36: emoji chillo de emoción.

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Pongo un pie en la facultad y siento que voy a llorar, pero no sé si exactamente es de emoción o por el periodo. Un brazo rodea mis hombros y me vuelvo al italiano quién ha aparecido acompañado del resto de compañeros de piso. Saludo a Vic con un enorme abrazo y ella ríe por mi efusividad. Jo, es súper guapa.

- ¿Y a tu profesor no le vas a saludar? - habla Thomas separándose de Vic para aplastarme en un abrazo.

- Socorro - finjo ahogarme y Thomas aprieta aún más el abrazo.

Finalmente me libera y miro a Ethan, quien no es muy fan de los abrazos. Me pone el puño y lo chocamos. Bueno, pues si que se confirma que ese va a ser nuestro saludo siempre.

- Por fin nos devuelves a Damiano, ayer le obligamos a hacernos comida por un mes, de ahí que no te diese señales de vida - habla Vic y me vuelvo al italiano quien esconde las manos dentro del abrigo. Lleva un gorro negro de lana y pufff, también se le ve precioso con eso.

- Lo siento, pero es que mi madre no le dejó irse. Si no creedme que os lo habría devuelto pasadas las veinticuatro horas - miro a Damiano y este me guiña un ojo.

Suspiro en cuanto recuerdo la conversación que tuvimos una de las noches que aún seguíamos confinados.
Damiano da un apretón en mi hombro y vuelvo a suspirar.

Pues si que estoy pillada de él.

- ¿Vamos por un café? - habla el señor italiano y yo asiento. - Nos vemos después - dice como despedida.

Nos acercamos a la cafetería y bueno, jugamos con la suerte de que aún nos falta más de media hora para entrar a clase. Aprovechando que ya no está el resto de italianos presente me saluda en condiciones. Me baja la mascarilla a la par que él se la quita y me da un beso corto. Somos conscientes de que Elisa tiene sus ojos clavados en nosotros dos, y honestamente, que disfrute de las vistas.

Entramos en la cafetería y el bullicio de alumnos adormilados nos ensordece. Tiro del italiano hasta la barra donde se encuentra una de las camareras de siempre. Pido los dos cafés e invito al italiano. Bueno, más bien me pide que le invite porque no tiene dinero suelto.
No tardan en tener listo nuestros cafés y en cuanto nos lo entregan nos dirigimos a clase. Antes de entrar el italiano me detiene.

- ¿Pensaste en lo que te propuse? - susurra e inconscientemente muerdo mi labio.

- Si.

- ¿Si a que te vienes a vivir conmigo o a que te lo has pensado? - dice inseguro y yo alzo una ceja.

- Si a que lo he pensado - uso mi tono de hacerme la interesante y el italiano me golpea el hombro para que hable, parece que las malas costumbres se le están pegando. - Y a que si que me voy a ir a vivir contigo, pero antes tenemos que esperar a que acepten que te quedes otro año - le digo seria y él asiente. - Y lo del año en Italia, me he informado - me mira emocionado. - Y puedo hacerlo, así que tampoco habría problema, bueno, depende de cuánto paguen durante las prácticas. Porque si no te obligo a quedarte otro año más.

- Pagan mejor que en España, te lo aseguro.

- Nadie ha dudado eso - me encojo de hombros.

- Pues básicamente, tu, hace menos de un minuto - hago un gesto con mi mano quitándole importancia. - Bien, ahora a esperar que me concedan otro año más aquí y darle la buena noticia a mi suegro - plasma una sonrisa diabólica en su rostro.

- ¿Entráis? - habla el profesor de Genética y ambos asentimos.

Lo cierto es que ya no hay clases y varios profesores están en nuestro aula porque nos van a informar de cómo va a ir el tema de prácticas. Las cuales se suponían que la jornada completa iba a ser voluntaria pero como nos van a remunerar todas las horas, pues bueno, que hemos llegado al acuerdo de que todos lo haremos.
Básicamente la cosa en el personal sanitario está un poco muy mal, y nos necesitan. Esta nueva ola de covid está arrasando una vez más.

Mamá, ¿te gustan los italianos? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora