Tertulias, Bailes, Galas, Cotillones...

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La situación sentimental del "Gran Conde Alfred Von Müller" era un cotilleo de perfil bajo que se mantenía en boca de todo el país hacía ya algún tiempo, por lo que evidentemente, más de una madre o padre no tardó en presentarle a sus hijas, puesto que un partido como él no podría estar disponible tan fácil de nueva cuenta. Ante esto y como era de esperarse se sintió terriblemente incómodo, pues su asistente Franco no había viajado con él para ayudarlo a escaparse, asi que sin más opciones escuchó pacientemente una por una las presentaciones y bailó durante la velada varias piezas con las señoritas de los padres más insistentes. Pero para ser sincero consigo mismo, Stella Bancroft le había simpatizado, pues aparentemente no era ostentosa y caprichosa como las demás, además de que tenía tema de conversación -algo que ya era una ganancia-. Así que en cuanto terminaron de bailar, cuando ella le pidió la acompañara a la terraza a tomar un poco de aire por la excusa de sentirse acalorada, aceptó.

-"Quizás si ve que me interesan otras mujeres pueda hacerla reaccionar"

Mas todo era en vano...

La esposa de su único hijo, la que él había acogido bajo su protección, la que estaba como la primera opción para convertirse en su condesa... ¡Candy! Ni siquiera lo miraba.

Es tan... - ¡terca!

Fiestas sin un motivo concreto...

Tertulias... eternas.

Cócteles...

Galas...

Bailes...

¡Cotillones...!

Nada.

Vestidos, joyas, regalos... siempre acompañada por dos damas de compañía y dos escoltas. ¡Que el mismo había insistido que tenga!...

Y nada.

Lo único que quería... no... hacía sin su consentimiento ¡era meterse con los oficiales para trabajar!

...

La discusión entre Candy y el conde Müller era cada vez más acalorada.

-¡Entiéndelo Candy no voy a permitir que se arriesgue

su vida por un acto de valentía!

Le rebatió levantándose de su sillón y apoyando sus manos sobre el escritorio de su despacho.

-¡No es un acto de valentía!. ¡Me necesitan!. ¡Soy enfermera y para estas situaciones me capacité!.

Respondió furiosa. El conde la miró decidido y sin tentarse el corazón le respondió en un tono autoritario que jamás habría utilizado con ella.

-¡No iras!. ¡Eres mi nuera y harás lo que yo te diga!.

Escucharlo de aquella manera rebasó sus emociones y con llanto en su rostro le reclamó.

-Hay niños... mujeres embarazadas, muchos bebés. Por más que trato de entenderlo no puedo, porque cuando entré en ese pabellón en especial y miré a todos esos pequeñitos, no pude dejar de imaginar que hubiera sido de mi si en este momento estuviera en esa situación

-Candy... -Le habló tranquilizándose y con toda la paciencia que pudo al notar su afección- entiendo que quieras ayudar pero es muy riesgoso, no soportaría que algo malo le pasara. Yo no sabría cómo vivir.

Pero Candy a quien su vocación de servicio la llamaba no hizo caso y con firmeza le respondió.

-Nada malo va a sucederme sé lo que hago. Esto lo entienda o no es algo que mi corazón me pide hacer.

Reencuentro en el vértice Donde viven las historias. Descúbrelo ahora