Ahi me lo explicó...
-Tienes-repitió- ese gracioso aspecto que tienen los perros cuando....
-Basta! -exclamé. Una palabra más y me sentiré ofendido... El se echó a reir...
-Esta vez tienes razón Albrecht... olvide que no eres doctor... ¡me imagino la impresión! A mi también me sucedió algo parecido al principio pero ya después me dió igual... Lo bueno es que no viste a Süssigkeit... me hubiera sentido algo celoso - decía mientras habíamos llegado al departamento- ¡Otro día será!
-Buenas tardes -le dije.
-Buenas tardes, cachorro.
Le derribé la vela de un almohadazo y me acosté a oscuras. Hans recogió la vela, la
encendió de nuevo y se puso a leer....
Durante dos semanas permaneci de servicio. Regresé muy tarde y no pude ver a miss Süssigkeit hasta el dia siguiente por la noche. No estaba en el jardín y la esperé en el despacho del hospital.
En la habitación que servia de despacho y a lo largo de la pared, habian muchos bustos de mármol sobre columnas de madera pintada.
El vestibulo también estaba repleto de ellos. Tenian la rara propiedad de parecerse todos. Siempre había encontrado la escultura pesada y aburrida, pero al menos los bronces parecen alguna cosa, mientras que los bustos de mármol recuerdan un cementerio. Sin embargo, también existe un magnifico cementerio, el de Pisa. Para ver pésimos mármoles hay que visitar Génova. La villa habia pertenecido a un alemán muy rico y los bustos le debian haber costado muy caros.
Me pregunté quién los habia hecho y cuál podria ser su precio. Intenté averiguar si eran mármoles de alguna familia o bien otros personajes. Pero todos eran uniformemente clásicos.
No inspiraban ninguna. reflexión.
Me senté en una silla con mi gorra militar en la mano. Teniamos permiso para usar los cascos de acero incluso en Goritzia, pero eran incómodos y resultaban grotescamente teatrales en una ciudad cuya población civil todavia no había sido evacuada. Solamente lo usábamos, asi como también una máscara de gas inglesa, cuando subia a las posiciones.
Estas máscaras eran muy completas.
Las acabábamos de recibir. A los médicos y otros miembros del Cuerpo de Sanidad también se nos recomendaba llevar una pistola automática.
Notaba la mia contra el respaldo de la silla. Si no se llevaba la pistola a la vista, se corría el riesgo de que lo arrestaran a uno. Albrecht llevaba la pistolera repleta de papel higiénico. Yo usaba una de verdad, y me crei un gran tirador hasta el dia que me vi precisado a utilizarla.Era una «Astro, calibre 7,65. El cañón era muy corto y, cuando se disparaba, el retroceso era tan brusco que no se tenia ninguna probabilidad de alcanzar el objetivo. Me habia ejercitado, mirando por encima del punto de mira e intentando evitar la sacudida del pequeño y ridiculo cañón, tan bien que acabé tirando a un metro de donde habia apuntado. Entonces noté una sensación de ridiculo en mi espiritu. Pronto olvidé aquel hecho. La llevaba bailando sobre los riñones, sin otra reacción que la de un vago sentimiento de vergüenza cada vez que me encontraba con personas inglesas, Y yo seguia alli, sentado en una silla, bajo la no muy indiferente mirada de un ordenanza, detrás de una mesa, mientras esperaba a miss Süssigkeit, contemplando el suelo de mármol, las columnas con los bustos de mármol y los frescos de la pared. Los frescos no parecian malos. Ninguno lo parece cuando empiezan a desconcharse. Vi a Süssigkeit en el corredor.
Me levanté. No parecía muy pequeña cuando se me acercaba, pero estaba realmente encantadora.-Buenas tardes, Hans -dijo ella.
-¿Cómo está?-contesté. El ordenanza escuchaba detrás de su mesa.
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Reencuentro en el vértice
FanfictionAlistair quien se había vuelto piloto de combate, muere en la guerra. O eso es lo que parece... No amaba a Candy ni se le ocurría que pudiera amarla. Aquello era casi como el bridge, un juego donde te vas sin decir nada en vez de manejar las cartas...