Quinto año: Llena mi vacío

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Martes 21 de octubre de 1975

-Buenos días, lobo sexy- gruñó Sirius juguetonamente mientras Remus se despertaba, con parches de algodón cubriendo su pecho mientras una cicatriz fresca cortaba desde su clavícula hasta debajo de su camisa de dormir. Remus abrió un ojo para mirar a su visitante, gimiendo cuando vio quién era.

-¿No es un ángel?- James suspiró, mirando boquiabierto a Remus mientras el chico se adaptaba a la intensa luz del sol.

Remus se la aventó, la cabeza enterrada en su almohada.

-Parece egoísta tener tanta belleza para mí- comentó James, sacudiendo la cabeza solemnemente.

Remus se aclaró la garganta antes de hablar, tosiendo un poco. -James, deja de actuar como si estuviéramos saliendo- refunfuñó con voz ronca, con la voz quebrada y tensa como si alguien le hubiera retorcido el cuello.

Sirius hizo una mueca al pensar en Remus gritando hasta que sus pulmones se agotaron, el lobo arañó sus cuerdas vocales hasta que rasgó su máscara de guerrero. Le dio náuseas, el estómago dio un vuelco ante la idea. No el lobo, Sirius pensó que Remus ser un hombre lobo era algo hermoso, pero eso no significaba que no se avergonzara al pensar en él transformándose sólo en esa vieja choza sin nada más que la luna y sus gritos de compañía.

Merlín, a veces odiaba la luna.

-Entonces- comenzó James, relajándose en el sillón junto al catre de Remus, apoyando sus piernas en el colchón mientras sonreía ampliamente. -¿Qué le gustaría hacer hoy al encantador Moony?

-Dormir- respondió sin pensarlo dos veces.

—Entonces dormirás —declaró James como un rey real, saltando de su asiento, procediendo a acomodar la almohada de Remus y arrastrar sus mantas hasta arriba para que se acomodaran cuidadosamente debajo de su barbilla.

Remus se acurrucó en el cómodo catre, sonriendo encantadoramente, esa sonrisa de Moony. -Gracias, buen hombre- asintió.

James se inclinó elegantemente, -Cualquier cosa por nuestro Moony.

***

Sirius se derrumbó en el lujoso sofá de terciopelo de la sala común de Gryffindor, dando un suspiro de cansancio mientras su figura se hundía en los cojines.

La noche anterior, los merodeadores habían reiniciado su proceso animago. Bendito sea James por haber estado allí para calmar a Sirius antes de que le diera a Peter una conferencia completa sobre la importancia de no volver a fastidiarla. Y como siempre, Sirius se quedó despierto mucho después de que los demás se hubieran ido a dormir, esperando en un silencio nervioso hasta que fue recibido por un aullido escalofriante.

El grito sobresaltó a Sirius una buena media hora después de que saliera la luna. A veces solo quería ir a esa choza, irrumpir a través de esas desvencijadas puertas astilladas y estar allí para Remus solo para no quedarse parado por tanto tiempo.

Sirius entendió que el chico se enfrentaba a una oleada de dolor en las lunas llenas, pero no podía seguir luchando contra ellas, no era saludable. Por otra parte, ¿Quién era él para juzgar?

-Odio las cartas estelares- refunfuñó James, encorvado sobre su mapa, la pluma marcando diferentes constelaciones con movimientos bruscos e irritados. Desde donde mintió Sirius, se dio cuenta de que James lo estaba haciendo todo mal, pero no intervino.

-¿Qué es esto?- Preguntó Peter, volteando su pergamino y apuntando con su pluma a lo que sería Vega.

James levantó las manos dramáticamente. -¿Cómo diablos debería saberlo?-

See The Rainbows In My Eyes [Traducción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora