LUCCA ANDREOTTI
Los últimos dos días habían sido un caos; mi padre no dejaba de insistirme sobre el asunto de los Pemberton y no me dejaba tranquilo sobre todo lo relacionado al contrato de los hoteles Golden; pero era aún peor su insistencia para que fuera tras Alexandra y la sacara de en medio de la forma en que él había ordenado; pero durante estos días, no había hecho nada de lo que mi padre me había pedido, porque simple y sencillamente, no quería hacerlo.
No era correcto y de eso no tenía ninguna duda, por ello era incapaz de seguir su orden y estaba seguro que cuando él se diera cuenta de mi posición, arremetería contra mí hasta que consiguiera su objetivo, así que lo único que podía hacer era resignarme y soportar todo lo que me diría.
Mi padre no era una mala persona, pero cuando se trataba de los negocios o de la familia Pemberton, su actitud era fría y calculadora; él realmente los detestaba y ese desprecio en ocasiones lo llevaba a tomar decisiones que eran claramente cuestionables; pero nunca antes me había puesto a pensar en las consecuencias de esas decisiones o de cualquier decisión que yo había tomado.
Nunca antes me había detenido a pensar en porque mi padre sentía tanto rencor hacia los Pemberton o si las razones por las que sentía ese odio eran razonables; nunca había cuestionado si las cosas que hacía para ir contra ellos eran correctas o no, porque honestamente nunca me había importado lo que pasara a menos que eso me afectara.
Sonaba egoísta, pero era la verdad; siempre había pensado de ese modo, siempre me había interesado solo en mí mismo y lo había hecho todo en mi beneficio sin importarme lo que sucediera con otras personas, pero ahora comenzaba a ver mis errores y de cierta forma, me arrepentía.
Desde que conocí a Alexa, empecé a cuestionarme la forma como había estado viviendo mi vida; como había pasado por encima de muchas otras personas con tal de conseguir lo que deseaba o lo que quería mi familia; vivía mi vida de manera irresponsable, siempre metiéndome en problemas y provocando que las personas no confiaran en mí, pero por fin empezaba a darme cuenta que estaba equivocado, que en lugar de mandarlo todo al diablo, tal vez podía intentar ser alguien mejor y probarme a mí mismo que podía ser más que un heredero rico que dependía de su padre para todo; necesitaba cambiar, porque quien era justo ahora, no era quien quería ser.
Y esa era precisamente la razón por la cual no podía obedecer la orden de mi padre; porque por primera vez alguien me había abierto los ojos, por primera vez alguien me había hecho cuestionarme todo a mi alrededor, todo lo que yo era y en lo que quería convertirme.
Durante los últimos días había estado evaluando todo lo que el señor Archer me había indicado y mantuve conversaciones con muchos de nuestros asociados para conseguir que cada uno de los requerimientos fueran cumplidos a la perfección y de esa forma había conseguido mantener mi mente ocupada, pero no podía escapar por siempre de mi padre, tarde o temprano tendría que confrontarlo y me temía que ese momento llegaría muy pronto.
Por otro lado, por más que lo intentaba con todas mis fuerzas, no conseguía sacar a Alexa de mis pensamientos y eso comenzaba a enloquecerme; no podía sacar la imagen de su sonrisa de mi cabeza o el sonido suave de su risa que lograba aligerar el ambiente; no conseguía olvidar el color intenso de sus ojos mientras me observaba con atención ni la forma como su mirada se volvía más brillante mientras hablaba sobre pinturas y monumentos; simplemente me era imposible sacarla de mi mente y por más que intentaba mantenerme ocupado o centrar mi atención en algo más, su imagen siempre volvía.
Aun recordaba el calor de su piel contra la mía y el sabor de sus labios mientras la besaba; aun recordaba la noche que habíamos pasado juntos y yo no era el tipo de persona que recordaba esas cosas; pero sencillamente no era capaz de olvidarlo ni dejar de pensar en ese momento.

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LEGADO
Ficção AdolescenteDos familias llenas de poder y riqueza Dos familias que siempre estuvieron en contra Y dos herederos que no saben perder Alexandra Pemberton nunca ha recibido un No por respuesta y no existe nada ni nadie a quien ella no pueda doblegar Lucca Andre...