31: como asesinar a un italiano. Primer acto

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La noche continuó con tranquilidad o eso es lo que recuerdo, porque lo cierto es que Damiano me acostó porque me quedé dormida en su hombro.

Abro los ojos y suspiro al ver al italiano durmiendo plácidamente. La verdad es que no me termino de acostumbrar ¿cómo me he conseguido a semejante señor? O sea, miradme, no estoy mal, pero por favor, tampoco nos pasemos.
Con cuidado quito el brazo que rodea mi cintura y me siento en la cama. Damiano se mueve y con su mano palpa la cama hasta que da con mi muslo y sonríe.

"Jo, es que es monísimo"

- Lo se, pero tú también - dice con voz ronca y yo me autoriño internamente por pensar en alto. - ¿Qué hora es?

- Ni idea, no sé dónde está mi móvil - bufa fingiendo estar molesto y se incorpora levemente en la cama, rasca con los puños sus ojos y me sonríe.

"Si él supiese lo que me provoca esa sonrisa..."

- Non mi dai il buongiorno? - murmura haciendo una mueca y acercando su rostro al mío.

- Cazzo! - le empujo levemente y él me regala el bonito sonido de su sonrisa. Os juro que no me pienso cansar de este sonido en la vida. Así que,  por dios que me joda la vida pero que no me la destruya.

- Recuérdame que no te deje estar a solas con Thomas, está mal educando a mi chica - aparta un mechón de pelo y lo coloca detrás de mi oreja.

- ¡Jamás! Pienso aprenderme todos los insultos posibles - sonrío y de nuevo le hago reír.

- Así que me ha tocado tener una novia mal educada, ¿no?

- Y a mi un novio que es muy mal hijo porque pasa de sus padres y pasa de informarles sobre mi existencia - ¡já! ¿Pensaba que me había olvidado?

- Uno, gracias por confirmar que somos novios - deja un corto beso en mis labios pillándome por sorpresa. - Y dos,  ¿tus padres acaso me conocen? ¿Acaso saben de mi existencia?

"Mi madre también tiene bragas perdidas por Italia"

Y agradezco no haberlo dicho en alto.

- No es lo mismo - alza una ceja en cuanto me oye decir eso.

Obviamente se que si, pero en mi cabeza suena mejor culparle a él.

- Pues por favor, explícame la diferencia.

- Pues la diferencia está en que tu sin consultarme decidiste hacer oficial lo nuestro, subir fotos mías a tus redes sociales y...

- La de Instagram es formal, la de twitter... bueno, menos mal que no me sigues - sonríe y no sé si le quiero matar por interrumpirme o por lo que acaba de decir de Twitter.

- ¿Qué has subido? - de un rápido movimiento se coloca sobre mí y deja un beso en mi cuello. - Italiano - digo seria y apoya su cabeza en mi hombro.

- Sigo esperando el donde está la diferencia - susurra demasiado cerca de mi cuello. Y puede que muy probablemente me esté poniendo demasiado nerviosa.

- Me estás poniendo nerviosa - digo separándole un poco. - Bien, hoy cenas con mis padres - me pongo seria y el alza la cabeza para conectar sus ojos con los míos. Y es normal que me ponga esa cara, ni yo me esperaba que mi boca decidiese hablar antes de consultar con el resto. Le escucho tragar y continúa buscando en mi rostro alguna pizca de broma.

- ¿Lo estás diciendo enserio? - se sienta en la cama y veo como se rasca la nuca donde los mechones de pelo le han crecido un poco. Ahora es él quien está nervioso.

- Si, así es como yo hago oficiales las relaciones - una sonrisa diabólica se plasma en mi rostro al ver como los nervios le están comiendo por dentro e igual y voy a disfrutar un poco de esto. - Aunque te puedes librar si me cuentas qué pasa entre tú y Laia.



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