CAPÍTULO 32

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ALEXANDRA PEMBERTON

Por fin el acuerdo estaba firmado y aun me costaba creerlo; mi padre había estado reacio a firmar, pero no podía poner ninguna objeción ya que el acuerdo era detallado y perfecto; además, pese al desagrado que sentía por Francesco Andreotti, hasta mi padre tenía que admitir que una tregua era la mejor opción en estos momentos.

La empresa estaba creciendo y expandiéndose cada vez más, los negocios iban excelente y las alianzas que teníamos eran precisas y muy beneficiosas, pero continuar con dispuestas sin sentido con los Andreotti no tenía lógica, así que el acuerdo era lo ideal y él confiaba en mi criterio, después de todo, estuve cien por ciento involucrada en el proceso de este acuerdo y estaba completamente segura de los beneficios que este traería a nuestra familia.

Pero si bien este problema ya estaba solucionado, aun faltaban muchos otros, entre ellos, el negocio de los hoteles Golden y peor aún, encontrar la forma de decirle a nuestros padres que Lucca y yo estábamos juntos, honestamente no tenía idea que me asustaba más, si no obtener ese gran contrato o tener que sincerarme con mi padre.

Tenía miedo de su reacción, porque las cosas empezaban a mejorar y todo podía venirse abajo muy fácilmente; no quería decepcionarlo, no quería que pensara que lo había traicionado, no quería enfrentarme a él, pero eventualmente tendría que hacerlo, porque los secretos siempre terminan saliendo a la luz y era preferible ser honesta a que él lo descubriera por alguien más.

Intenté despejar mi mente de los problemas y preguntas que comenzaban a arremolinarse en mi cabeza y me centré en la persona que justo ahora me hacía inmensamente feliz.

"Lucca"

Si me hubieran dicho hace unos meses que terminaría haciendo tantas locuras por alguien más, les habría dicho que estaban locos, pero si algo había aprendido en este tiempo era que las cosas podían cambiar con mucha facilidad, porque desde que conocí a Lucca, no había parado de tomar decisiones que podían clasificarse claramente como una locura.

Nunca antes me permití hacer lo que quería y gracias a él lo había hecho; nunca nadie me hizo sentir tan especial y amada como él lo hacía, porque Lucca me hacia sentir que era lo más importante para él y me demostraba con acciones que sus sentimientos eran reales; nunca antes me había envuelto en escándalos ni me había arriesgado, pero con él, sentía que todos los riesgos valían la pena y esos sentimientos, de amor, libertad, desenfreno e incluso locura, me hacían sentir viva por primera vez.

Con Lucca no era necesario fingir, no tenía que ser perfecta ni guardarme mis opiniones, con Lucca no tenía que obligarme a sonreír o actuar como me habían enseñado a hacerlo, con él todo se sentía más real y eso era especial para mí.

En este mundo, las apariencias importaban mucho y con la única persona que siempre me había permitido ser honesta era con Noah, porque él era mi mejor amigo, casi mi hermano y me entendía como nadie, pero en el fondo, siempre deseé encontrar a otra persona que pudiera comprenderme, una persona que me robara el aliento e hiciera aparecer mariposas en mi estómago; siempre quise encontrar a esa persona que me hiciera sentir todas esas emociones que tanto miedo me daban y ahora que la había encontrado, la vida se sentía distinta, como si todo tuviera un nuevo color y mi futuro volviera a ser brillante.

Estaba enamorada de Lucca hasta el punto que me aterraba, porque a su lado me sentía valiente, pero también vulnerable; él era capaz de acabar con mi estabilidad y eso me daba miedo; ¿Cómo es que se había convertido en alguien tan especial para mí? Honestamente no tenía idea de la respuesta, pero quizá de eso se trataba el amor.

Quizá era así como surgía, sin razones ni lógica, quizá el amor era solo suerte o una decisión del destino, tal vez nadie tendría nunca la respuesta a esa pregunta...

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