguramente a Harry— ¿Harry Potter? ¡Harry Potter!

— ¡Vamos, Harry! — le dijo Hermione, dándole una palmada en el hombro y empujándolo.

Apreté los labios, preocupada.

Harry no había podido ser capaz de meter solo su nombre, y por la cara de pánico que tenía impresa cualquiera con dos dedos de frente y no cegados por odio y envidia vería que no había sido él el que había echado su nombre de forma voluntaria, alguien lo había hecho para tenderle una trampa.

Pero ¿Por qué? ¿Con que fin? ¿Qué ganaba esa persona si Harry participaba?

Y lo más importante ¿Quién tenía el poder y los conocimientos suficientes como para poder meter el nombre de una persona menos de edad y que ni siquiera quería participar?

Dumbledore le entregó el trozo de pergamino con su nombre a Harry, que lo miró en shock mientras echaba a andar hacia la sala a la que habían ido Cedric, Viktor y Fleur.

— ¡Es un tramposo! — gritó alguien.

— ¡No tiene 17 años! — gritó otro.

Imbéciles envidiosos sin neuronas funcionales, pensé furiosa, mirando a mi alrededor.

Cuando todos empezaron a irse me acerqué a Selene, dándole en su hombro, haciendo que me mirara.

— Enviame una carta avisándome si Harry está bien o necesita algo ¿vale? — me dijo Eris, que tras asentirle se dio la vuelta para marcharse del Gran Comedor — ¡De inmediato, no mañana!

Salí corriendo del Gran Comedor y enfilé por callejones secretos hasta el bosque prohibido, donde estaba la cabaña de Charlie y el resto de cuidadores de dragones en el linde del bosque.

Entré en la cabaña con la llave de repuesto que me había dado Charlie y cerré la puerta tras de mí.

Todo estaba en silencio salvo por la lluvia que repiqueteaba con furia contra el tejado y el agua que corría de la ducha del baño.

Me quité la ropa y entre en el baño en silencio.

Me metí en la ducha sin que se diera cuenta y le abracé por la espalda.

Charlie gritó del susto y se volvió hacia mí, casi resbalándose y cayendo.

— ¿Cómo puedes entrar sin que te escuche? — me dijo con la mano en el pecho.

— Habilidades de ninja secretas — le dije sonriéndole y acercándome más a él — Ha sido un día muy largo.

— Ni que lo digas — me dijo mientras me sonreía y pegaba mi espalda a la fría pared, besándome.

— Nos vamos a resbalar — le susurré entre besos.

— Me da igual — dijo Charlie, besándome el cuello y cogiéndome por las caderas, levantándome mientras envolvía mis piernas a su cintura — No haberte metido en la ducha conmigo. Ahora tendrás que asumir las consecuencias.

— Me gustan estas consecuencias — murmuré mientras le apartaba el pelo de la cara y le besaba.

Legado de dos rebeldes: Eris [Con Charlie Weasley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora