15. Porqué.

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Rayos del fino sol...cortinas que se mueven al viento...

Iba abriendo los ojos poco a poco, sentía algo rodear mi cintura.
Las yemas de mis dedos notaban lo suave que era la sabana que me tapaba hasta algo más arriba de mi pecho.

Cuando pude ser consciente, me acordé de anoche. En aquel momento, mi vista fue a parar al chico que tenía al lado.

Jean y yo terminamos acostándonos anoche.

Este mismo se veía tan dulce...
Su cabeza casi daba a parar a mí hombro, y su brazo derecho curveaba toda mi cintura.
Su agarre era débil, y esto hizo que pudiera girar mi cuerpo para quedar frente a él.
Retiré un par de mechones que tapaban su rostro, y me quedé embobada por lo tranquilo que podía observarse.
No me resistí a darle suaves caricias a su cabellera. La palma de mi mano iba bajando, dándole forma a su perfil. Dejé un beso seco en su frente y me quedé a centímetros de él.

-No sabía que me ibas a dar tan buenos días...- masculló el castaño.

Jean se incorporó hasta quedar a mí altura. En ese instante fue cuando sus ojos se abrieron lo suficiente para yo poder apreciar el brillo que tenía en ellos.

Acercó su nariz a la mía para dar suaves caricias en esta.
Era tan tierno verlo por las mañanas...comparado a cualquier momento del día.

Él siempre era quien me invitada a cada sitio. Era precavido con cualquier cosa que me pasase. E incluso, en más de una ocasión, me ayudaba con los trabajos de mí universidad.

Hoy en día me pregunto como es que no pude tener a este chico de esta forma; verlo tan cerca me provoca quererle aún más.

Si lo hubiera sabido, incluso me hubiese lanzado antes; aún así, por muy cabezota que sea, es imposible.

-Que tranquilo pareces...- Recité con mi mirar en sus suaves labios.

Jean marcó en su cara una sonrisa algo pícara. El chico se levantó con pesadez hasta quedarse sentado.
Me daba la espalda; aquella que estaba desnudez, pero era lo suficiente para quedarme mirándole por largo plazo.

Sus hombros marcados...se hacían más prominentes a medida que estiraba sus brazos.
Sus omoplatos eran presentes cuando se sonaba la nuca.

Jean me miró de reojo desde su posición.

-¿Ronda dos?- Sonrió.

Muy tranquilo...pero aquí viene el Jean que ya conozco.

-¿No que parecías están somnoliento?

-Mmmm...- Bostezó.- Pensé que tus buenos días tenían otras intenciones.

-Mis intenciones fueron despertarte.

-¿Y...? ¿Algo más?- Marcó una sonrisa con ternura.

Me giré para quedar bocabajo y con el rostro plasmado en la almohada.

El castaño acariciaba mi espalda; también desnuda. Daba círculos con su dedo índice por esta, mientras que con su mano restante la tenía apoyada en el colchón.
Solo basto para tornar algo el rostro y ver cual obra de arte parecía. El sol le favorecía en todo su perfil, y con esa pose podría decir que la ronda dos no parecía mala idea.

-¿Con qué con esas tenemos? Me miras atontada y luego no quieres...- Cayó contra el colchón cruzandose de brazos.

Así era Jean, sí, tierno pero de vez en cuando como un niño pequeño.

Apoyé mis antebrazos en la cama para elevarme.
Mi posición y mis ojos daban a Jean, que si nos pondríamos en su posición...estaría segura que me vería todo el torso desnudo; ninguna prenda estaba colocada en nosotros.

 𝐖𝐢𝐬𝐡𝐞𝐬 | 𝐋𝐞𝐯𝐢 𝐀𝐜𝐤𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora