31. Algo nuevo.

995 132 20
                                    

Tal vez Levi no dejaba de darle vueltas respecto a cierta mujer.
Y tal vez, se sentía más confundido que nunca.

E incluso, ella noto sus sentimientos hacia el pelinegro, pero nunca apareció un "Te quiero".

Aunque de todas formas, los días continuaban...

—¿Estarás libre este sábado?— Preguntaba Sasha.— ¡Venga! Hace semanas que no salimos y ya es hora, ¿cierto o no?

—Quién sabe...a penas estamos a martes, ¿no te parece algo temprano?— Apoyaba mi codo sobre la mesa, dejando mi cabeza en la palma de mi mano.

—¿Temprano? Deberías ir planificando.— Sasha, al contrario, se encontraba sentada frente a la mesa en la que yo estaba.— No crees...— Cruzaba sus brazos encima de la mesa.— ¿Qué podríamos ir al local de la otra vez?— Parecía ilusionarse con sus propias ideas.— Ya sabes...conocer gente nueva... —Cerraba los ojos con entusiasmo mientras pensaba.— ¡O que mejor! O que mejor...¿y si le invitas? Tal vez...te prometo que no me entrometeré entre vosotros dos, ¡enserio!

—¿De quién hablas Sasha?

Y con duda, preguntaba a la par que esperábamos para poder comenzar con la siguiente clase.

—¿De quién voy a hablar si no?— Se acercaba a mí oído.— De aquel que su nombre fue la excusa de "lo siento, tenía una mancha en la camiseta y tarde hasta quitarla"...¿me equivoco?— De un momento a otro noté como los latidos de mi corazón incrementaron hasta que mis mejillas cogieron ese color tan notorio.

—¡Sasha! Creo que no es momento de sacar ese tema de...—Tapaba mi rostro por la vergüenza.

—¿Cómo que no? ¡Te tardaste más de una hora!

—Pero además, como es que tú sabes...— Me interrumpió a la par que seguía teniendo mi mano cubriendo medio rostro.

—Ya te deduje muchas cosas, esa no era excepción, ¡y ni disimulásteis! Ni quisiera cuando te chocaste sin querer al ir al servicio...

No me imaginaba mi rostro en estos momentos, tal como, dejé que mi cabeza se apoyase sobre la mesa.

—Entonces, ¿porqué no pruebas a invitarle?— Mi expresión de sorpresa llegó de vuelta.

—Cómo si pensásemos igual...—Miraba a algún punto fijo mientras mi cabeza ladeaba.

—Bueno, supongo que no será la primera, ni segunda, ni mucho menos tercera que sales a algún lugar con él, ¿verdad?

Y tanto, pero la mayoría de veces fue él.
Él fue quien me ofreció salir...

—Excepto...— Tomé la palabra.— Una vez le llevé a mi casa...—Tapaba más mi rostro.—...sin querer.

—¡Cómo que sin querer! Ni que fuera pecado.

—¿Y qué crees que debería hacer?

Porque ese sentimiento de querer tenerlo todo ahora, es imposible.

—No sé...tú le conoces más que nadie, ¿no es así?

 𝐖𝐢𝐬𝐡𝐞𝐬 | 𝐋𝐞𝐯𝐢 𝐀𝐜𝐤𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora