Capítulo 23 - Recuérdame que no sea tu enemigo, Black.

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Una semana después del rescate de Harry nos levantamos y bajamos a desayunar, como todas las mañanas.

— Han llegado cartas del colegio — dijo el señor Weasley, entregándonos a cada uno unos sobres idénticos de pergamino amarillento y esmerada letra de color verde nada más entrar en la cocina, donde estaban ya todos sentados — Dumbledore ya sabe que estás aquí, Harry. A ese hombre no se le escapa una. También han llegado cartas para vosotros — añadió el señor Weasley cuando nos vio entrar a Fred, George y a mi riéndonos de un chiste que había contado Fred.

Hubo unos minutos de silencio mientras leían las cartas. Este año nos pedían mil millones de libros de ese famoso mago que a la señora Weasley tanto le gustaba. Era imposible que todo lo que contaba en sus libros fuera cierto. Estaba segura de que ese era solo un impostor que se dedicaba a robar las hazañas de otros. Y pondría mi mano en la boca de Norberto, sin riesgo de perderla, de que lo que le gustaba a ese hombre era ser el ombligo del mundo.

Fred, tras leer su lista de libros, miró la de Harry.

— ¡También a ti te han mandado todos los libros de Lockhart! — exclamó — El nuevo profesor de Defensas Contra las Artes Oscuras debe de ser un fan suyo; apuesto a que es una bruja.

— O peor... es él el nuevo profesor — les susurré a los gemelos que empezaron a reírse.

— Todos estos libros no resultarán baratos — observó George, mirando de reojo a sus padres — De hecho, los libros de Lockhart son muy caros...

— Bueno, ya nos apañaremos — repuso la señora Weasley, que de pronto parecía preocupada — Espero que a Ginny le puedan servir muchas de vuestras cosas.

— ¿Es que ya vas a empezar en Hogwarts este curso? — le preguntó Harry a Ginny amablemente.

La pequeña de los Weasleys asintió con la cabeza, roja como un tomate.

En ese preciso instante entró Percy, perfectamente vestido y con su insignia de prefecto en el chaleco de punto.

— Buenos días a todos — saludó Percy — Hace un hermoso día.

Percy se sentó en la única silla libre que quedaba, pero se levantó al momento. Se había sentado encima de Errol.

— ¡Errol! — exclamó Ron, cogiendo la maltratada lechuza y sacándole la carta de debajo del ala — ¡Por fin! Aquí está la respuesta de Hermione. Le escribí contándole que te íbamos a rescatar de los Dursley.

Ron llevó a Erros hasta una percha que había junto a la puerta de atrás e intentó que se sostuviera en ella, pero Errol volvió a caerse, así que Ron lo dejó en el escurridero, exclamando en voz baja "¡Pobre!". Luego rasgó el sobre y leyó la carta de Hermione en voz alta.

"Queridos Ron, Selene y Harry, si estás ahí:

Espero que todo saliera bien y que Harry esté estupendamente, y que no hayas tenido que saltarte las normas para sacarlo, Ron, porque eso traería problemas también a Harry. He estado muy preocupada y, si Harry está bien, te ruego que me escribas lo antes posible para contármelo, aunque quizá sería mejor que usaras otra lechuza, porque creo que ésta no aguantará un viaje más.

Por supuesto, estoy muy atareada con los deberes escolares y el próximo miércoles nos vamos a Londres a comprar los nuevos libros. ¿Por qué no quedamos en el callejón Diagon?

Contadme qué ha pasado en cuanto podáis.

Un beso de Hermione."

— Bueno, no estaría mal, podríamos ir también a comprar vuestro material — dijo la señora Weasley — ¿Qué vais a hacer hoy?

Legado de dos rebeldes: Eris [Con Charlie Weasley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora