35. Confianza.

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"Parece como que me preocupo mucho, oh no.
Siento que me preocupo mucho, cuando nadie está en casa por mí."

Desperté totalmente desorientada; no sabía que hora era.
Por pereza fue que me costó salir de la cama, ni siquiera quería pensar en la noche anterior.
Caminaba hasta la cocina para poder pillar cualquier cosa para desayunar, ya no sé si verdaderamente sería el desayuno o la comida por las horas que marcaría el reloj: No tenía preocupación por eso.
Creo que ni siquiera pensaba con claridad, ni me molesté en mirarme al espejo, o si lo que pillé para comer me apetecía o no.

Nunca me gustaron los domingos y menos este. ¿Cómo puedo sentirme tan mal y a penas y a penas reaccionar ante ello? E incluso tendría que poner en orden todo lo que pasó ayer, de la A a la Z, pero sobre todo empezaría por la L. 

No paré a revisar mi telefóno, sí me faltaba algún proyecto que terminar para mañana: Lunes. ¿Ahora que se supone que debo pensar? Si Sasha me preguntará, si el ir a pedir consejos a Hange ahora tendré que pedir consuelos, que deberé ver a mi madre, salir a alguna parte como siempre hice. El dolor de cabeza es repentino cuando pienso en los días pasados, en las semanas... ¿ Entonces todo tenía algo más de sentido cuándo entraba a la cafetería a verle? O debo ser yo, creo fielmente, que nunca me consideré dependiente. 

El teléfono está sonado, lo sé, no me preocupa. 

Intento pensar en algo que me distraiga por un momento, por días. Solo consigo mantener la taza en la mano y la vista perdida en algún lugar. Desde ese momento todo fueron mensajes y ninguna llamada, ni escuché su voz ni pude cerciorarme de ella, y sobre todo ni siquiera pude verle. 

Camino para coger la llamada de una vez por todas mientras mi mente buscaba alguna solución más objetiva ante lo de ayer. El teléfono dejó de sonar para cuando entré, fue un número que no conocía y no tenía interés en llamar de vuelta. 

Lancé el móvil sobre la colcha de la cama para después sentarme en ella, ojalá tenerle de frente y haberle dicho un simple '¿porqué?' y nada más. De alguna forma quería poder encontrármelo, daba igual las veces que debía buscarle por cualquier parte, solo quería tener esa meta. Parecía que mis ojos se entreabieron cuando pensé en poder ir a verle, pero ya fue el plan de otras veces, y ni siquiera iba en concreto a un punto, ¿cómo se supone que iba a hacer eso? Si ni siquiera tiene tiempo de ver los mensajes, llamarme después de días por al menos cinco minutos, o poder decirme que no iba a poder ir al lugar que acordé para poder verle después de mucho tiempo. Suena paranóico, pero esperé y aguanté. De vernos seguido y de repente —no sé cuándo— fue que dejé de frecuenciar la cafetería por las tardes, de que él no me invitara por mensaje a que fuera allí y que tal vez luego saldríamos a dar un paseo. 

¿Alguna vez te dije que estaba agradecida de tenerte para esos momentos? 

(...)

Ando a pasos pesados de camino a la Universidad, la de veces que habré pasado por el mismo sitio y lo habré dicho. Y cómo siempre, allí en la puerta se encuentra la castaña y Connie. Sasha me saluda a la par que me acerco, no sé que cara poner o qué pensar sobre todo lo que la mente ocupa en estos instantes. 

¿Levi ha sido así desde el principio?

¿Él estuvo conmigo de esta forma todos estos meses?

—¡Aquí estamos ______! 

Creo que pienso eso.

Pero tal vez no es cierto, así siempre ha sido él.

—Ya Sasha, ya nos ha visto.

 𝐖𝐢𝐬𝐡𝐞𝐬 | 𝐋𝐞𝐯𝐢 𝐀𝐜𝐤𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora