Capítulo 12 - No debería dolerme tanto.

1.3K 128 2
                                    

Las vacaciones de navidad habían llegado con una rapidez pasmosa, y esa noche era la última en Hogwarts antes de volver a casa por navidad con mi madre y mi hermana.

Desde el incidente ocurrido en el primer partido de quidditch no había vuelto a dirigirle la palabra a Charlie.

¿Seguía enfadada con él?

Me habría gustado poder decir que sí, pero lo cierto era que no había podido estar enfadada con él mucho tiempo y aun no comprendía porque, lo que hacía que me enfadara conmigo misma.

¡Prácticamente había atentado contra la vida de Cedric!

Aunque no creía de verdad que fuera a hacerle daño a Cedric a propósito, después de todo estamos hablando de Charlie ¿No?

El mismo Charlie que me había protegido de su compañero, el mismo Charlie que era justo y bueno y con el que se podía contar para cualquier cosa.

Supongo que por eso no podía estar enfadada con él después de unos cuantos días, aunque seguía sin dirigirle la palabra.

— ¿Eris? — Me llamó Cedric, que me miraba sonriente.

Ese año estaba incluso más guapo que el año anterior, y desde que había empezado a jugar al quidditch se le notaba más fuerte, más corpulento.

Estábamos sentados contra el roble, pasando la tarde frente al lago de los terrenos de Hogwarts mientras los alumnos de tercero en adelante iban a pasar el último sábado antes de navidad a Hogsmeade con sus amigos y parejas.

— ¿Cedric? — Respondí divertida.

Él ensanchó su sonrisa.

— Te decía que, a lo mejor, y viendo que vamos en serio... si... bueno...— dijo Cedric, que se quedó callado mientras se ponía cada vez más colorado.

Lo miré, sonriéndole con la intención de alentarle a seguir hablando.

— Me gustaría presentarte a mis padres estas navidades, ya sabes una cena o una comida — Dijo atropelladamente y luego, poniéndose más rojo aún, si es que era físicamente posible, volvió a hablar rápidamente — Sólo si tú quieres claro.

Lo miré y empecé a reírme para darle un casto beso en la mejilla.

— Podríamos organizar una comida con tus padres, mi madre y mi hermana — respondí asintiendo — o una cena, me parece un plan estupendo, le gustaras a mi madre.

Cedric dejó escapar todo el aire que parecía haber estado reteniendo hasta que le había respondido y empezó a reírse.

— Tu ya le gustas a mis padres, mi padre me lleva dando la lata contigo desde nuestro encuentro en el callejón Diagon — dijo sonrojado haciendo que yo sonriera.

— Eso supuse por las preguntas que empezó a hacerte cuando nos separamos — dije con diversión — parece un buen padre.

Mi mente viajó hasta los pocos recuerdos que tenía de mi padre, antes de que lo metieran en Azkaban por algo que según mi madre él no había hecho.

Recordaba jugar y reír con él a diario, corriendo por el jardín de casa, recordaba las barbacoas con mis padrinos, con Harry, con mis padres y con mi hermana. Recordaba su risa y su mirada brillante con la que parecía sonreír e iluminar el jardín entero.

Pero llevaba muchos años sin verle, llevaba muchos años ausente en mi vida. Prácticamente había crecido sin padre y, además del vacío que había dejado en mi vida al perder algo que había dado por hecho que iba a tener durante toda mi vida, había crecido con las miradas de odio y de pena que me dedicaban los demás. Había crecido con todo ese odio y pena que me instaba a sentirme avergonzada de mis orígenes, aunque lo peor de eso era que no sabía si esas miradas eran justificadas o si mi padre era inocente y, en ese caso, todo eso era una injusticia divina que, por alguna casualidad, o por algún pecado en una vida anterior, había ido a caer a mis pies, en mi vida, en nuestras vidas.

Legado de dos rebeldes: Eris [Con Charlie Weasley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora