Quinto año: Enmiendas

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Miércoles 26 de mayo de 1976

Sirius tenía ciertas formas de hacer las paces.

Con James, fue fácil. Nunca podrían estar enojados el uno con el otro por mucho tiempo, era físicamente imposible. Después de ignorarse el uno al otro durante unas horas, uno se rendiría y luego el otro también, terminando disculpándose como idiotas sentimentales hasta que no se pudo hacer nada más que bromear sobre lo tontos que habían sido.

Nunca se había enojado lo suficiente con Peter como para enfrentarlo, así que la mayor parte del tiempo Sirius se burlaba del chico hasta que ambos esbozaban una sonrisa felina. Su forma de decir: "Estamos bien ahora".

Sirius y Marlene peleaban como hermanos, un acto habitual, casi arraigado, de lloriquear por la ropa y los álbumes que a ambos les gustaba pero que no podían compartir. Brindarían con una botella de whisky y se beberían sus penas mientras giraban vinilos o se sentaban en lo alto de la Torre de Astronomía, fumando un cigarrillo tras otro, sus argumentos perdidos en la niebla gris.

Era difícil luchar con Mary ya que su corazón no podía soportar ver a alguien enojado. Así que al final, abrazaría a Sirius o diría "lo siento cariño" con un beso en la mejilla y todo sería perdonado.

A Lily y Sirius les gustaba pelear, discutir como rivales, pero era difícil ganar una discusión contra Evans. Siempre comenzaba con un tema poderoso y acalorado, algunos ojos en blanco, Lily lo amenazaba con un maleficio o dos, Sirius se callaba porque era aterradora cuando se enojaba y ella le enseñaba una lección de vida cursi que él llevaría por el resto de su vida. Su relación era como madre e hijo, llena de discusiones y regaños y Sirius hueles como un perro mojado pero oh tanto amor.

Ahora, Remus y Sirius... Eran como botellas de alcohol puro, letales cuando se prenden fuego. La ira era algo que tenían en común, crecieron con el trauma y las cartas de mierda, manteniéndolo reprimido hasta que uno se metía bajo la piel del otro y todo se desataba.

Se empujaron los límites del otro, vieron cuántos insultos y maldiciones se podían lanzar hasta que el otro se quedaba boquiabierto. Era un juego retorcido y enfermizo que solo terminaba en sangre y corazones rotos, pero eran como lobos hambrientos merodeando por el bosque y la pelea era su carne.

La enmienda de ellos, fue ignorarse y evitarse hasta que la disputa se desvanecía con el tiempo. Sirius era testarudo, odiaba que le dijeran qué hacer, se controlaba, le gritaba. Podía admitirlo. Pero Remus era otro nivel de terquedad hasta el punto en el que podían seguir en silencio y a regañadientes durante semanas hasta que Sirius tuvo que pellizcar la llama ardiente que ardía entre ellos y disculparse primero.

Y ahora era otro de esos momentos en los que ninguno había hablado. Sirius intentaba captar la atención de Remus con ojos grandes y ansiosos, abriendo la boca para disculparse, pero todo lo que obtenía era la nuca. Era como si Sirius fuera un fantasma, parado afuera y mirando hacia donde estaba Remus.

Ser ignorado intencionalmente era una especie de sentimiento de impotencia.

Pero Sirius todavía buscaba a Elio, era una buena distracción para todo el estrés al que había estado pasando. Se encontraron esa mañana, bocas chocando como meteoros, y Elio lo llevó de la mano a un lugar secreto que había descubierto justo al borde del Bosque Prohibido. Estaban rodeados de arbustos y sauces llorones, acostados juntos en la hierba. El sol estaba alto y el aire era cálido a su alrededor.

Elio se puso de costado, con la mano apoyada en la cabeza. Observó a Sirius con curiosidad, como un acertijo, un rompecabezas al que le faltaba una pieza. -¿Hey, qué pasa?

Sirius miró al cielo, viendo las nubes esponjosas convertirse en animales deformados. Mi mejor amigo está enojado conmigo y no sé cómo hacer las cosas bien. -¿Hm? Oh, nada, solo sobrecarga de trabajo.

See The Rainbows In My Eyes [Traducción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora