20: escribiendo...

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Elisa aparece por la puerta del salón y nada más verme fija sus ojos en mí con asco. Mamá se coloca delante mía y la saluda falsamente.
En ocasiones me da pena la situación de Elisa, no os voy a mentir.

- Buenas noches, Nora - murmura Elisa y luego se vuelve hacia mi padre quién aparece por la misma puerta que ella ya que es quien se ha encargado de abrirle. - Hola - dice mirando a Laia y obviamente a mi me ignora.

- Ven, siéntate aquí mientras esperamos a Sergio y Diana - le indica papá a Elisa y los dos se sientan.

- También podría ayudar a terminar de poner la mesa - murmura Laia ganándose un codazo. - ¿Qué? - le pongo mala cara y ella termina entendiendo.

No quiero que mi padre escuche los comentarios de Laia y menos cuando hace unos años le prometí que me llevaría bien con su hija. ¿Qué ha salido muy mal? Si, pero sigo intentándolo.

- No la provoques - murmuro y mi mejor amiga blanquea los ojos. - Laia, va enserio.

- Solo porque quiero conocer los detalles - murmura ella de vuelta.

- Sabes que no te los voy a dar - la miro seria y ella sonríe de lado.

"Ay, no"

- Ay, si - sus ojos se oscurecen y eso sólo significa que va a hacer algo malo. - Y bueno Elisa, ¿te sigue gustando el italiano pese a que está liado con Gabbi?

Elisa se vuelve hacia nosotras y ríe mientras niega con la cabeza. Papá está mirando con mucho interés la conversación y se que voy a salir mal parada.

- Claro, aunque no se como se tomará Gabbi que antes de verla a ella siempre quede conmigo - sonríe de lado al ver como mi ceño se frunce. - Por ejemplo, hoy hemos quedado para desayunar, y diré "quedar" para no entrar en detalles.

- Anda, en eso os parecéis - susurra Laia, pero sinceramente ni la he escuchado.

¿Cómo sabe que habíamos quedado? Probablemente sea un farol, pero ¿cómo sabía precisamente que hoy habíamos quedado? Siento como sus ojos me miran con triunfo, sabiendo a la perfección que me ha molestado su comentario.
Laia es ahora quien me codea para que reaccione.

- ¿Sales con el italiano? - pregunta papá extrañado.

- Si, pero tu hija se está intentando interponer entre nosotros - bufa molesta. - Se que no ha hecho nada, pero me molesta que ambos queden, aunque son amigos o al menos por parte de él. Y la verdad me molesta que después de pasar todo el día de ayer con él y la mañana de hoy, ella venga a quedar con él sabiendo que me molesta - actúa demasiado bien la hija de su p... madre.

- Tú no has estado con él - digo insegura. Y si, igual y me esté afectando. A ver, vengo de pasar una tarde con él donde hemos hecho cosas que solo hago con gente que confío, y bueno, hemos ido muy rápido y quizás no le conozco lo suficiente e igual, y la he cagado.
Laia tiene sus ojos clavados en mi, sabiendo a la perfección que sus palabras me están confundiendo.

- ¿Cómo se siente comer las sobras de otra?

Una vez más el timbre de mi casa salva el ambiente incómodo que se acababa de formar. Soy yo quien abre la puerta y tengo que fingir que las palabras de mi hermanastra no me han hecho hundirme. Saludo a mi hermano y a su novia, la cual es demasiado insoportable y veo comprensible que se lleve bien con Elisa.

Antes de entrar de nuevo en el salón dejo mi teléfono sobre la cama. No es que el italiano me fuese a escribir, porque repito, pocas veces lo hace. Y si, precisamente si tenía un mensaje de él, el cual me negaba a responder ahora mismo.

Más que nada porque estoy dolida por lo que Elisa ha soltado y se que la pagaría con él. Así que mejor me tranquilizo y ya después le responderé.

Elisa es consciente de las grandísimas inseguridades que tengo y sabe también que fueron creadas por ella y mi ex.  Bueno, no solo ellos, pero si han sido los más recientes. Suspiro y decido volver con pasos firmes hacia el salón. Ignorando mis ganas de encerrarme en mi habitación y probablemente echarme a llorar. Pero debo confiar en Damiano, y mentalizarme que todo es un farol de Elisa.

Entro de nuevo en el salón y finjo una de mis mejores sonrisas. Laia agarra mi mano corriendo y me sienta a su lado, pero por desgracia tengo a Elisa enfrente junto con Diana. Y honestamente, esas dos juntas solo saben escupir veneno.

- Y Gabbi, ¿qué tal la universidad? - pregunta mi hermano mayor, con el cual no tengo mucha relación, pero es por culpa de su novia y con la que lleva muchísimos años.

- Bien, aprobando - digo automáticamente ya que mi cabeza solo sabe pensar en lo que la estúpida de Elisa ha dicho y por qué mierdas ha sabido que ellos dos habían quedado. - ¿Os habláis?

Vale, iba a decirlo para mi misma, pero bueno, una vez más pienso en alto.

- Por supuesto - ríe.

- Probablemente sea mentira, ya la conoces - susurra Laia pero Elisa capta el mensaje.

- Míralo por ti misma - se pone en pie y se acerca a mi, me entrega su móvil con la conversación con el italiano abierta. Y si, es él. Es exactamente la misma foto de perfil. Me niego a leer lo que hay escrito, pero si que veo que sale "escribiendo..."

- No me interesa - susurro y ella sonríe triunfal al ver que ha conseguido dañarme.

- ¿De qué habláis? - pregunta mi hermano curioso.

- De nada. La universidad bien, en el próximo cuatrimestre nos han ofrecido unas prácticas semiobligatorias.

- ¿Semiobligatorias? - Elisa y yo asentimos ante la pregunta de mi padre.

- Es prácticamente hacer jornada completa en un hospital, nos convalidan las prácticas pero a su vez las horas extras que hacemos son voluntarias. Nos han ofrecido esta opción para los estudiantes que queramos, ya que como sabéis los hospitales están un poco escasos de personal han decidido que los estudiantes desde cuarto de medicina podamos ayudar - mi padre nos mira orgulloso mientras escucha a mi hermanastra y yo sin duda alguna estoy deseando atragantarme con el puré.




Entro en mi habitación seguida de Laia y lo primero que veo es mi teléfono, sin mirar las notificaciones decido apagarlo. Mi mejor amiga mira lo que acabo de hacer sin entender.

- Sabes que es todo una mentira de Elisa, ¿no? - se acerca a mi y coloca las manos en mis hombros.

- Estaban hablando, eso era verdad, ¿y si lo otro también? - siento como la voz se me corta. - ¿Y si sólo estaba jugando? No sería el primero que lo hace.

- Damiano no es él.

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Holi, no me he muerto. Perdón por tardan en subir!!!!

Mamá, ¿te gustan los italianos? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora