¡Que Candy...! !¿Que?!

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Me desperté cuando Kessler volvió, pero no me dijo nada y me volví a dormir. Por la mañana, antes de amanecer, ya me había vestido y marchado, y Kessler no se despertó cuando salí.

Nunca había visto el Bainsizza y me parecía raro trepar por estas cuestas que habían pertenecido a los austriacos, más allá del sitio en que fui herido, sobre el río. Había una nueva carretera con una cuesta muy rápida y muchos camiones. Más lejos el terreno se allanaba y, en la niebla, percibí bosques y colinas escarpadas. Algunos bosques habían sido tomados muy rápidamente y no los habían destruido. Más lejos, allí donde las colinas ya no la protegían, la carretera se prolongaba por una especie de esteras, colocadas a los dos lados y por encima de la misma. La carretera conducía a un pueblo en ruinas. Las trincheras estaban un poco más arriba. Por los alrededores había mucha artillería. Las casas estaban completamente destruidas, pero todo estaba muy bien organizado y había letreros por todas partes. Encontramos a Gino. Nos dio café. En seguida marchamos juntos. Me presentó varias personas y visité los puestos. Gino me dijo que las ambulancias inglesas prestaban servicio un poco más abajo, en Ravne. Admiraban mucho a los ingleses. Aún bombardeaban un poco, me dijo, pero no había muchos heridos. Pronto habría muchos enfermos a causa de las lluvias. Se creía que los austriacos debían atacar, pera no pensaba que lo hicieran. También se suponía que atacaríamos nosotros, pero no habían llegado nuevas tropas, lo que le hacia pensar que tampoco lo haríamos. Los alimentos escaseaban y estaría muy contento de poder hacer una verdadera comida en Goritzia. ¿Qué había comido para cenar? Se lo dije y lo encontró maravilloso. Particularmente le impresionó el dolce. No le hice una descripción bien detallada. Le dije solamente que era un dolce, y creo que se imaginó que era algo más refinado que un simple pastel de miga de pan.

¿Sabía dónde lo iban a mandar? Le contesté que no lo sabía, pero que algunas de nuestras ambulancias estaban en Caporetto. Esperaba que lo mandarían allí. Era un lugar pequeño, muy bonito, y le gustaban las grandes montañas que se elevaban detrás de él. Era un muchacho muy simpático y todos parecían quererle. Me dijo que el San Gabriele había sido un verdadero infierno, igual que el asunto de Lora, que había terminado mal. Dijo que los austriacos tenían mucha artillería en los bosques.

Salí y subi con mis cosas. Kessler no estaba en la habitación, pero todas sus cosas estaban alli. Me senté en la cama. Desenrollé mis bandas y me quité el zapato del pie derecho. En seguida me tendí en la cama. Estaba cansado y me dolía el pie derecho. Parecía un poco tonto, acostado en mi cama, con un solo pie descalzo. Me levanté, desaté el otro zapato y lo dejé caer al suelo. Después de lo cual me volví a acostar sobre la espalda. La habitación olía a encerrado, y la ventana lo estaba, pero me sentía demasiado cansado para ir a abrirla. Vi que todas mis cosas estaban en un rincón de la habitación. Afuera empezaba a oscurecer. Acostado en la cama pensaba en Candy y aguardaba a Kessler. Iba a probar de no pensar en Candy fuera de la noche, antes de dormirme. Pero ahora estaba cansado y no tenía nada que hacer. Así que podia pensar en ella. Cuando Kessler entró estaba pensando en ella. No había cambiado. Tal vez había adelgazado un poco.

-Y bien, pequeño -dijo.

Me senté en la cama. Se acercó, se sentó y me rodeó con su brazo. -!Este viejo niño! -Me dio una fuerte palmada en la espalda y yo le cogi los brazos-.

-viejo niño! Déjame ver tu rodilla.

!Mi...

-Tengo que quitarme los pantalones. -Bueno, quítate los pantalones, pequeño. Estás entre amigos. Quiero ver cómo te han dejado esto.

Me levanté y me bajé los pantalones, luego me quité la rodillera. Kessler se sentó en el suelo

y me hizo doblar la rodilla suavemente, de delante hacia atrás. Pasó su dedo por la cicatriz, puso sus dos pulgares sobre la rótula e hizo girar la rodilla entre sus dedos, delicadamente.

Reencuentro en el vértice Donde viven las historias. Descúbrelo ahora