CAPÍTULO 25

2.9K 136 7
                                        

ALEXANDRA PEMBERTON

Lucca y yo pasamos todo el día juntos, sin importarnos si alguien nos veía o si los rumores volvían a surgir; en este momento, solo existíamos él y yo, nada más importaba; él me llevó a pasear y por todos los canales posibles, me hizo comer por lo que al final del día, me sentía a reventar, pero siendo honesta no podía quitar la sonrisa de mi rostro.

Aun no me sentía del todo bien y de cierta forma, aun me encontraba emocionalmente frágil por lo que regresar a casa y ver a mi padre no era algo que esperaba con ansias; Lucca intentó darme ánimos y algo de valor, pero era más que obvio que tampoco le entusiasmaba la idea.

La verdad, tenía dos opciones, podía elegir ser cobarde, ocultarme y volver a fingir que todo estaba bien, aunque eso me matara por dentro o podía elegir ser valiente, enfrentar mis miedos y por una vez, alzar la voz para defenderme y sí, claro que tenía miedo, pero no podía permitir que el miedo controlara mi vida o terminaría nuevamente escondida entre las sábanas y sabe Dios si podría volver a salir.

Alrededor de las ocho de la noche, Lucca dejó el auto en el estacionamiento y me acompañó hasta el ascensor donde después de un beso, prometió llamar en cuanto hubiera llegado a su hotel y tras esa despedida, la puerta se cerró dejándome sola, pero cual fue mi sorpresa cuando al abrir la puerta de mi casa, fui recibida por nada más y nada menos que por Noah que me miraba con una sonrisa.

-        ¡Estoy tan feliz de verte! – exclamó envolviéndome en sus brazos

-        Yo también – respondí correspondiendo su abrazo

-        Por favor, no vuelvas a hacerme algo así – pidió y me acurruqué en su pecho

-        Lo lamento... - susurré y su abrazo se hizo más fuerte, como si temiera que yo fuera a desaparecer – Noah... no respiro

-        Lo siento, lo siento – dijo soltándome un poco

Una vez que Noah terminó de abrazarme, me apartó un poco y me recorrió con la mirada, era obvio que seguía preocupado y no podía culparlo, porque si bien había recuperado un poco el color en las mejillas, continuaba viéndome bastante mal y estaba segura que iba a tratarme como si fuera de cristal hasta que me recuperara al cien por ciento.

-        Noah... - murmuré llamando su atención

-        ¿Sí?

-        ¿Y mi padre?

-        Aún no ha llegado, pero debe estar en camino

-        Claro – respondí, pero mi sonrisa se esfumó, gesto que no pasó desapercibido para Noah 

-        ¿Qué te parece si pedimos que preparen unas palomitas y vemos una maratón de películas

-        ¿No tienes que ir a casa?

-        No – respondió con una sonrisa – Tendrás que soportarme toda la noche

-        Que tarea tan difícil – dije y él volvió a sonreír

Después de pedir que nos llevaran palomitas y algo para beber a mi habitación, ambos subimos las escaleras empujándonos como cuando éramos niños y el solo jugar con Noah de esa forma, consiguió hacerme sonreír de nuevo.

-        Bueno, tenemos los favoritos, Star Wars o Harry Potter – dijo mirando una de las repisas – Aunque... te has dado cuenta de todas las películas que tienes y no hemos visto

-        No entiendo porque las sigues comprando, si al final siempre vemos lo mismo

-        ¡Exacto! – exclamó – Deberíamos ver cosas nuevas

LEGADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora