Capítulo 75 - ¡A sus órdenes, señora Weasley!

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Estábamos volviendo a la sala común cuando encontramos a un niño de Gryffindor de primero llorando, sujetándose la mano adolorida de haber estado castigado.

—    ¿Estás bien? — le pregunté, arrodillándome delante de él y sonriéndole.

El negó con la cabeza, llorando.

—    ¿Cómo te llamas? — le preguntó George.

—    Michael — dijo el niño.

—    Se te curarán las mano — le dijo Fred, sentado a su lado.

—    Seguro que la señora Pomfrey tiene un ungüento fantástico con el que se te cura la herida en un santiamén y así dejan de dolerte — le intenté animal, sonriéndole.

—    Claro, no es tan grave como parece — le dijo George, enseñándole sus heridas de la mano — ¿ves? Ya se está pasando, y como dice Eris, la señora Pomfrey seguro que tiene algo para que te cures rápido.

—    Ya casi no se nota — le dijo Fred — y el dolor se pasa.

—    Eres muy valiente, Michael — le dije con voz suave — no todos lo aguantan tan bien como tú, él lloró a moco tendido y mira lo mayor que es — dije señalando a Fred.

—    Si, no pude parar en horas — dijo Fred cuando una voz carraspeo detrás de nosotros.

Nos levantamos, encarando a Umbridge, mirando a Harry que acababa de llegar.

—    Como ya le dije, señor Potter — dijo Umbridge — los niños malos merecen ser castigados.

—    Y como la ley indica, los delincuentes deben ir a Azkaban — dije yo, mirándola mal.

—    Señorita Black, se lo advierto... — dijo Umbridge, amenazante.

—    En realidad, soy la señora Weasley para ti — le dije, sonriendo — Y no dude ni por un asomo que monte yo misma una revolución contra sus métodos disciplinarios en cuanto termine mis estudios en Hogwarts. Que tenga una buena noche, profesora. Vamos chicos, a dormir todos. Ven Michael, te acompañaremos.

—    ¿Sabes, George? — dijo Fred — Siempre pensé que nuestro futuro está al margen de los logros académicos.

—    Fred, yo he pensado exactamente lo mismo — dijo George, sonriendo.

Y dicho eso pasé mi brazo por encima de los hombros del niño y lo guie hasta las cocinas de Hogwarts, con los demás detrás.

—    ¿No íbamos a la torre de gryffindor? — dijo el niño.

—    Pero te has ganado un buen trozo de tarta y seguro que los elfos de las cocinas están encantados de ayudarnos a conseguir unos trozos — le dije, guiñándole un ojo.

—    ¿Estas practicando para ser mami, señora Weasley? — dijo Fred, bromeando.

—    Muy gracioso, Fred — le dije, riéndome y negando la cabeza — ¿Selene y tu estáis saliendo ya o aun seguís perdiendo el tiempo?

—    Muy graciosa, Eris — dijo Fred.

—    ¿A que sí? — le dije, riéndome mientras me llevaba la cuchara con tarta de chocolate a la boca.





Los EXTASIS empezaron y yo estaba más que preparada para quitármelos de en medio, miré a mi alrededor al sentarme en el aula, Fred y George no estaban, pero sabía que no vendrían.

Habían estado preparando su despedida por todo lo alto, ya que querían abrir la tienda de bromas "Sortilegios Weasley" en el callejón Diagon cuanto antes, ya que estaba lista para abrirla.

Pero no fue hasta esa tarde, después de terminar los EXTASIS, que habían sido por la mañana, que no ocurrió.

Los de quinto estaban realizando los TIMOS en el Gran Comedor, que había sido vaciado y donde habían colocado pupitres en línea. Se les habría dado seguro plumas anti plagio y Umbridge estaría metiendo las narices en ellos, como hacia con todo.

Apoyé mis manos en el banco y levante la cabeza hacia el sol, soltando todo el aire y disfrutando de la libertad, había terminado, había realizado los últimos exámenes y ya no tendría más clases ni exámenes, nunca más.

—    Eris — me llamó Fred, que me sonreía delante de mi con su escoba en la mano. A su lado George también tenía su escoba.

—    ¿Es el día? — les dije, sonriéndoles, a lo que ellos asintieron sonriendo — Esto no será lo mismo sin vosotros.

—    Lo sabemos — dijeron a coro — pero sabes que no estamos hechos para esto, que para lo que nosotros queremos esto no es necesario.

—    Lo se perfectamente, lo sé tan bien como se que os va a ir bien — les dije, levantándome y abrazándoles — Os veré pronto. Iré a veros antes de irme a Rumania, os lo prometo.

—    ¡Más te vale, Black! — dijeron para luego reírse.

—    Aún no me acostumbro a que ya no te apellides Black — dijo Fred.

—    Siempre seré una Black, aunque mi apellido no sea ese ahora — le dije, sonriéndole — Ahora ya no soy ni señorita, en teoría, por eso de estar casada.

—    Todo será acostumbrarse, seguro que el disgusto se nos quita en cuanto nos des unos sobrinitos con nuestros nombres — dijo George.

—    No voy a llamar a mis hijos como vosotros, pero cuento con que seáis sus padrinos — les dije, sonriéndoles.

—    ¿Seremos sus padrinos? — dijo George emocionado.

—    ¿Quién mejor que los mejores tíos del mundo? — les dije, riéndome — Venga, id a amargar a esa bruja cara de sapo ¡Y dadle con un caete por mí!

—    ¡A sus órdenes, señora Weasley! ——gritaron.

—    Es la primera vez que usamos el calificativo que va referido normalmente a nuestra madre para cometer una gamberrada — dijo Fred, sonriendo — me gusta.

Me reí y me volví a sentar, mirando hacia donde se habían ido, esperando ver lo que iba a ocurrir desde lo lejos.

—    ¿Qué haces? — me preguntó Angelina, sentándose a mi lado.

—    Esperar el espectáculo — respondí.

—    ¿Qué espectáculo? — preguntó.

Pero no hizo falta que explicara nada, porque una serie de explosiones llegaron a nuestros oídos desde dentro del castillo.

Y entonces vimos como Umbridge huía de un dragón de fuegos artificiales por el gran comedor, el dragón se cerraba sobre ella y hacia explotar todos los decretos estudiantiles, haciendo caer los marcos al suelo antes de que Fred y George salieran volando con sus escobas, lanzando fuegos artificiales al aire, dando un espectáculo que vio todo Hogwarts desde el patio donde estábamos Angelina y yo.

Formaron una W perfecta con fuegos artificiales de todos los colores que duro mucho tiempo después de que sus figuras se perdieran en el cielo, subidas a sus escobas.

Legado de dos rebeldes: Eris [Con Charlie Weasley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora