Quinto año: Sin placer

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Jueves 15 de abril de 1976

Es un virus estomacal, se dijo Sirius mientras deambulaba por el castillo. No lo fue. Sabía que no lo era. Pero fingir le dio un poco de paz.

Su estómago dio saltos y piruetas, el corazón empujó y golpeó contra su caja torácica, gritando: "¡DÉJAME SALIR!" pero Sirius guardó todas sus emociones mientras giraba pasillo tras pasillo, subía escalera tras escalera.

Los muros que había construido cuando era niño se derrumbaban lentamente y dejaban entrar lo que más temía. Cambios. Una parte de él trataba frenéticamente de detenerlo todo mientras la otra estaba reclinada hacia atrás, taza de té en la mano, bebiendo tranquilamente mientras observaba cómo se desarrollaba el caos.

Quería saltar por una ventana y caer hasta que la caída en picado lo noqueara o agarrar una esponja y una barra de jabón y tallarse hasta que esta sensación se disipara. Pero por otro lado, le encantaba esta sensación en el estómago. Prefiere bañarse en él que verlo desperdiciarse.

Esto no era propio de él, esta vulnerabilidad no era propia de él.

Sirius estaba comenzando a sentir de nuevo, y eso lo asustó muchísimo.

Un chico, un puto chico con putos ojos azules y puto pelo rubio estaba invadiendo su mente y convirtiendo su cordura al revés. Había una razón por la que no confiaba en Slytherins y esta era una prueba.

Sirius se detuvo en el patio, agarrando sus rodillas mientras jadeaba. Un jueves por la tarde, uno pensaría que una chica estaría deambulando, pero no, todas tenían que tener buenos zapatos de punta y asistir a clase.

Excepto por uno, eso fue. Cuando Sirius levantó la cabeza, la vio sentada en un banco debajo de un roble. Había un libro abierto en su regazo y leyendo tranquilamente, golpeando el suelo con el pie.

Nadie lee nunca afuera en un día nublado, no cuando existían bibliotecas y acogedoras salas comunes. Eso era a menos que tuvieran la esperanza de llamar la atención. Supongo que ese fue el caso porque cuando captó la mirada hambrienta de Sirius, del libro se olvidó, se cerró de golpe sin marcar su página.

Se enderezó y la examinó por completo. Su cabello era un encantador whisky, del color de las hojas caídas, dorado y liso con la primera lluvia del otoño. Sus ojos eran los mismos, tan ricos y oscuros que podrías echar raíces en ellos.

Sí, lo hará.

Y lo siguiente que supo es que estaban en un aula vacía, besuqueandose el uno al otro. La chica tenía manos rápidas, jugueteando con los botones de su camisa de vestir, luego despeinando su cabello mientras lo acercaba.

Sirius estaba demasiado ocupado buscando esa cosa como para preocuparse por las pequeñas manos que recorrían su pecho desnudo o las dulces palabras que murmuraban contra sus labios. Esa cosa que hacía que su corazón se hinchara tontamente. Esa cosa que hacía estallar un fuego en su corazón.

Pero no hubo fuego. Ni siquiera una chispa.

Sirius comenzó a entrar en pánico porque no sentía nada. Besar había perdido su calor, su emoción. Se sentía ... mal.

Se apartó con los labios hinchados y rojos. -Um..esto fue ... realmente agradable, pero ...- comenzó a caminar hacia atrás, golpeando algunos escritorios en el proceso.

La niña se rió. -¿Qué ocurre? ¿No te apetece un salón de clases? Siempre podemos volver a tu dormitorio si ...

-Nope, no, no, eso es..no-. Si era posible, su mente tartamudeaba, prendiendo y apagando como una bombilla parpadeante. No tuvo oportunidad de respirar.

See The Rainbows In My Eyes [Traducción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora