ALEXANDRA PEMBERTON
Fue una noche grandiosa y aunque ahora me encontraba sonriendo como si hubiera perdido la cordura, lo más probable era que por la mañana todos mis miedos volvieran a atacar y las dudas volvieran a causar estragos en mi cabeza; así que mi único plan por ahora era disfrutar lo que estaba sintiendo, sin pensar en las consecuencias.
Me acosté sobre la cama y sonreí aun con la mirada perdida; no podía dejar de pensar en Lucca y cada vez que su imagen aparecía en mi mente, mi corazón se aceleraba.
¿Cómo era posible llegar a sentir tanto en tan poco tiempo?
¿Cómo era posible romper cada una de mis reglas por alguien más?
¿Cómo podía sentirse tan bien... si parecía tan incorrecto?
Las preguntas seguían rondando por mi mente, pero ya no me importaba responder a ninguna de ellas, porque sencillamente si era o no incorrecto, ya no interesaba.
La verdad era que había pasado tanto tiempo en mi jaula que ya no recordaba lo que se sentía tener libertad; había pasado tanto tiempo con los pies en la tierra, que le temía al cielo y ya no me atrevía a ser feliz; pero Lucca me había recordado lo que era sentir y por primera vez en un largo tiempo, quería pelear por algo mío, quería pelear por lo que yo creía correcto sin pensar en la opinión de los demás.
Durante años antepuse el cerebro al corazón, porque era más fácil dejar de sentir y concentrarme en mis responsabilidades, que afrontar la pena y la soledad; era más fácil actuar con lógica, que arriesgarme con el corazón... o al menos... eso era lo que pensaba.
Quizá eso es lo que en verdad une a dos personas; porque los opuestos pueden atraerse, pero si sus diferencias son muy grandes, terminaran apartándose y si dos personas son demasiado iguales, eventualmente ambas se agotaran; pero si dos personas son similares y opuestas, si dos personas son capaces de lógica y corazón, tal vez... puedan ser la combinación perfecta.
Lucca rompía mis esquemas y liberaba esa parte de mí que creía contenida; junto a él, sentía que no existía un límite, junto a él, sentía que las estrellas estaban a mi alcance y esas sensaciones, eran extraordinarias.
Lo que había comenzado a surgir entre nosotros, era impulsivo, complicado y abrasador; no importó cuanto traté de contenerlo, al final, lo que sentía era tan fuerte que la única salida, fue simplemente dejar que las cosas siguieran su camino y justo ahora, agradecía haberlo hecho.
La pantalla de mi celular se iluminó y me estiré un poco para tomarlo de la mesa de noche, mientras el nombre en la pantalla me sacaba otra sonrisa.
- ¿No puedes dejar de pensar en mí? – dije al instante en que respondí y lo escuché reír
- Podría hacerte la misma pregunta, principessa – respondió y reí – Deseaba mucho escuchar tu voz
- Yo también quería escuchar tu voz – admití sin dejar de sonreír – Hoy fue maravilloso
- Me alegra escucharte decir eso, pero te aseguro que mañana será aún mejor
- ¿A si? – cuestioné - ¿No me darías un pequeño adelanto?
- Será una sorpresa
- ¿Y cómo sabes que me gustará?
- Solo lo sé – respondió y sonreí
- En todo caso, yo también tendré una sorpresa para ti
- No creo poder dormir por la intriga – dijo y reí - Tu risa es preciosa

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LEGADO
Ficção AdolescenteDos familias llenas de poder y riqueza Dos familias que siempre estuvieron en contra Y dos herederos que no saben perder Alexandra Pemberton nunca ha recibido un No por respuesta y no existe nada ni nadie a quien ella no pueda doblegar Lucca Andre...