Austin en multimedia.
Salgo del vestuario con la bolsa en la mano y Matt me la coge.
- Gracias... Pero no hace falta que...- No me deja acabar.
- No me des las gracias y si que hace falta. Te han dado una buena paliza ahí arriba, necesitas atención, podrías desmayarte en cualquier momento.
- Está Isaac, él me puede llevar, no quiero ser una molestia Matt. - La situación me incomoda bastante pero a la vez estoy muy sorprendida por su actitud.
- No eres ninguna molestia Judith. - Abre la puerta que da la calle. Su cara inexpresiva ha vuelto. - Por cierto, ¿Isaac es tu novio?
- No. - Me empiezo a reír. - Es un amigo al que conozco des de hace muchos años. Además, ¿qué novio dejaría que su novia se fuese con un desconocido?
- ¿Sólo un amigo? - Niega con la cabeza mientras se acerca a un BMW negro. - Le gustas. ¿Ha habido algo entre vosotros?
- Estás haciendo muchas preguntas. - Se acerca a mi y abre la puerta del copiloto haciendo una señal para que entre. Una vez los dos sentados, me mira.
- Desde que nos peleamos, me he planteado conocerte mejor y así te podre juzgar conociéndote.
- Eres un capullo.
- Lo sé. - Se pone unas gafas de sol y me hace una pícara sonrisa . Pongo los ojos en blanco y pone el coche en marcha.
- ¿Es tuyo?
- Pues tú que crees.
- Ya estás siendo otra vez borde, ha durado muy poco.
- Lo siento lo siento. ¿Me vas a contestar o no?
- No. - Me mira sorprendido.
- ¿No?
- No. - Se ríe.
- ¿Y puedo saber el por qué?
- Porque no te has portado bien conmigo en ningún momento y encima estoy en tu coche cuándo realmente no te conozco y no sé a dónde me llevas.
- Te he ayudado cuándo estabas inconsciente y estoy esperando a que me digas dónde vives y según tu, el otro día me dijiste que me conocías, que sabías cómo era. Te voy a dar la oportunidad de que averigües si soy como dijiste que era.
- ¿La oportunidad? - Suelto una carcajada. - Gira a la izquierda anda.
- Podemos darnos una oportunidad los dos, quiero saber más de ti.
- Te va a costar que acepte tu propuesta y es en esa calle todo recto.
- Ya decía yo que venías de una familia con pasta. Dime, ¿qué puedo hacer para que aceptes?
- ¿Vas a ser siempre así? Sueltas cada comentario que no se ni por dónde cogerlo. Es esa casa de la derecha. Tú sabrás que tienes que hacer, ¿o te lo tengo que decir yo?
- Suelo ser muy sincero y soltar lo primero que me viene a la cabeza . - Detiene el coche y mira mi casa. - Padres ricos, eso es sinónimo de niña consentida. - Me mira sonriendo y arqueo una ceja. - Ya se me ocurrirá algo.
- Que te den. - Bajo del coche y empiezo a andar hacia la entrada.
- ¡Almenos da las gracias culo bonito! - Chilla desde el coche, levanto el dedo corazón sin girarme y entro en casa.
Soledad. Cuanto adoro la soledad en mi casa. Subo a mi habitación y entro en el baño. ¡JODER! Mi cara... Tengo un ojo hinchado y amoratado y un chichón en la sien que tiene pinta de que ha aparecido para quedarse un tiempo largo. Y Matt me ha visto así, soy patética y él un cabron. Enciendo el grifo de la bañera y me empiezo a desvestir. Me meto en la calida y relajante agua y me olvido de todo un buen rato.
Cuándo ya son las diez, bajo al salón y me siento en el sofá. Llevo una sudadera que me llega hasta la mitad de los muslos, he pedido una pizza, no creo que tarde en llegar. De repente, alguien toca el timbre. Abro la puerta y para mi sorpresa no es el repartidor.
- Hola nena, ¿Cómo estás?
- Isaac, hola, bien bien. ¿Qué haces aquí?
- Quería ver que todo estaba bien, el capullo ese se te ha llevado y quería hacerlo yo. Estaba preocupado.
- Yo también prefería que me llevarás tú y estoy bien, algo dolorida pero bien.
- ¿Enserio? - Asiento. - ¿Y por qué te has ido con él?
- No quería discutir con nadie, no sé, solo quería llegar a casa.
- Bueno, me alegro de que estés bien nena, me voy ya, que he quedado. - Me abraza.
- Gracias por pasarte a verme, de verdad. - Le beso la mejilla y me sonríe.
- Nos vemos, y ponte hielo en la sien que se te está hinchando mucho. - Cierro la puerta y me apoyo contra ella. Sí Isaac no fuera como un hermano, podría estar con él, lo conozco a la perfección, pero no funcionaría, lo quiero pero como a un hermano. El timbre vuelve a sonar y eso me hace dar un salto del susto. Abro deseando qué sea el repartidor, no puede ser...
- Hola.
- ¿Qué coño haces tú aquí Austin? - El estómago está empezando ha hacer cosas raras, es cómo si tuviera algo dentro, ¿mariposas? Ah no, que susto, sólo es asco.
- Me he enterado de que hoy te has peleado y quería ver cómo estabas. - Lo miro con sarcasmo.
- La verdad Austin, dime la verdad, porque ya he oído bastantes mentiras salir por esa asquerosa boca qué tienes.
- Te recuerdo que tu matabas por esta asquerosa boca. - Creo que no he mirado tan mal a nadie en mi vida. - Está bien. Me he apostado con unos colegas, los de ese coche, si tendría huevos o no para venir aquí y conseguir que me besarás, sinceramente ya sabía antes de llamar a la puerta qué la perdería, pero quería verte. - Me empiezo a reír, dios no puedo parar. Él también se empieza a reír y entonces paro en seco.
- Eres un gilipollas. No has cambiado, lo siento mucho enserio, pero vete a la mierda, tú y tus "colegas", adiós Austin.
- Pero... - Y antes de que termine le cierro la puerta en las narices. ¿Qué más me puede pasar? ¿Cómo se habrá enterado? Supongo que Isaac se lo habrá contado a Kylie o Jasson pero Kylie no traga a Austin y que yo sepa Jasson y él no se hablan desde hace tiempo. El timbre vuelve a sonar. Abro la puerta sin mirar hacia fuera.
- ¡QUÉ TE LARGUES JODER! - Levanto los ojos y veo que es el repartidor. - Uy lo siento mucho creía que eras otra persona, toma. - Le doy veinte dólares. - Quédate el cambio. - Me sonríe y cierro la puerta.
Son las once y media, y ya estoy en la cama, el móvil suena. Tengo un mensaje de un número que no conozco.
"¿Estás bien culo bonito?"
Vale, es Matt.
"Sí capullo, estoy bien."
"Me alegro, buenas noches consentida."
"Gilipollas."
Dejo el teléfono en la mesilla de noche y me pongo a dormir. Creo que ha sido uno de los días más intenso de mi vida.
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I WANT MORE (TERMINADA)
Teen Fiction- No puedes estar enamorada de mí. - Su voz ha dejado de ser firme, su labio inferior ha empezado a temblar. - Uno no elige de quién se enamora. - Trago saliva. - Porque créeme, qué si pudiera elegir de quién enamorarme, tú serías el último al que...