Siento la cabeza pesada, frío, cansancio y tengo el cuerpo tieso, entumido de tenerlo
en la misma posición aproximadamente unas cuatro horas. Estoy sentada en la silla del comedor con los brazos apoyados en la mesa sosteniendo mí cabeza que tiene los ojos cerrados por el sueño que tengo.Escucho un ruido a mis espaldas, más bien son unos pasos que se
aproximan a mí, de repente, dejo de escucharlos y al instante siento un cobijó que me proporciona el calor que mucha falta me hace. También percibo un aroma peculiar que me recuerda a él, a mi persona favorita y sin poderlo evitar doy un suspiro.-Me quedé dormida...
...
Las lagrimas la traicionaron y decidida a no seguir mirando parejas aceleraba el paso, para poder irse a casa. Su departamento, su sagrado y minúsculo departamento, pero suyo, nada ni nadie en el mundo podía decirle nada, lo había tenido todo, su felicidad y así como había llegado de sorpresa e inesperado, lo había perdido.
-Una carta, y dinero...
Recordarlo, viendo parejas caminar, era recordar a Albert , quien tanto se esforzó por ella, luego, su nivel socio económico y para finalizar... su persona, un apellido, pero sin familia.
- ¿Candy? Que bueno que llegas, te dejaron un paquete lo deje en tu puerta.
- Gracias, señora Laura.
- Anda, que lo acabo de poner.
Subía y un sobre grueso estaba en su puerta. Lo tomaba e ingresaba a su departamento curiosa por lo que había recibido, al abrirlo, se sorprendió, su ingreso para viajar fuera del país como enfermera de guerra, había sido aceptada. Tenía quince días para terminar cualquier pendiente.
Unos días más tarde, en una despejada mañana, Candy caminaba por la ciudad de Lakewood haciendo algunos encargos para el hogar de Pony. Mientras avanzaba por entre las calles recordó que, un poco más de un año atrás, por ese mismo lugar conoció a Mary Jane, directora de la escuela de enfermeras. Sonrió al recapitular todo el esfuerzo que hizo para obtener su título. Parecía que había pasado ya mucho tiempo y se sintió un poco vieja a sus dieciocho años.
A la mañana siguiente, se despertó al escuchar el ruido proveniente de su estómago avisándole que era hora de desayunar. Se puso en pie, lavó su rostro y optó por usar un vestido blanco con encajes rojos y una diadema del mismo tono escarlata con el cabello suelto, luego fue hacia la cocina donde la señorita Pony y la hermana María servían el desayuno a los niños.
- Lo siento me quedé dormida. Déjenme ayudarles -se ofreció solícita mientras tomaba un plato y comenzaba a servir también el desayuno a los niños que faltaban.
- Candy - dijo la religiosa - anoche llegaste muy tarde de tu paseo, tan tarde que no te sentí llegar. Creo que no debes estar tanto tiempo fuera y sola. Podría ser peligroso.
- Tiene razón hermana María, señorita Pony perdónenme. Anoche tenía demasiadas cosas que pensar. De hecho he decidido regresar a mi antiguo trabajo en el hospital en Chicago – anunció sonriente, porque jamás les diría que en realidad, la guerra la esperaba.
"Solo he venido a despedirme" - pensó.
- Candy – habló la señorita Pony - sabes que nosotras te apoyamos en todas tus decisiones., pero estarás sola allá ¿no te sentirás triste con tus recuerdos y en una ciudad tan grande?
- No, señorita Pony, mi trabajo de enfermera es demandante y estaré ocupada casi todo el día. No se preocupen por mí – añadió - estaré bien. Además, tengo que afrontar mi vida sola y buscar mi camino.
-Iré a despedirme de Archie y Annie y regresaré a Chicago.
- ¿Cuándo piensas irte?
- Mañana mismo – contestó segura la enferemera – Hoy iré a despedirme.
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Reencuentro en el vértice
FanficAlistair quien se había vuelto piloto de combate, muere en la guerra. O eso es lo que parece... No amaba a Candy ni se le ocurría que pudiera amarla. Aquello era casi como el bridge, un juego donde te vas sin decir nada en vez de manejar las cartas...