Lunes, 1 de septiembre de 1975
—Esto es ridículo.
—Vamos Potter, es solo una competencia amistosa.
—No, Black, no vamos a hacerlo.
—Solo sabes que vas a perder.
—¡Claro que no!— jadeó.
—Bien, tres galeones— propuso Sirius, extendiendo una mano, su paciencia se estaba agotando -Es decir, a menos que estés demasiado asustado.
Sirius podía ver la tentación acechando en los ojos de James. El chico nunca fue de los que rechazaron un desafío, pero tampoco de los que se comprometieron con algo que sabía que no podía ganar. Sirius, sin embargo, siempre estaba dispuesto a todo. Sin importar el precio, estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario. Lástima que esa sería la razón de su derrota.
Su mano extendida estaba ansiosa por ser estrechada, por establecer un desafío, por ganar un premio. Pero era más que solo el desafío lo que lo entusiasmaba; era el riesgo, la emoción, la oportunidad de demostrar su valía. Sirius prosperó gracias a la validación.
James entrecerró los ojos mientras estudiaba la expresión de Sirius, las gafas se deslizaron hasta el puente de su nariz, pero una sonrisa tiró de las comisuras de sus labios, y así todo pareció cambiar
—Estás dentro— confirmó. Los dos chicos se dieron la mano con firmeza y se hizo la apuesta.
—¿Debería atreverme a preguntar en qué se están metiendo ahora?— dijo una voz ahumada cuando la puerta de su camarote se abrió. Sirius no necesitaba mirar hacia arriba, reconoció al chico de sus zapatillas. Sus suelas de goma estaban rayadas y embarradas, la tela color crema estaba manchada de suciedad, los cordones se habían deshecho y tenía hilos sueltos en los extremos. Nunca los ató y cuando lo hizo simplemente se desenredaron, haciéndolo tropezar.
Una sonrisa apareció en el rostro de Sirius mientras miraba los zapatos. Todavía no ha cambiado.
Remus estaba apoyado contra el marco de la puerta, con el baúl hecho jirones en la mano y el abrigo cayendo hasta la mitad del muslo. La ropa nunca le quedaba del todo bien. Era demasiado grande o demasiado pequeño, pero a Sirius le gustaban las cosas de gran tamaño en él.
—Bueno, Moony, si te lo dijéramos entonces tendríamos que matarte— dijo Sirius con indiferencia.
—Un asunto de alto secreto, si sabes a qué me refiero— sonrió James, moviendo las cejas.
Remus se limitó a soltar una carcajada, colocando su bolso en el techo y sentándose frente a los dos. Se había vuelto un poco más alto, había desarrollado algunas cicatrices nuevas que se deslizaban desde el cuello de su túnica. Aparte de eso, era el mismo Moony de siempre.
Remus dejó escapar un suspiro mientras se hundía en su asiento, relajándose el cuerpo.
—¿Cómo estuvo el verano, muchachos?
—Muy bien— asintió James —Papá ha estado vinculado al Ministerio, así que pasé la mayor parte con mamá y Pete.
Remus volvió su atención a Sirius, esperando una respuesta del chico que siempre había temido esa pregunta, "¿Cómo te ha ido?" ¿Cómo crees que ha sido? Sirius sintió la cicatriz fresca en su pantorrilla arder, acelerando su pulso, y un débil grito aún atrapado en sus oídos. Sus dedos de los pies se curvaron al recordar, su cuerpo se tensó.
Esos horribles dos meses que Sirius se vio obligado a pasar como cada año con su familia, fue como volverse loco en un manicomio. Tu cabeza se nubla con voces y demonios que te lavaron el cerebro desde adentro, llenándolo con la oscuridad habitual que Sirius había pasado toda su vida tratando de evitar. Fue una tortura absoluta pero, por supuesto, no podía decirles eso. No podía arriesgarse a ser visto como un tren descarrilado.
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See The Rainbows In My Eyes [Traducción]
Фэнтези[EN PAUSA] Historia hecha por themarauderz -Pero a veces se necesita angustia para que alguien se dé cuenta de lo bien que lo tuvo ... ADVERTENCIA: lenguaje, menciones de abuso, violencia, uso de drogas y alcohol, depresión, 18+ Fanfic de la era de...