Capítulo 17 - Objetivo fijado.

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La primera semana había pasado en un abrir y cerrar de ojos, habíamos gastado algunas bromas a los alumnos de primero, pero la joya de la corona sería esta noche.

— Entonces esperamos a que salga de la clase de pociones para gastarle la broma ¿no? — susurré para darle un bocado a mi tostada.

— Sí, pero deberíamos separar primero a sus dos gorilas — susurró George.

Fred y yo asentimos.

— ¿Os habéis fijado en el olor que salía del turbante del profesor Quirrel ayer? — preguntó Ron con cara de asco mientras le daba un bocado a una tostada.

Fred, George y yo nos giramos a mirar a Harry, Ron y Selene, que desayunaban a nuestro lado.

— Ni me lo recuerdes — Dijo mi hermana arrugado la nariz con asco.

— Seguro que lleva el turbante lleno de ajo por si aparece el vampiro ese que conoció en sus viajes — Dijo Fred con sorna haciendo que todos nos riéramos.

Mi hermana se nos quedó mirando fijamente, con una mirada analítica.

— ¿Qué estáis tramando? — Nos preguntó con los ojos entrecerrados por la sospecha.

— ¿Nosotros? — Respondí con inocencia, llevándome la mano al pecho en un dramático gesto — Somos alumnos ejemplares, no tramamos nada.

Los gemelos asintieron a mi lado, pasando cada uno un brazo por mis hombros, una a cada lado de mí.

— Si no os conociera... Pobre del que se ponga en tu camino — dijo mi hermana negando con la cabeza.

— Amén hermana — Le dije sonriendo con malicia — Y, por cierto, Snape no es tan malo.

Los cuatro me miraron como si estuviera loca.

— ¿Qué no es tan malo? — preguntó George entre sorprendido y escandalizado.

— Eso lo dice porque es su favorita — Dijo Fred.

— Seguro que es porque está de buen humor porque mañana se va con Cedric a Hogsmeade — le dijo George a Fred, que asintió concienzudamente.

— Tendremos que informar a Charlie de todo lo que hace con su nuevo novio — le susurró Fred a George, pero no lo suficientemente bajo para que no lo escuchara.

Me giré malhumorada y, acercándome con velocidad, le cogí de la oreja, empezando a tirar de él con fuerza.

— No le dirás nada a Charlie ¿Entendido? — siseé enfadada.

— Sí señora — dijo Fred con voz de pito.

— Pues si ha quedado todo claro ¡En marcha que tenemos cosas que hacer! — dije con diligencia, señalando a algún lugar.

Salimos del Gran Comedor y nos dirigimos a nuestras clases de esa mañana.

Cuando terminaron nos metimos en uno de los pasadizos secretos y, sacando el mapa del merodeador, buscamos a Draco y sus dos amigos.

Los ubicamos rápidamente, cerca del sauce boxeador, quietos.

— ¡Vamos allá! ¡Comienza el plan D! ¡Destruye al objetivo! — coreamos los tres para salir corriendo por pasadizos y pasillos hasta llegar a donde estaban.

— A la de tres... — susurró Fred — una... dos.... ¡tres!

George y yo unimos las piernas de los dos gorilas mientras que Fred, que había estado haciendo levitar un caldero con una pócima que les había salido mal, dejaba caer el fluido sobre los tres.

Al momento un hedor horrible llenó el ambiente, tanto que sería más agradable meter la cabeza en el culo de un troll.

Los tres nos miraron, rojos de ira, pero cuando quisieron darse cuenta nosotros habíamos salido corriendo, atajando por pasadizos hasta la sala común.

— ¿Habéis visto sus caras? A saber cuando consiguen quitarse ese apestoso olor — dije riéndome justo en la puerta de la sala común, delante del retrato de la señora gorda.

— ¿Eris? — Me llamó una conocida voz.

Me giré viendo a un sonriente Cedric que estaba apoyado en la pared.

— ¡Ced! ¿Qué haces aquí? Pensaba que íbamos a vernos mañana — le dije saltando sobre él y dándole un beso.

— Bueno... pasaba por aquí y se me ha ocurrido que podríamos cenar en los campos de Hogwarts, ya sabes, cerca del lago los dos solos — dijo Cedric sonriéndome de lado.

— Me encantaría ¿Vamos? — Le pregunté mientras pasaba los brazos por sus hombros, acariciándoselos.

— Y nos abandona de nuevo... — Dijo Fred con dramatismo.

— Qué traidora y mala amiga... — Dijo George negando con la cabeza mientras se quitaba una falsa lágrima.

— Os prometo que el domingo seré vuestra sombra — les prometí sonriéndoles mientras me volvía a girar hacía Cedric que besó mi frente con cariño.

— ¡Más te vale! — Gritaron a lo lejos los gemelos.

Paseamos un rato antes de pasar por las cocinas, donde los elfos nos metieron más comida de la que podríamos comer en una semana en una cesta de mimbre.

Cedric cogió la cesta, regalándome una sonrisa mientras pasaba su brazo por mis hombros y besaba mi cabeza.

Caminamos hasta el pie del roble que hay frente al lago y por medio de magia extendí un mantel sobre el que Cedric dejó la cesta, sentándonos con la espalda apoyada en el tronco del árbol.

Cedric me pasó un sándwich y sacó otro para él.

— ¿Os ha salido bien la misión? He oído que a varios alumnos de primero los han bañado en una poción defectuosa — dijo Cedric divertido mientras le daba un bocado a su sándwich — supongo que la poción no es tuya, eres demasiado buena en pociones como para equivocarte.

Me reí con ganas.

— Tienes razón en que no era mía, era de los gemelos, aunque la idea de tirársela a Draco sí que fue mía — le dije aun con una gran sonrisa en la cara.

— Ya decía yo que tenía que ser idea tuya — dijo Cedric que me acerco contra él.

Dejé a un lado el sándwich a medio comer y le besé, haciendo que Cedric dejara también el sándwich sobre el mantel y me rodeada la cintura con sus manos, acercándome más a él.

— Un día de estos me vas a volver loco — murmuró Cedric contra mis labios mientras nos recostábamos sobre el mantel.

— Pero loco por mí — le susurré sonriendo contra sus labios.

— Oh sí, loco por ti y solo por ti — susurro en mi oreja mientras apretaba su cuerpo contra el mío.


Legado de dos rebeldes: Eris [Con Charlie Weasley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora