Capítulo 8

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Kenzo en multimedia.

- ¿Se puede saber que te pasa conmigo? ¿Que te he hecho yo para que te comportes así? - Me mira con rabia.

- Aparta.

- No.

- ¡QUE TE APARTES JODER!

- ¡NO! No me moveré de aquí hasta que no me digas que te pasa. - Acerca su cara a la mía, sólo diez centímetros nos separan. No perdemos el contacto visual en ningún momento, las piernas me están empezando a temblar.

- Se cómo eres. Una cría consentida por sus padres, ingenua y estúpida. Seguramente te hiciste esos tatuajes como acto de rebeldía. Lo tienes todo y seguramente, te piensas que todo gira entorno a ti. Te importan una mierda los sentimientos de los demás, solo quieres llamar la atención y me apuesto lo que sea que harías hasta la más cruel de las putadas a cualquiera sólo para conseguir lo que quieres. - Sus palabras me hieren, la ira empieza a apoderarse de mi. Estoy intentando contenerme para no partirle la cara. Intento calmarme, pero no puedo, exploto.

- ¿Y tú? Te crees que todas las tías quieren estar contigo y te tiras a todas las que quieres, te quedarás sólo, porque a ninguna tía le gustan los mujeriegos, bueno sí, a las que sólo les importa echar un polvo. Eres un chulo prepotente qué sólo se preocupa por su cuerpo y estar guapo, seguramente vives con tus padres y no trabajas, te debes pasar los días de fiesta en fiesta, en la cama o en el gimnasio, eres un gilipollas y ya te dije ayer, que no me conoces ni lo más mínimo, y que juzgar por juzgar lo podemos hacer todos, así que ni se te ocurra hablar sin saber. Me pones enferma. - Sus ojos han perdido el poco brillo que tenían, ¿le estaré haciendo daño? - ¿Y sabes qué? Por mi puedes seguir comportándote como un completo idiota porque paso de los tíos como tú, sólo traéis problemas, así que adelante, sigue odiándome, me harás un puto favor. - Y dicho eso, giro sobre mis talones, cojo la bolsa y salgo del gimnasio dando un portazo. Me subo a la moto y la rabia aún sigue recorriendo todo mi cuerpo. No quiero ir a casa, todavía no, así que enciendo la moto y empiezo a recorrer la ciudad lo más rápido que puedo.

Llego a casa sobre las dos y media, estoy completamente agotada, solo quiero subir a mi habitación y olvidarme de todo, de mis padres, de mi hermano y del gilipollas de Matt. Me tumbo en la cama y todo lo que me ha dicho me viene a la mente. En parte tiene razón, yo antes era así, pero maduré, me di cuenta de lo idiota que era, así que cambié. No tenía ningún derecho a decidirme todo eso, realmente me había dolido y no entiendo el por qué. Poco a poco me quedo dormida con lágrimas en los ojos.

Los días fueron pasando rápidamente y apenas había visto a Matt en el gimnasio, por una parte me alegraba no haberlo visto, por otra que no entendía, algo dentro de mi anhelaba verlo. Fui con Amy a comer más de un día y me conto un poco sobre su vida, es una luchadora en todos los aspectos, realmente ha tenido una vida muy dura. Lara se marchó ayer a España, espero que todo le vaya bien, nos prometió mandarnos fotos y llamarnos mínimo una vez por semana, la echaré de menos. Mañana es el gran día, mañana me darán la paliza de mi vida. Alex me ha estado entrenando durante estos días, dice que estoy preparada, pero no opino lo mismo. Lo único que quiero hacer es meterme debajo de la cama y esconderme, pero eso seria de cobardes y cobarde es el último adjetivo con el que se me podría describir.

 Me levanto de la cama y bajo a desayunar, y cómo siempre, no hay nadie. Mi padre se largó a vete a saber dónde el domingo y no volverá hasta dentro de bastantes días. Me preparo un café y me estiro en el largo sofá blanco del salón. El transcurso del día es lento. A las cinco ya estoy en la puerta del gimnasio. Cuando entro, Martin me saluda alegremente.

- Hola bonita, ¿preparada para mañana?

- Si te soy sincera, no. Me va a matar. - Suelta una carcajada y me mira dulcemente.

- Querida, si vas con esa actitud estoy seguro de que te va a machacar, tienes que creerte la mejor y sólo así, conseguirás serlo. No te estoy diciendo que te creas más que nadie ni nada por el estilo, mi consejo solamente es que creas que puedes, si no crees en ti misma, dime, ¿quién lo hará? - Tiene razón, siempre he sido una chica segura de mí misma, pero el pánico que me provoca que Dana me de una paliza y encima delante de todos los del gimnasio, me aterra.

- Tienes razón Martin. - Le dedico una dulce sonrisa de agradecimiento y él me la devuelve.

- De nada, y ahora, mueve ese culo tonificado que tienes y ves a prepararte para mañana. - Me río y entro al interior. Amy se acerca corriendo y me abraza.

- Creo que estoy más nerviosa yo que tú.

- Te aseguro, qué eso es imposible. - Las dos nos reímos.

- Todo irá bien no te preocupes. ¿Vamos a darle un poco a los sacos?

- Vale. - Le sonrío y entro en el vestuario.

Cuándo ya son las ocho, ya estoy cambiada y duchada y me dispongo a irme, pero justo cuando voy a abrir la puerta, alguien lo hace por mí des de fuera. Es él, nuestras miradas se cruzan y nos quedamos así unos segundos, pero entonces desvío la mirada y salgo al exterior pasando por su lado. ¿Qué acaba de pasar? Ha sido como si el tiempo se detuviera, cómo si sólo estuviéramos él y yo... No, no puede ser, ya estoy delirando por los nervios de mañana. Mierda. ¿Él estará? ¿Se reirá de mí cuándo Dana me haga puré? Me estoy poniendo cada vez más nerviosa. Tengo que llegar a casa ya. Subo a la moto y miro hacia la puerta y ahí sigue, observándome, acelero todo lo que puedo para llegar lo más rápido posible.

Al llegar, veo que no esta el Mercedes de mí madre, cómo siempre, habrá salido con sus amigas las arpías. Entro en casa y subo directamente a mi habitación. No tengo hambre, sólo quiero dormir y no despertarme nunca.

I WANT MORE (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora