26. You're so special.

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Lo único que recuerdo de anoche fue quedarme dormida con mi cabeza apoyada en su pecho.

Desperté con algo de pesadez.
Mis párpados se abrían poco a poco.
La luz de la mañana entraba tímidamente por la ventana y capaz a eso pude verle.

Todo de él descansaba en completo silencio

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Todo de él descansaba en completo silencio.
Los rayos acariciaban su blanca tez y su cabello se veía más sedoso de lo normal.

Mi cabeza de la suya solo aguardaba a poco centímetros, y las ganas de llevar mi mano sobre su perfil eran muchas.
De hecho, los minutos pasarían y seguía adorando lo indefenso que se veía en ese momento.

Mi mano en un fino y lento movimiento de acercó a todo su rostro. Acariciaba su perfil derecho y agradecía por tener un momento como este.
Pues ver al hombre por el que cada día esperaba verle y más de esta manera...a lo mejor sería un pequeño regalo.

Escuche llegar una notificación a mi teléfono y me giré por completo hasta llegar a la mesilla donde estaba.

Cuatro llamadas perdidas de Jean y varios mensajes de Connie y Sasha.

Ellos no sabían nada, hasta puede que me fuera sin avisarles y tal vez...
Aunque ver las cuatro llamadas perdidas de Jean hizo que de un momento a otro ese sentimiento de culpabilidad volviese de nuevo.

Su brazo pasó por mi cintura haciendo que soltara el móvil dejándolo sobre la mesilla.
Me pegó a su cuerpo y apoyo su mejilla sobre mi hombro descubierto.

-Es pronto todavía...- Lo dijo en un susurro por la voz grave que tenía en ese momento.

Un sentimiento de acogida me invadió todo le cuerpo.
Su calor y amor apartaba cualquier pensamiento en mí, cualquier preocupación que me atrapaba.
Su pulgar daba leves caricias a mí abdomen.
Dejó un leve beso sobre mi hombro y volvió a acurrucarse en él.

Su tacto en mi piel me ayuda a saber qué hacer cuando todo lo que hay en mí es una controversia.
Apégame a ti más fuerte.

Todo de él me calma, sentir su respiración en mi cuello y su cabello como descansa cerca del mío.
Todo de él es esperar la primavera con ansias y que te reciba con grandes flores en invierno.
Todo de él se sirve con caricias y palabras cálidas que me arropan en cada momento.

Pareciese que todo de él fuera todo aquello que sin buscarlo, acabe encontrandolo. Y que aún por sorpresa, no quiero que se vaya nunca.

Creo que soy tan compleja que hay a veces, que me deje llevar por un desconocido, el cual ahora mismo me acaricia, besa, y abraza como algo preciado.
Y que al más conocido que tuve, a pesar de todo el cariño que me ofreció, creo que preferí dejarme llevar a aquel que no conocía de nada.

Mi vida se torció por completo, y ahora quiero que siga así, en un giro de 360°

Coloqué mi mano sobre la suya, mi pulgar acariciaba su palma y el respondía con sonidos roncos.
Deje llevarme por el momento y mis párpados cayeron como las hojas en otoño.

Volví a despertarme sabiendo que era algo más tarde.
Torné mi cuerpo al ver que el de Levi no estaba y me incorporé.
La sábana me tapaba todo el cuerpo y mis dedos restregaban mis ojos con el fin de poder despertarme del todo.
Estaba sola en la cama pero si escuchaba algunos pasos en otra habitación.

Tome la ropa interior que se encontraba sobre un sillón, y me coloqué la camiseta que llevé la noche anterior.
Mis calcetines eran los únicos que calzaba mis pies, aquellos que me llevaron con gran curiosidad hasta el marco de la puerta.

Ciertamente no sé donde se encontraría el azabache.
No sabía ni a que habitación debía entrar de todas.
Mis pasos sin ningún rumbo comenzaron a ir por todo el pasillo. Afinaba mi vista en cada habitación y rincón por el que pasaba. Hasta que por fin atiné.

A largos pasos y silenciosos me acerqué para asomar la cabeza con el menor movimiento posible.
Su cocina era enorme, le veía la espalda descubierta sin ninguna prenda, el cuál solo ocupaba un pantalón.
Mis ojos pasaban de arriba a abajo por su figura, cocinaba algo simple y su atención se que iba totalmente enfocada a lo que estuviera cocinando.

Mi sonrisa se iluminó al pensar que podría asustarte, tal vez...podría sorprenderle.

Me colé dentro de la habitación regulando cualquier movimiento que hiciese.
Con pasos muy pequeños procuraba hacer el menor ruido, además de que esperaría que no se girase y mi pequeña broma no saliera como esperaba.
Intentaba no reírme y tapar mi boca con mi mano.
A pocos centímetros del pelinegro, mis manos con un impulso rápido fueron llevadas a sus hombros, esperaba alguna respuesta por su parte.
Nada.

Es imposible asustar a este hombre.

Mi disgusto hasta se vio perfectamente reflejado en mi cara. Me crucé de brazos al menos jurando que podría haberme alegrado la mañana.
Ladeó algo su cabeza y me miró de reojo, alguna sonrisa se que sé escapó de él junto a una risa. Eso mismo me provocó que no pudiera no abrazarle rodeando su abdomen con mis brazos.
Apoyé mi perfil sobre su espalda y pude aprovecharme a sentir todo su torso con mis manos.

—Pensaba llevarte el desayuno a la cama...—Decía.

Es que verdaderamente pareces un ángel.

-No te esperaba verte, aún siendo algo temprano.- El olor a tortillas inundaba por toda la sala a medida que mis ojos se abrían de par en par a la maravillosa mañana que él provocaba en mí.- Eres algo dormilona.

Eres jodidamente especial.

Apagó los fogones y dejó la sarten a un lado. Se giro para quedar en frente de mí, agarrando sus manos con las mías.
Nuestros ojos se miraban con atención.

—Recuerdo que fuiste tú el que me dijo que quedarme un poquito más.— Ladeé mi cabeza con una sonrisa pícara.

Desearía ser igual de especial que tú

—¿No miraste la hora? A penas ni eran las siete de la mañana.— Acercó su rostro al mío imitando mi sonrisa.

—¿Hoy te levantaste algo gracioso no?— Achiné mis ojos, pegando más nuestros rostros con el pico de nuestras narices rozándose.

—Algo...— Río por lo bajo bajando su mirada. Volvió a levantar su vista y deposito un corto y fino beso sobre mi mejilla.

Pero yo solo soy alguien más, seguro.

Me quedé estática, su movimiento, sus labios, el momento, la fuerza del enlace de nuestras manos...todo aquello pareciera conmemorar aquello.

Tal dulce como una rosa en primavera, y eso que seguimos en invierno.

Si pudiese decirte lo mucho que me encantas.

—Y ahora...— Volvía a incorporarse juntando nuestras frentes.— ¿Me permites que te sirva el desayuno?—Sonreía, y eso hacía ruborizarme.

—¿Al igual que como me sirves el café? Creo que acepto...

Cualquier cosa que te haga feliz,
déjame estar ahí.

 𝐖𝐢𝐬𝐡𝐞𝐬 | 𝐋𝐞𝐯𝐢 𝐀𝐜𝐤𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora