CAPÍTULO 35

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LUCCA ANDREOTTI

Por fin habíamos enviado la propuesta y ahora solo quedaba esperar, lo cual era peor, pero al menos mi padre ya no tenía porque obligarme a permanecer todo el día junto a él, así que eso me permitía respirar.

Como ahora disponía de un poco más de tiempo libre, decidí salir con mi madre a comer a uno de los restaurantes que Alexa me había recomendado y ella no tuvo problema ya que a pesar de que ya no teníamos más que hacer, mi padre se las había arreglado para reunirse con un par de socios de otro negocio que le interesaba y ella se había quedado nuevamente sola en el hotel.

Una vez que llegamos al lugar, tomamos asiento en una de las mesas de la terraza y ordenamos un par de platillos que sonaban interesantes; mi madre se veía feliz y eso me alegraba inmensamente, no tuve mucho tiempo para salir con ella los últimos días y aunque sabía que lo entendía, no quería que se sintiera sola.

-        El restaurante es precioso – dijo con una sonrisa

-        Sí y la vista es grandiosa

-        Londres tiene su encanto, aunque nunca me acostumbraré al frio

-        En casa también hace frio – respondí y ella negó

-        Puede que, durante unas semanas al año, pero aquí lo extraño es ver el sol – no podía negar que tenía un poco de razón, en Londres casi siempre estaba nublado, aunque el frío no era tanto últimamente o al menos no lo sentía mucho

-        Igual me gusta supongo – admití y su sonrisa se hizo más grande

-        Te gusta por otra razón, cariño

-        No voy a negar eso – respondí sacándole otra sonrisa

-        ¿Y cómo vas con la señorita Pemberton? – preguntó mi madre bebiendo un sorbo de té

-        ¡Muy bien!, Alexa es tan... - no sabía por dónde empezar – Siempre consigue hacerme reír y cuando creo que no puede sorprenderme, va y lo hace; me gusta escucharla hablar, verla pintar... me pierdo en sus ojos de una forma que no creí posible y su risa, es el sonido más hermoso que he escuchado; ella es tan hermosa, tan dulce, tan amable; estoy muy enamorado mamá, más de lo que alguna vez pensé que estaría.

-        Puedo verlo cariño, tus ojos brillan con solo mencionarla y eso me da mucho gusto

-        Mi padre me matará cuando lo sepa

-        Es probable... - murmuró con la mirada perdida

-        ¿Por qué odia tanto a los Pemberton? – pregunté atrayendo su atención – Desde niño me ha contado que esa familia casi arruina a la nuestra, me ha repetido que son egoístas, desleales, que son débiles y que debo aprender de sus debilidades para usarlas en su contra, ha intentado convencerme que ese es mi deber y que debo despreciarlos, pero sus historias no tienen sentido, no me parecen cien por ciento ciertas y claramente somos incapaces de mantener una conversación sincera y estable, así que... ¿Podrías explicarme? – rogué y ella asintió

-        No conozco todos los detalles de la historia, pero sé lo que tu padre un día me contó y lo que tu abuelo solía decir – mi madre bajó la mirada hacia la taza entre sus manos y suspiró antes de continuar - Cuando tu bisabuelo era joven, no tenía una familia poderosa que lo respaldara, sus padres habían muerto cuando era muy pequeño por una enfermedad desconocida y no tenía hermanos, así que estaba completamente solo en un mundo muy cruel; desde una edad muy temprana comenzó a trabajar en todo lo que podía, pero era muy inteligente y pronto entendió que no llegaría muy lejos sin estudios y eso hizo, empezó a trabajar y estudiar hasta el agotamiento, muchos se hubieran dado por vencidos, pero su inteligencia y su deseo de salir adelante lo mantuvieron de pie; año tras año se sostuvo hasta que finalmente consiguió una beca para la universidad y siguió esforzándose al máximo a pesar de que la vida nunca se lo ponía fácil. Para cuando cumplió veinticinco años, ya tenía una carrera y de acuerdo a muchos de sus maestros, era un joven prometedor, pero eso no te garantiza un trabajo estable o un pan sobre la mesa, así que continuó buscando la manera de seguir adelante; trabajó para una empresa durante dos años y absorbió todos los conocimientos que le fueron posibles, durante ese tiempo, estudió otros idiomas por su cuenta, con libros de segunda mano y casets viejos, también asistió a seminarios donde pudo abrir aun más su mente y pasado ese tiempo, junto sus ahorros, puso todo sobre la mesa y decidió empezar su propia empresa, aunque pronto se dio cuenta que no era tan sencillo. Tu bisabuelo buscó apoyo financiero, accionistas que quisieran invertir en él, en su talento, pero era difícil y aunque consiguió algo de apoyo, no era suficiente, así que tomó la decisión de buscar un socio y así fue como conoció al señor Pemberton – mi madre desvió la mirada antes de continuar con la historia - Los Pemberton tenían una pequeña empresa, pero querían crecer, expandirse y al igual que tu bisabuelo, el bisabuelo de los Pemberton era ambicioso y soñador; al final ambos decidieron asociarse, aunque claramente tu bisabuelo tenía más que perder, todo su capital, sus ahorros, todo estaba en juego y aunque los Pemberton también estaban arriesgando mucho, para tu bisabuelo, él corría un mayor riesgo. Al inicio todo les fue muy bien, consiguieron muchos trabajos y se esforzaron por hacer crecer su empresa, todo parecía ir perfectamente, pero después de un poco más de un año comenzaron los problemas. Los escogieron para realizar una construcción muy importante de unas casas en una zona residencial en la playa, era un negocio prometedor, con mucho dinero involucrado y si todo resultaba bien, les prometieron hacerlos parte de otro gran negocio en España; no sé muy bien que sucedió o porqué todo terminó en un desastre, pero de acuerdo a lo que me contaron, el señor Pemberton convenció a tu bisabuelo de aceptar ese negocio y fue él quien lo presionó en todo el proceso; algo falló en los cálculos, hubo problemas con los presupuestos, los materiales... y el negocio se fue a la ruina, tu bisabuelo estuvo a punto de perderlo todo y ese fue el quiebre de la sociedad con los Pemberton; ellos nos culparon a nosotros y nosotros los culpamos a ellos, supongo que cada familia tiene su versión de los hechos y pues ese fue el final de esa relación entre las familias, después de ese suceso, tomaron caminos separados y simplemente arrastraron el resentimiento y fueron pasándolo de generación en generación hasta llegar a este momento.

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