ALEXANDRA PEMBERTON
Me encontraba en casa esperando a mi padre y no podía parar de temblar; ¿Qué tendría para decirme? ¿Cuán enojado estaría conmigo? ¿Qué iba a decirle? ¿Cómo iba a explicarme?
No había forma de justificar mis acciones y no había explicación que valiese, así que... no tenía idea que hacer. Para él, las cosas eran blanco o negro, sin matices o intermedios y hacerlo cambiar de opinión sobre algo o alguien, era una misión imposible, por lo que intentar explicarle que Lucca no era tan malo, no tenía sentido y tratar de hacerlo entender mi punto de vista, francamente era perder el tiempo.
- ¡Papá! – exclamé al verlo entrar y la mirada que me dio, me dejó helada – Yo... - comencé a murmurar mientras frotaba mis manos, nerviosa
- Al estudio – declaró con seriedad y lo seguí en silencio
La palabra furioso no era suficiente para mostrar cuando molesto estaba y con cada segundo de silencio que pasaba, mis nervios y mi miedo aumentaban; una vez llegamos al estudio, tomó asiento mientras yo permanecía parada frente a él en silencio.
- ¿Y? ¿No dirás nada? – cuestionó y mi labio comenzó a temblar
- No es lo que piensas
- No pienso nada, por eso quiero que me expliques
- No podíamos ponernos de acuerdo y salimos para intentar conocernos un poco mejor... - dije nerviosa – solo intentaba averiguar más de él y tener una ventaja; todos los rumores y los chismes son mentira, todo fue sacado de contexto; nada es verdad – empecé a decir agobiándome con las palabras
- Pues tu intento de obtener una ventaja terminó ocasionando todo lo contrario
- ¿A qué te refieres? – pregunté notando la decepción en sus ojos
- Los Andreotti se metieron con el negocio que teníamos en París, que casualidad ¿no?
- ¿Estás insinuando que es mi culpa? ¿Cómo puedes pensar eso de mí?
- Te crie para que fueras más inteligente, pero veo que no fue suficiente
- No le mencioné nada a Lucca, no dije nada sobre los negocios, ni siquiera hablamos de eso... - respondí perdiendo los nervios
- Pues de alguna forma tuvieron que enterarse y ya que pasas tanto tiempo con el chico Andreotti...
- ¡Yo nunca te traicionaría! – grité interrumpiéndolo - Todo lo que he hecho durante años ha sido velar por el bien de la familia y por tu bienestar; he hecho todo por esta empresa y por ti, ¿Cómo puedes pensar que yo...?
- Tal vez lo mencionaste por accidente o ese chico te llevó a decírselo sin que lo notaras; los Andreotti son embusteros, Alexandra, siempre te lo he dicho, pero al parecer no sabes escuchar o quizá no fui lo bastante claro – dijo con dureza mirándome con desaprobación
- No me trates como si fuera tonta, sé muy bien quienes son los Andreotti
- No lo parece, ¿O piensas que no sé de tus paseos con Lucca Andreotti? – respondió y me paralicé – Admito que pensé que lo hacías para obtener información o sacar ventaja de su reputación frívola y libertina, pero ahora pienso que él fue quien obtuvo ventaja
- ¡¿No te has puesto a pensar que tal vez Francesco Andreotti se enteró por otras fuentes?! ¡Yo no dije nada! ¡Deberías confiar en mí! – grité y mi miedo fue reemplazado por ira – ¡Salí con Lucca porque me pediste que llegara a un acuerdo para conseguir ventaja en una tregua que no quieres! ¡¿Crees que soy tan tonta como para no tener cuidado con lo que digo y lo que no?! ¡He dedicado mi vida a obedecer órdenes! ¡He hecho todo lo que me has pedido! ¿Cómo puedes desconfiar así de mí?

ESTÁS LEYENDO
LEGADO
Roman pour AdolescentsDos familias llenas de poder y riqueza Dos familias que siempre estuvieron en contra Y dos herederos que no saben perder Alexandra Pemberton nunca ha recibido un No por respuesta y no existe nada ni nadie a quien ella no pueda doblegar Lucca Andre...