See The Rainbows In My Eyes [Traducción]

Quinto año: Graves errores Parte 2

Sábado 12 de junio de 1976

James no hizo preguntas, no lo regañó, no dijo cuán jodidamente loco estaba Sirius por haber dejado que esto sucediera. Simplemente salió corriendo hacia la noche, sin capa, sin dudar. James siempre correría el peligro, sin importar el costo, sin importar cuán loco estuviera él mismo. Dejó a Sirius en su dormitorio para ahogarse en su preocupación y se apresuró a detener lo que podría ser una catástrofe.

Sirius lloró como un niño patético y asustado, derrumbándose hasta que no quedó nada más que un pésimo corazón en su pecho hueco. Se quedó sin aliento cuando un aullido resonó en la noche, un sonido que alguna vez fue hermoso pero ahora aterrador. Se tambaleó hacia la ventana solo para ver un cuenco de leche perfecto de una luna colocada en lo alto del cielo.

Remus nunca lo perdonaría y Sirius no esperaba que lo hiciera. Perdió a su amigo en el segundo en que se encontró con Snape. No hubo vuelta atrás desde ese momento. El final ya estaba escrito.

Se imaginó el rostro de Remus cuando se transformaría de nuevo, las manos cubiertas de sangre, el sabor metálico en su boca, respirando con dificultad mientras llamaba a sus amigos, solo para ver que no había nadie allí. Nadie para explicarle lo que había sucedido, por qué sus manos estaban cubiertas de sangre aparte de la suya.

Se imaginó a Remus derrumbándose, el mundo cayendo a su alrededor mientras se enfrentaba al epítome del horror. Mientras miraba a un chico destrozado y salvaje. Un chico muerto. Cuando finalmente se acepta a sí mismo como el monstruo que se había negado a ser.

Pero debido a sus malas intenciones y comportamiento imprudente, Sirius sería para siempre la naturaleza detrás del asesinato. Remus era solo un peón. Ese era un tipo de culpa que no sabía cómo manejar, siendo responsable de quitarse la vida incluso si no hubiera sostenido el cuchillo.

Lo que fue solo una hora pareció fundirse en años. Sirius revisó el reloj cada cinco segundos solo para ver que permanecía en la misma posición. Miró hacia afuera, a los terrenos, con la esperanza de vislumbrar a James regresando con Severus, pero hasta el momento no había señales de regreso. La noche estaba silenciosa, dolorosamente silenciosa.

Se mordió las uñas hasta que le sangraron, las cutículas se rasgaron y la carne se le pegó entre los dientes, la piel de los labios había sido arrancada por la frustración. Palpitaban y quemaban cuando los tocaba, las yemas de sus dedos estaban cubiertos de sangre seca.

Sirius era un cobarde. Él debería ser el que esté limpiando su desorden, no James. James estaba arriesgando su vida solo para salvar su culo inmerecido.

Los nervios y el estrés se acumularon hasta que no pudo soportarlo más. Cuando Sirius se enojaba, rompía cosas como un jarrón caro o un espejo antiguo. A diferencia de su antigua casa, no había ni un solo artículo de valor incalculable aquí, en su desordenado dormitorio, que valiera la pena destrozar. Entonces, en una ola de impulso irreflexivo, miró hacia la ventana. ¿Quizás los fragmentos de vidrio en sus nudillos compensarán el daño que había hecho, la sangre que había derramado? Tal vez si lo golpeaba lo suficiente, ¿probaría lo que le había dado a Snape, a Remus?

Sirius anhelaba que lo vendaran antes de que lo cortaran.

Estaba a punto de empujar el puño hacia adelante cuando la puerta se abrió con un crujido y una larga sombra se dibujó en el suelo. Se dio la vuelta para ver a James de pie en la puerta, los tenis manchados de barro, la camisa rasgada en el dobladillo, su expresión en blanco y distante.

-Snape está bien- dijo James antes de que Sirius tuviera la oportunidad de preguntar. "Está conmocionado. Echó un buen vistazo a Remus antes de sacarlo- Entró, con los zapatos llenos de barro, y se dirigió a su tocador donde sacó ropa limpia. Sus movimientos eran inusuales, cansados, apenas podía pararse como si estuviera atrapado en una zona de penumbra. -No puedo decir que no te entregará, honestamente, no lo culparía.