Capítulo 50 - Expelliarmus.

809 77 0
                                    

Me encontraba en la torre de astronomía cuando vi como Ron era arrastrado por un perro hacia el agujero de los pies del sauce boxeador y como Harry, Selene y Hermione lo seguían tras luchar contra las ramas del árbol y de volar subidos a sus ramas.

Salí corriendo hacia abajo y cuando llegaba ví como Snape entraba en el agujero, siguiendo a todo el que entrara alli.

Entré tras un sprint, tirándome al suelo los últimos metros, que recorrí con la barriga para luego deslizarme por un pequeño tobogán hecho de piedra y caer estrepitosamente en el suelo.

Me levante de golpe y camine en silencio a través del túnel que sabía que llegaba hasta la casa de los gritos.

— ¡Sal, muéstrate, Peter! ¡Vamos, sal si te atreves! — Oí que gritaba mi padre a lo lejos.

— ¡Expelliarmus! — dijo Snape mientras yo subía las escaleras.

Subí lentamente los escalones que me faltaban y me pegué a la pared, mirando lo que estaba sucediendo en silencio, con la varita en alto, preparada para cualquier cosa.

— Dulce es la venganza — dijo Snape, apuntando a mi padre — Como deseaba ser yo quien te capturara.

— Severus — dijo Lupin, acercándose a él, pero entonces le apuntó con la varita.

— Le dije a Dumbledore que estaba dejando entrar a un amigo al palacio — dijo Snape — Y ahora, he aquí la prueba.

— Brillante, Snape — dijo mi padre — Una vez más tu incisiva mente se pone a maquinar y una vez más, se equivoca en su conclusión. Si nos disculpas, Remus y yo tenemos asuntos pendientes que atender.

Snape le cortó el diálogo, clavándole la varita en el cuello a mi padre.

— Dame una razón, te lo suplico — dijo Snape.

— Severus, no seas insensato — dijo Lupin.

— No puede evitarlo, ya es un hábito — dijo mi padre, sonriendo.

— Cállate — le dijo Lupin.

— Cállate tú — le espetó mi padre.

— Miraos, discutiendo como un matrimonio trasnochado — les dijo Snape.

— ¿Por qué no te vas a jugar con tus cacharritos de química? — le dijo mi padre.

— Podría hacerlo y lo sabes — dijo Snape, furioso — ¿Y evitarte a los dementores? Están deseando verte. ¿Detecto cierto rictus de terror? Oh, sí. El beso del dementor. Es algo inimaginable. Se cuenta que presenciarlo es insufrible. Pero haré lo que pueda.

— Severus, por favor — le suplicó Lupin.

— Usted primero — le dijo Snape a mi padre, indicándole la puerta de salida.

Si no actuaba ya me vería, o peor, se llevaría a mi padre a que los dementores le dieran el beso. Perdería a mi padre, que sería castigado por algo que hizo otro.

Di un paso hacia delante con fuerza, para que se giraran hacia mí.

— ¡Expelliarmus! — grité con fuerza.

Y Snape salió volando, estampándose con la pared mientras todos me miraban con sorpresa.

— Puede que me haya pasado un poco con la fuerza ¿no? — dije mientras miraba a Snape, que se hallaba inconsciente en el suelo.

Miré a mi padre y le sonreí, lanzándome sobre él y dándole un abrazo que el me respondió con nerviosismo.

— ¡Está ahí! ¡Lo he encontrado! — me dijo mi padre, sonriéndome.

Legado de dos rebeldes: Eris [Con Charlie Weasley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora