Habían pasado meses desde la boda de Bill y Fleur, desde la última vez que habíamos sabido nada de Selene, Harry, Ron y Hermione.
No habían vuelto a contactar con nosotros y no había forma posible de localizarle.
Todo se estaba tornando peor, cada día era más oscuro que el anterior y la lista de muertos y desaparecidos, sobre todo entre hijos de muggles, aumentaba cada día más.
Charlie y yo no nos separábamos en todo el día, salvo cuando íbamos al trabajo, en el que nos juntábamos con los que estaban dentro de la orden, haciendo piñas en nuestros trabajos.
Cuando llegué a los últimos dos meses de embarazo nos encerramos en casa, era lo más seguro para los niños, por lo que escondimos la casa y la llenamos de encantamientos protectores que reforzábamos dos veces al día.
Antes, cuando salía al jardín de casa, el cielo azul con cúmulos blancos y esponjosos te daba la bienvenida, a lo lejos se veía el reflejo del suave sol en la superficie del lago y la sombra que formaba sobre la orilla el árbol bajo el que nos prometimos Charlie y yo.
Ahora el cielo estaba siempre tan nublado que parecía de noche, hacia viento, no se oía ni las hojas de los árboles y todo estaba cubierto de nieve a una semana de las Navidades.
— ¡Mamá! — gritó Sirius agudamente con su año cumplido hacía unos meses.
Ya caminaba por toda la casa y corría, aun algo tambaleante y torpe, También decía algunas palabras y cuando se enfadaba hacia estallar algunas cosas.
En ese momento me llamaba desde la cocina, donde estaba desayunando en su trona.
Me acerqué a Sirius y lo cogí en brazos, dándole un beso en la frente mientras él daba palmaditas en mi vientre, bastante abultado a días de salir de cuentas.
— Mamá — dijo Sirius, mirándome para luego darle unas palmadas a la barriga, pegando su cabeza a mi barriga mientras se contorsionaba en mis brazos.
— ¿Quieres jugar con tu hermanito? — le pregunté con una sonrisa.
Él abrió los ojos, sonriendo con sus primeros dientes de leche.
— ¡Sí! Anito, si — asintió mientras lo llevaba en brazos hasta el sofá, donde me senté, dejándolo a mi lado mientras él perseguía los bultos que salían en mi barriga al dar patadas y manotazos el bebé en respuesta a las de los golpes del pequeño Sirius.
Charlie se apoyó en el marco de la puerta, con los brazos cruzados sobre el pecho, sonriendo.
— ¿Has terminado la ronda? — le pregunté, sonriéndole.
— Sí — me respondió, sonriéndome mientras se sentaba a mi lado en el sofá, rodeándome los hombros con su brazo y pasando su mano por el vientre mientras Sirius apoyaba con fuerza sus manos en el vientre, que al momento fue golpeado desde dentro — Sirius, peque, le vas a hacer daño a mamá y a tu hermano. Hazlo más flojo.
Sirius miró a Charlie para luego volver a lo que estaba haciendo, pero más flojo, hasta que vio que Charlie me daba un beso en los labios y se levantó para apartar la cara de Charlie de la mía.
— Mamá mía — dijo estirando sus brazos hacia mí y mirando mal a su padre.
— Es mi mujer y tu mamá — le respondió Charlie con una sonrisa.
— No — dijo Sirius, colgándose de mi cuello.
— Pero ahora tendrás un hermanito, tienes que ayudar a mamá y compartirla con él — dijo Charlie, que intentaba no reírse mientras Sirius le apartaba de mí, haciendo un puchero.
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Legado de dos rebeldes: Eris [Con Charlie Weasley]
FanfictionEris era aun pequeña cuando su padre fue encarcelado en Azkaban, y aunque su madre nunca había dejado de intentar demostrar su inocencia no tenía más pruebas que su palabra contra la de todos los demás. Lo único que a Eris le había quedado de su pad...