CAPÍTULO 12

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ALEXANDRA PEMBERTON

En cuanto hablé con la mesera y me indicó la dirección del bar, salí corriendo sin importarme si mi padre me escuchaba o alguien del personal me veía salir; no me importó nada y simplemente tomé las llaves del auto y me dirigí al bar a buscar a Lucca.

Cuando lo escuché por el celular, se oía triste y demasiado ebrio; le costaba mucho hablar y arrastraba las palabras, pero lo peor no era eso, sino que parecía perdido sin saber que hacer o a dónde ir y eso era lo que más me preocupaba.

Él no conocía esta ciudad, no conocía a nadie más que a mí y si algo le ocurría... No, no podía pensar en eso, lo único que necesitaba ahora era darme prisa y llegar cuanto antes a ese bar.

Conduje lo más rápido que pude y en cuanto llegué, estacioné el auto como pude y entré de golpe al bar mirando a todas partes buscando a Lucca.

-        ¿Vienes por él? – preguntó una chica y reconocí su voz

-        ¡Sí! – exclamé - ¡¿Dónde está?!

Ella me guio hasta una de las mesas más apartadas y oscuras del lugar, pero eso no me interesaba en lo absoluto, lo único que quería era llegar hasta Lucca y ver como se encontraba; me acerqué y lo reconocí de inmediato, pero él mantenía sus ojos cerrados y sus labios fruncidos; comencé a moverlo primero despacio y luego con más fuerza, pero no parecía reaccionar.

-        Lucca, ¿puedes oírme? – pregunté y escuché un balbuceo ininteligible – Lucca, vamos, no puedo sola, necesito que me ayudes – rogué sin poder moverlo - ¡Lucca! – exclamé nerviosa y desesperada

Definitivamente no llegaríamos a ningún lado así; Lucca pesaba demasiado y por más que hiciera un esfuerzo, me sería imposible llevarlo hasta el auto por mí misma; así que me aparté un poco y me acerqué a unos chicos que parecían trabajar en el bar.

-        ¿Podrían ayudarme, por favor? – pregunté ansiosa

-        Por supuesto, señorita – respondieron

-        Necesito llevar a mi amigo hasta el auto – indiqué y ambos asintieron

Ellos se acercaron hasta Lucca y pasaron sus brazos a los lados para llevarlo hasta el auto, mientras que yo tomaba todas sus pertenencias y me acercaba a pagar por todo el alcohol que él había consumido.

Una vez pagué, me apresuré a salir y de inmediato abrí el auto; ambos chicos colocaron a Lucca en el asiento del copiloto y se acercaron nuevamente a mí.

-        ¿Está segura que todo está bien, señorita? – preguntaron

-        Sí, no sé preocupen, muchas gracias – respondí con una sonrisa y caminé hacia la puerta del conductor

Sin perder más tiempo entré al auto y encendí el motor; me giré para ver a Lucca que continuaba con los ojos cerrados y suspiré

-        Iremos al hotel – dije suavemente – Todo va a estar bien

No tenía claro si lo decía para él o para mí, pero no podía ponerme a pensar en eso justo ahora, así que solo comencé a conducir con dirección al hotel que en realidad no quedaba muy lejos y una vez estuvimos en la puerta, salí y busqué a algunos empleados que me ayudaran a subir a Lucca hasta su habitación.

Dos empleados me ayudaron a sacar a Lucca del auto mientras que el valet se encargaba de mi auto y gracias al cielo nadie hizo preguntas, porque justo ahora no hubiera sabido que responder; subimos en el ascensor hasta el piso donde se encontraba la habitación de Lucca y una vez dentro, los empleados lo dejaron sobre la cama y les di algo de dinero en agradecimiento por haberme ayudado.

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