Capítulo XXVII

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Dos mil años atrás la tierra que se conoce apenas comenzaba a florecer. Por aquel entonces los elfos de la luna controlaban los bosques y cuidaban que le orden de la luz y la oscuridad permaneciera siempre del lado del bien. Las primeras criaturas sobrenaturales comenzaban a aparecer y a poblar el orbe entero.

De la raza humana habían surgido seres peculiares, pero muy fuertes. Los primeros hombres lobos que aunque eran un pequeño grupo habían comenzado a expandirse, ganar poder y respeto entre todas las demás razas. Una de las familias más poderosas eran los Dagger.

Esta familia poseía el rango más alto entre los diversos clanes de lobos e incluso eran de los más temidos y admirados por su particularidad belleza. Su líder en aquel tiempo era Esdras el más sabio y su querida esposa Iliana. Eran líderes estupendos y justos que velaban por el bienestar de su gente y el de todas las demás criaturas.

Iliana estaba embarazada lo cual sólo traía esperanzas pues era el inicio de una nueva era para los Dagger y porque no para el mundo entero. Sin embargo, en una noche terrible fueron atacados por un clan desconocido y durante esa batalla Iliana resultó muy mal herida.

Su parto tuvo que adelantarse, sin embargo, logró dar a luz a dos pequeños cachorros. Olena e Izan Dagger. Esdras no podía sentirse más contento por le nacimiento de sus hijos. Era la buena noticia que tanto habían estado esperando o al menos eso creyó.

Iliana y los bebés comenzaron a enfermarse terriblemente y ni siquiera los sabios del bosque que solían apoyarlos tenían una respuesta clara para poder salvar a los tres. Esdras estaba desesperado y solicitó ayuda a sus amigos los elfos de la Luna. Florin que era la reina de los elfos en aquel tiempo le dijo a Esdras que ni siquiera la magia de los elfos sería suficiente para salvar a su esposa y sus hijos. Su enfermedad era tan grave que no podría hacer nada para evitarlo. Sin embargo, le dio otra solución.

La diosa de la Luna había sembrado una pequeña semilla en medio del bosque de los elfos. No era como el árbol de la vida del que nacían los elfos, sino quera era algo más. La diosa les había dado una clave muy importante sobre ese árbol, lo había llamado Nemeton y sería la  conexión entre lo sobrenatural y el mundo físico. Ese árbol poseria un gran poder que podía cederse a algunas personas a cambio de un sacrificio. Debía ser un sacrificio por amor, uno que fuera voluntario y sin interés. De lo contrario, lejos de recibir una bendición, caería sobre ti una maldición eterna.

El poder del Nemeton podría salvar a sus hijos y esposa, pero para hacerlo tendrían que sacrificar a alguien que los amara tanto como para dar la vida por ellos. Esdras sabía lo que eso significaba y decidió correr el riesgo que eso implicaba. Sin embargo, no contaba con que Iliana y alguien más estuvieran escuchando aquella conversación.

Cuando el líder del clan Dagger fue en busca de su esposa e hijos no los encontró. Iliana y los príncipes habían desaparecido. Toda la manada Dagger inició la búsqueda e incluso varias criaturas sobrenaturales habían decidido brindarles su apoyo, pero ninguno lograba encontrarlos.

Sin embargo, Florin logró hacerlo, pero cuando llegó era demasiado tarde. Llamó a Esdras para darle la noticia. Iliana había cumplido con el sacrificio de amor y había dado su vida a cambio de la de sus hijos. Ningún amor era más grande que el de una madre y fuese es amor lo que salvó la vida de Izan y Olena.

Los bebés fueron sanados y crecieron como dos lobos fuertes y muy inteligentes. Esdras aún no superaba por completo la muerte de su querida Iliana, pero comprendía que lo había hecho por el bienestar de todos. Ella sabía lo importante que era Esdras para el clan Dagger y para las demás criaturas. Todos necesitaban un líder y Esdras lo era. Además, no podría dejar en mejores manos a sus hijos. Estaba segura que Esdras haría de ellos todo lo que alguna vez soñó para sus hijos.

Un príncipe peligroso II: DylanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora