Lunes 3 de noviembre de 1975
-¡FELIZ CUMPLEAÑOS!
Sirius se despertó sobresaltado por tres adolescentes que lo atacaban en su cama, sacudiendo su cuerpo hasta que sus dientes castañeteaban, voces extasiadas bramando en sus oídos. Amplias sonrisas y mejillas enrojecidas cubrieron sus rostros mientras saltaban y lo hacían rodar como un saco de patatas.
-¿Cómo se siente tener dieciséis años, viejo puf?- Remus se rio, revolviendo su cabello hasta dejarlo enredado y enmarañado.
-Como si acabara de tener una estampida- respondió Sirius delirante, con el corazón palpitando por la emboscada, la garganta un poco aturdida y la visión todavía tratando de adaptarse. Se frotó los ojos caídos y se dejó caer contra la cabecera, con el cuello todavía un poco dolorido por el tatuaje -¿Qué hora es?- preguntó, notando la tenue luz plateada que escapaba de sus ventanas.
-El tiempo no importa, Black- declaró James, con sus grandes ojos azules, grandes, bailando con emoción. -¡Tenemos toda nuestra vida!
Sirius había pensado en eso, en el futuro. Nunca quiso separarse de sus amigos, nunca quiso crecer y dejar las barreras protectoras de Hogwarts. Mirando a los tres chicos que se apretujaban en su cama doble, Sirius no pudo evitar sentirse tan afortunado, tan agradecido. Cualquiera podía tener amigos, eso era simple, pero amigos que eran familia, eso era algo especial.
Si tan solo supieran cuánto tiempo tienen. Si tan solo alguien les hubiera dicho que apreciaran los momentos antes de que el tiempo los alcanzara. El tiempo era algo tan codicioso, siempre persiguiendo a los jóvenes, los animados, los tortolitos, los soñadores. Siempre persiguiendo a los que más necesitan tiempo.
Un ligero picoteo en la ventana hizo que la cabeza de Sirius latiera con un sonido demasiado familiar. Su rostro se iluminó, tropezando fuera de la cama, recibido por una lechuza común que sostenía una carta en su bolsa y un delgado paquete marrón atado a su pie. Sus ojos negros y brillantes eran como pozos de tinta mirando fijamente su alma. Sirius trató de ignorarlos mientras aceptaba la carta y sacaba el paquete de su garra de talión, la lechuza batió sus alas y se alejó volando.
Sirius sintió que el calor le subía al pecho mientras pasaba el pulgar por el sobre arrugado. Ella nunca olvidó su cumpleaños, no en los dieciséis años que lo conocía. Ella era de los pocos que todavía le importaba, todavía veía a Sirius como un niño inocente y no como un heredero de la familia Black.
La anticipación le picaba en los dedos cuando rompió el sello, sacando un pergamino doblado que contenía una coincidencia casi idéntica a su fina escritura con guión.
¡Feliz cumpleaños, primo! Enviando amor desde el Londres muggle. XO
-Andy, Ted y la bebé Dora
Sirius reprimió una sonrisa, dobló la carta y la guardó cuidadosamente en su cajón para poder sujetarla más tarde. Luego atacó su presente, rompiendo el envoltorio para revelar la cubierta de vinilo más brillante. Los diseños eran brillantes y detallados, dos leones coronados posados en un espejo, un cisne protegiéndolos con sus alas extendidas. Los ojos de Sirius se agrandaron mientras recorrían las palabras laminadas. A Night At The Opera, Queen
-¿Cuál es?- Remus preguntó con entusiasmo, el único que compartía su misma fascinación por la música rock muggle.
Le dio la vuelta a la tapa y observó cómo la expresión de Remus cambiaba, los labios se curvaban hacia arriba mientras su mirada recorría el vinilo.
Sirius colocó apresuradamente el delgado disco en su tocadiscos, levantando el brazo y moviéndolo hacia el borde exterior del disco, accionando el interruptor. El disco comenzó a dar vueltas y Sirius miró con asombro, colapsando de nuevo en su cama con una sonrisa excavada en sus labios.
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See The Rainbows In My Eyes [Traducción]
Fantasi[EN PAUSA] Historia hecha por themarauderz -Pero a veces se necesita angustia para que alguien se dé cuenta de lo bien que lo tuvo ... ADVERTENCIA: lenguaje, menciones de abuso, violencia, uso de drogas y alcohol, depresión, 18+ Fanfic de la era de...