CAPÍTULO 26

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LUCCA ANDREOTTI

Familia, Poder, Obligación

Según mi padre, las tres palabras siempre iban juntas; porque la familia era lo principal y era mi obligación hacer todo para asegurarme que el poder y la riqueza siempre fueran parte del legado Andreotti, pero... ¿Qué pasaba con el amor, la compasión o la felicidad? ¿Acaso eran irrelevantes? ¿Cómo podía ser el poder más importante que todo lo demás? ¿No era más importante ser honesto? ¿No era mejor hacer las cosas de la manera correcta, sin mentiras o atajos?

Jamás entendería a mi padre y nunca iba a convertirme en él, porque sencillamente, no aprobaba la forma como manejaba los negocios y la familia; pero hacerlo cambiar de opinión sobre algo era una misión imposible, él era como era y no iba a cambiar.

-        Señor Andreotti – dijo uno de los encargados del hotel en cuanto me vio

-        ¿Sí? – pregunté con cansancio

-        Su padre solicitó que le informara que se encuentran en la suite principal, además dejó indicaciones de que usted debía dirigirse allí en cuanto llegara

¡Diablos! ¡No era posible! ¡No podía ser posible! ¡No podía estar aquí!

-        Gracias, iré de inmediato – dije y me apresuré a subir en uno de los ascensores

Ok, esta bien, tal vez mi padre solo había venido a verme, quizá solo se quedaría un día y después todo regresaría a la normalidad, quizá simplemente quería hablar conmigo, tal vez... mi reacción era exagerada.

Mientras más subía, mi corazón parecía acelerarse cada vez más y una sensación desagradable se apoderó de mi estómago; mi padre solía causar esa reacción en mí y cuando lo tenía cerca, me sentía como si un desastre natural se aproximara.

Cuando llegué hasta la puerta de su suite, me quedé estático, por un lado, sabía que tenía que enfrentar la situación, pero por otro, realmente deseaba mirar a otro lado y salir corriendo; quizá estaba siendo pesimista y que él estuviera aquí no era tan grave, pero también lo conocía y eso me asustaba.

Mi padre era una persona a la cual temer, en especial si se sentía decepcionado y ese solía ser el caso cuando se trataba de mí, pero justo ahora me sentía mucho más preocupado que de costumbre, porque por primera vez en mucho tiempo, tenía algo que perder y que él estuviera aquí, era sinónimo de problemas.

Para mi padre, yo era un desastre y claramente me había advertido que no podía fallar aquí, pero bueno, las cosas nunca salen como se espera; porque aceptémoslo, no llegué a Londres pensando que me enamoraría de Alexandra Pemberton, eso era inimaginable, pero había sucedido y aunque la adoraba, estar con ella era un gran problema, porque mi padre detestaba a los Pemberton y decir eso era quedarse corto.

Mi cuerpo temblaba y no era capaz de moverme, ¿Cómo podía mi padre provocar tanto miedo en mí? ¿Cómo podía alterarme de esta forma? Hasta hace solo unas horas estaba riendo y divirtiéndome con Alexa, pero ahora no podía dejar de imaginar horribles escenarios; tenía miedo y no solo por ver la decepción en los ojos de mi padre, si no porque todas las veces en que algo me hizo feliz, él lo hizo pedazos.

No tenía idea de cuanto tiempo había transcurrido, pero con cada segundo me convencía más de que la mejor idea era dar media vuelta y marcharme, pero como todo en mi vida, en cuanto estuve listo para irme, la puerta se abrió dejándome sin escapatoria.

-        Cariño – dijo mi madre en cuanto me vio – Ven pasa

Esto era nuevo, ya que mi padre no solía viajar con mi madre cuando se trataba de negocios y su presencia calmaba un poco mis nervios, así que después de abrazarla, me adentré en la habitación temiendo lo peor.

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