CAPÍTULO 31

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LUCCA ANDREOTTI

Habían sido los dos días más largos de mi vida y aunque había salido con Alexandra, nos habíamos centrado netamente en el acuerdo, ya que ella también estaba al tanto de la reunión que se llevaría a cabo entre nuestros padres y al igual que yo, temía lo peor.

-        Será la tercera guerra mundial, es nuestro fin – la escuché decir y suspiré

Había llamado a Alexa a primera hora de la mañana, ya que a medio día se llevaría a cabo la tan esperada reunión y ambos nos encontrábamos demasiado nerviosos, pero, aunque escuchar su voz solía relajarme, justo ahora parecía que la ansiedad no podía hacer nada más que aumentar y las horas parecían eternas.

-        Tengo fe en que no llegue a tanto

-        Pues yo no tengo nada de fe – respondió exaltada - tu padre y el mío en una habitación, ¡sin duda van a matarse!

-        Nosotros estaremos ahí

-        ¡Eso es peor! Estaremos en la mira y si sospechan algo, ¡Peor! ¡Y si se dan cuenta lo que sucede entre tú y yo! ¡Van a matarnos!

-        Principessa...

-        Ay Dios, esto será terrible...

-        Principessa – repetí, pero parecía no escucharme - ¡Alexandra!

-        ¡¿Qué?!

-        Tienes que tranquilizarte

-        ¡No puedo! Literalmente estamos a punto de ver una batalla mortal – dijo y comencé a reír - ¡No te rías de mí! ¿Por qué diablos no estás tan nervioso como yo?

-        Lo estoy, pero si ambos entramos en una crisis, no creo que ayude

-        Nuestros padres van a matarse y luego nos matan a nosotros, es el fin, ya no hay nada más que hacer

-        Alexa, tienes que calmarte, todo saldrá bien; el acuerdo es bueno, hemos repasado cada punto como cien veces y ellos por más tercos que sean, tendrán que aceptarlo

-        Tienes demasiada confianza y me asusta

-        Tengo suficiente confianza para los dos

-        Excelente, porque yo no tengo ni un poco – respondió haciéndome reír

-        Ya verás como todo irá bien y si no... prometo escapar contigo

-        ¿Promesa? – preguntó y su voz me enterneció

-        Promesa

Ambos teníamos que prepararnos para la reunión, así que terminamos la llamada despidiéndonos como si estuviéramos a punto de irnos a la guerra y solo cuando me quedé en el silencio de la habitación, los verdaderos nervios comenzaron a hacerse presentes.

¿Qué pasaría si efectivamente mi padre terminaba peleándose con el señor Pemberton?

¿Qué sucedería si ellos perdían el control?

¿En verdad sería posible que ellos abrieran su mente y nos escucharan?

El acuerdo era bueno y beneficiaba por partes iguales a ambas familias, además, habíamos detallado cada punto con tanto esmero que no era posible que hubiera un fallo, pero bueno... nuestros padres eran especialmente buenos en encontrarle errores a las cosas y de una forma u otra, alguno de los dos empezaría una discusión, de eso estaba seguro, pero tenía fe en que podríamos mantenerlos bajo control y de esa forma terminar de firma los documentos de una vez por todas.

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