Quinto año: Una Risa Inconfundible

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Viernes 26 de septiembre de 1975

Sirius pensó que sería simple. ¿Qué tan difícil puede ser mantener una hoja en la boca durante todo un mes? Bueno, cuando duermes en un dormitorio con otros tres chicos, estás en el equipo de Quidditch, besuqueas chicas, tienes que comer tres veces al día, cepillarse los dientes dos veces, todo mientras lo mantienes en secreto, entonces sí, es muy difícil.

Solo habían pasado seis días desde la luna llena y la cantidad de veces que Sirius estuvo a punto de ahogarse con su mandrágora fue mucho más de lo que se consideraba razonable.

A veces se reía tan fuerte que la hoja era succionada y obstruía sus vías respiratorias. Por supuesto, solo James y Peter sabían la verdadera razón por la que la cara de Sirius se estaba volviendo de todos los tonos de rojo y púrpura. Entonces, cuando Remus se reponía, veía a Sirius ahogándose, y luego corrían en su ayuda, Peter y James lo tiraban al piso el tiempo suficiente para que Sirius corriera al baño y obligará a la hoja a levantarse. Fue un proceso nauseabundo pero les impidió tener que perder un mes más reiniciando sus transformaciones.

Llegó el punto en que Sirius, James y Peter dejaron de reír. Dejaron de hacer bromas, dejaron de hacer bromas de alto riesgo, dejaron de cantar, bailar, cualquier forma de ejercicio que les ahogara las hojas. Las comidas eran menos alegres, las tres cuartas partes de los merodeadores habían dejado de beber, comer, los discos rara vez se tocaban y la Torre de Gryffindor ya no estaba llena de una adolescencia sana.

La vida se volvió aburrida.

Todo esto era un desafío en sí mismo, pero Remus, el querido viejo que se pensaba que era el inconsciente Remus, se dio cuenta de su repentino silencio.

-Está bien- suspiró Remus, cerrando su libro de golpe durante un desayuno incómodo y brumoso, haciendo que los demás se sobresaltaran -¿Qué pasa con ustedes tres?

Peter, James y Sirius intercambiaron miradas confusas, fingiendo que no sabían lo que había querido decir Remus. Digamos que actuar no era uno de sus puntos fuertes.

El chico esperaba impaciente una respuesta con las cejas levantadas, pero ninguno de ellos habló. Sus ojos se posaron en la copa de Peter -Pete, no has tocado tu jugo de calabaza. Ahora que lo pienso, no lo has tocado en una semana."

Peter tragó saliva. -¿Yo...yo no lo he hecho?

-No, joder, no lo has hecho- espetó Remus molesto con ojos penetrantes.

-Pero ... ¿y si no quiero?- La voz de Peter temblaba. Remus era especialmente aterrador cuando apuntaba a personas individuales.

-Pete, te encanta el jugo de calabaza- dijo intencionadamente.

Peter les dio a Sirius y James miradas suplicantes, sin saber qué excusa usar. Sirius abrió los ojos un poco, indicando al chico que no se quebrara bajo presión.

Remus, al ver la súplica de Peter, giró su cabeza hacia Sirius. -¿Qué le hiciste?- preguntó, señalando a Peter, cuyo rostro se había puesto blanco.

Sirius levantó las manos en defensa -¡Yo no hice nada!

-Rompiste a Peter- acusó.

-Yo no rompí a Peter- objetó Sirius dramáticamente.

-Bien, entonces rompiste a Peter- Remus redirigió su atención a James.

-¡Yo no hice tal cosa!- James jadeó, llevándose una mano al pecho dolido.

-¡Bueno, alguien rompió a Peter!

-¡Nadie me rompió!- exclamó el niño, dominando la voz de Remus y haciendo que todos los demás se callaran. Nunca lo habían escuchado gritar antes -Yo sólo...- se encogió en su asiento, mordisqueando su labio -Estoy en ... una dieta.

See The Rainbows In My Eyes [Traducción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora