CAPÍTULO 29

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ALEXANDRA PEMBERTON

Lucca no dejaba de sonreír y prácticamente me miraba embobado; mis palabras habían conseguido tranquilizarlo y al mismo tiempo habían aligerado el ambiente entre nosotros, aunque eso no significaba que todo estuviera bien ahora, porque igualmente Lucca me debía muchas explicaciones.

-        Bien, te escucho – dije una vez que la comida llegó

-        Lamento mucho no contarte las intenciones de mi padre desde un inicio, pero estoy dispuesto a hacerlo ahora – dijo y asentí – Él no tiene idea de lo que pasó entre nosotros en esa fiesta de máscaras y me pidió que te conquistara después de que el señor Brown te invitó a salir; a mi padre le preocupaba que entablaras una relación con ese accionista y él te diera el contrato por ello, lo que claramente sé que no sucedería e intenté convencerlo de que tanto tú como el señor Brown no serían capaces de actuar de ese modo, pero como siempre, él no me escuchó y me ordenó seducirte; durante días mi padre insistió, presionándome para que obedeciera hasta que tuvimos una fuerte discusión y terminé embriagándome en un bar desconocido sin saber como rayos iba a regresar a mi hotel; no voy a negarte que tenía dudas sobre que hacer, porque enfrentar a mi padre realmente me aterra; pero cuando fuiste por mi esa noche, pesé a quien era y la poca confianza que te daba, entendí que jamás podría hacerte algo como lo que mi padre pedía; esa noche cuidaste de mí como hace mucho nadie lo había hecho y no lo hiciste por obligación o por algún interés oculto, lo hiciste porque eres así, dulce y bondadosa; te preocupaste por mi pese a las consecuencias que eso podría traer y eso me demostró que mi padre se equivocaba con todo lo que me había dicho de los Pemberton – sus palabras aceleraban mi corazón y sentía que estaba por salírseme del pecho – Cada minuto contigo se sentía perfecto; siempre me dijeron cosas terribles de tu familia, pero al conocerte, entendí que todas eran mentira porque eres la persona más hermosa y maravillosa que he conocido; eres dulce, divertida, orgullosa y me intrigas sin ni siquiera intentarlo, me encanta escucharte hablar de tus pasiones y molestarte cuando ordenas ese simple helado de vainilla; adoro escucharte reír y mucho más si yo soy quien causa esa risa, me encanta como tus ojos brillan bajo los rayos del sol y como muerdes tus labios cuando te pierdes en tus pensamientos; me encanta tocar tu piel y sentir tus labios contra los míos, pero sobre todo, adoro como siempre intentas ver lo mejor en los demás, aunque no exista nada bueno en ellos – no podía apartar la mirada de sus ojos y prácticamente había perdido las palabras – Me haces una mejor persona, me haces desear ser un mejor hombre para merecerte y temo que un día te levantes y te des cuenta que no soy suficiente para ti, que he cometido miles de errores y que seguramente seguiré cometiéndolos, pero desde que apareciste en mi vida, todo cambió; antes nunca hubiera pedido perdón, creía que no era necesario por quien era y lo que significaba; prefería salir de fiesta, beber y cometer locuras que centrarme en lo verdaderamente importante, pero ahora sé que estaba en un error y que la solución que pensé era mejor, en realidad solo era el camino más fácil; quiero ser el hombre que mereces, Alexa, quiero poder apoyarte y consolarte, quiero estar ahí y ser parte de tu vida, si tu me lo permites...

-        Lucca... - murmuré conmocionada por sus palabras

-        Sé que tenemos mucho en contra y que no soy la mejor elección... soy un desastre y me cuesta poner orden en mi vida, también sé que nuestros padres se odian y que probablemente mi padre sospecha algo por mi actitud y seguramente el tuyo también tenga sospechas, después de todo no fui muy discreto cuando fui a verte... - verlo nervioso me resultaba adorable, quien diría que Lucca Andreotti podría comportarse tan dulce – Sé que Noah debe odiarme por hacerte llorar y que tienes mil razones para quererme lejos de tu vida, pero...

-        Lucca – dije interrumpiéndolo – No te quiero lejos de mi vida y no eres una mala elección, solo una arriesgada, pero lo mejor siempre tiene un riesgo ¿no? – dije y su expresión se suavizó – Además, Noah no te odia, en realidad deberías agradecerle, él me convenció de hablar contigo – eso pareció sorprenderlo, pero inmediatamente su sorpresa se reemplazó con una sonrisa – Y mi padre no está en la ciudad y aunque también creo que sospecha algo, no tengo miedo, porque sé lo que quiero

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