Capítulo 77 - 30 de septiembre.

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No hubo entierro porque no había cuerpo. Por lo que habían dicho los que estaban presentes en el momento en que mi padre murió, su cuerpo atravesó un extraño arco en el que su cuerpo se consumió.

Su nombre se escribió en el mausoleo familiar con una breve ceremonia, solo para poder decirle adiós debidamente.

Me fui a mitad de todo, cogí la mano de Charlie y le pedí que nos fuéramos.

No podía ver el nombre de mi padre grabado en piedra, no tenía fuerzas para eso, no quería tener que despedirme de mi padre delante de un trozo de piedra que no contenía más que un nombre grabado.

Nos despedimos de todos, prometiendo que mandaríamos cartas y volvimos a casa, a Rumania.

Me pasé los siguientes casi tres meses pintando la habitación más cercana a la nuestra, bajando la cama de adulto al trastero y decorando la habitación del bebé de tonos cálidos.

Charlie montó la cuna, ya que en esos casi tres meses había pasado de no notarse al embarazo a tener una pronunciada barriga que no me dejaba agacharle ni acercarme a nada demasiado. También puso puertas con pestillos en las escaleras y cubrimos toda esquina de cualquier mueble.

Terminé de pegar las letras en la puerta del bebé y me alejé para visualizarlo.

El nombre de mi padre, que ahora también era el de mi hijo descansaban sobre la puerta de madera oscura en todos naranjas y rojos.

Charlie me rodeó con sus brazos, besándome la cabeza mientras admirábamos todo el trabajo que nos había llevado preparar la casa para el bebé los últimos dos meses.

Me quedaba menos de un mes para dar a luz y me sentía una ballena con patas.

En ese momento empezamos a escuchar voces de abajo y Charlie se enderezó, sacando su varita y empezando a bajar en silencio las escaleras conmigo detrás, aunque me dijo que no bajara.

No sentía que fuera nadie malo.

— ¡Charlie, cariño! — exclamó la señora Weasley, abrazando a su hijo que, bajo la varita con rapidez, aliviado.

— ¡Eris! ¡Eres una ballena! — exclamó Fred, riéndose.

— Muy gracioso, Freddy — le dije riendo mientras intentaba darle un abrazo de lado.

— Curiosa forma de abrazar — dijo George, dándome un beso en la mejilla.

— ¡Ya basta de molestarla! ¡Esta embarazada y esta preciosa! — dijo la señora Weasley, achuchándome en un abrazado — ¡Vaya si se mueve!

Y dicho eso puso la mano sobre mi vientre, que se agitaba con fuerza, haciendo que tuviera que sujetarme en el marco de la puerta.

Charlie me sostuvo desde atrás, poniendo sus manos en la parte baja de mi vientre.

Me apoyé en él y suspiré.

— Creo que saldrá atravesándome la barriga un día de estos — murmuré entre dientes tras una parada en la boca del estomago que me dejó sin respiración.

— Todavía recuerdo cuando estaba embarazada de Fred y George, era un no parar, tanto que me pase la mitad del embarazo tumbada — dijo la señora Weasley, sonriente, yendo de un lado para otro de la casa — ¿habéis terminado de preparar la habitación del bebé?

— Hemos terminado esta tarde ¿Quieres verla? — dijo Charlie.

— ¡Claro que quiero ver la habitación de mi primer nieto! — exclamó indignada y emocionada la señora Weasley mientras el señor Weasley me daba unas palmaditas de ánimo en el brazo.

Legado de dos rebeldes: Eris [Con Charlie Weasley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora