Capítulo 10 - Petarda.

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— Voy al baño — Informé levantándome del suelo de la habitación de Fred y George, donde llevábamos varias horas sentados jugando al snap explosivo tras terminar de cenar.

Me desperecé, estirando todas las extremidades que tenía entumecidas, salí de la habitación y bajé un tramo de escaleras para llegar hasta el baño que estaba en el segundo piso.

Cuando salí del aseo choqué contra alguien que pasaba distraído por el pasillo, haciendo que cayera de culo.

— Creo que me he aplanado el culo... — murmuré.

— Lo siento, no pensaba que iba a salir alguien del baño, creía que estabais todos durmiendo — dijo Charlie, que me tendió la mano para ayudarme a levantarme del suelo.

Dudé por un momento antes de darle la mano. Al momento ya estaba de pie, sacudiéndome los pantalones.

— Gracias — dije después de un momento bastante incómodo — Estamos jugando a las cartas.

—Ah... Suena divertido... — dijo Charlie sonriendo.

— ¡Eris! ¡Te ha llegado una carta de tu novio! — Gritó Fred que se había asomado por la barandilla de las escaleras de caracol.

— Y dale... Es la última vez que les cuento algo... — Me quejé mientras empezaba a subir las escaleras.

— ¿Desde cuándo estáis saliendo? — Preguntó Charlie volviéndose a mirarme, clavándome sus ojos castaños.

— Desde hace mes y medio — le respondí — Buenas noches Charlie.

— Buenas noches — murmuró, metiéndose en una habitación que supuse que sería la suya.

Cogí a Fred de la oreja, arrastrándolo hasta su habitación y cerrando la puerta mientras él soltaba quejidos.

— ¡¿Porque tienes que gritar todo el rato que tengo novio?! ¡Es incómodo! — Exclamé quitándole la carta abierta de las manos — ¡Encima has leído mi carta!

— ¿Es incómodo porque te avergüenzas de quien es tu novio o porque está mi hermano delante? — Preguntó Fred con malicia.

— ¡No digas tonterías, ni lo uno ni lo otro! Solo queremos mantenerlo en secreto hasta que sepamos que lo nuestro funciona — dije sentándome en el suelo mientras leía la carta.

— Sigue engañándote amiga, pero al final serás mi cuñada — dijo Fred, señalándome acusatoriamente — Aunque tenga que obligarte a casarte con Percy en contra de tu voluntad.

Puse cara de horror, cosa que hizo que Fred y George estallaran en carcajadas.

Cuando leí la carta la dejé abierta a mi lado, total, ya la habían leído los metomentodo de mis amigos, le respondería a la mañana siguiente nada más levantarme, cuando Fred y George no cotillearan lo que escribiera en la carta.

— ¡Toma! ¡Os he vuelto a ganar! — Exclamé justo cuando alguien abría la puerta.

Los tres nos giramos a la vez, esperando que la cabeza de Percy se asomara por la puerta para gritarnos que dejáramos de hacer ruido ya que mañana madrugábamos para ir al callejón Diagon a comprar los materiales.

— Vais a hacer que Percy empiece a gritar — Dijo Charlie con diversión, apoyándose en el marco de la puerta.

— Pensábamos que eras él — Dijo George, que relajó su postura.

— ¿No vais a acostaros o qué? — dijo mirando el suelo de la habitación, lleno de envoltorios de chucherías, cajas de grageas y de ranas de chocolate, montones de cartas de la baraja con la que estábamos jugando y la carta de Cedric abierta a mi lado.

Legado de dos rebeldes: Eris [Con Charlie Weasley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora