JUDITH
Estoy haciendo las maletas y sinceramente, tengo muchísimas ganas de irme. Kenzo se ha ido hace unos minutos, es muy guapo y muy atento, recuerdo lo que me dijo la primera vez que me habló, me preguntó por mi tatuaje y le contesté qué me lo hice para protegerme de las cosas malas, "A veces las cosas malas no son tan malas", y qué razón tenía. Lo juzgué sin conocerlo, igual que a Matt, pero a diferencia de Kenzo, Matt no me a dado los suficientes motivos cómo para cambiar de opinión respecto a el, Kenzo solo me soltado alguna vez un par de tonterías pero lo que Matt me dijo ese día me dolió. Mi móvil suena y me sobresalta, devolviéndome a la realidad. Miro la pantalla y me sorprende gratamente ver su nombre iluminado en ella.
"Culo bonito, ¿Aún está Kenzo contigo?" - Sonrío cómo una idiota ante el mensaje y no sé si contestar o ignorarlo. Me decanto por la primera opción. Lo leo unas ocho veces antes de darle a enviar.
"No, ya se ha ido. Y no me llames culo bonito." - Sé que el comentario sobre lo de llamarme culo bonito lo hará sonreír.
"¿Todo bien?"
"Si. Dentro de un rato me iré a Washington."
"¿A qué?"
"Con mi hermano, necesito descansar un par de días." - No sé porque le estoy dando detalles, una parte de mi desea que venga a despedirse. "Qué estúpida eres, no vendría nunca y lo sabes", le doy una bofetada mental a mi conciencia y un mensaje suyo provoca una pequeña sonrisa.
"Ten cuidado."
"Descuida, siempre lo tengo, un beso." - Espero a ver si me envía algo más, pero me desilusiono a los dos minutos. Dejo el móvil encima de la cama y acabo de hacer la maleta.
Bajo las escaleras y dejo la maleta en el salón. Me siento en el sofá y me dispongo a llamar a mi hermano para decirle que ahora iré para allá, pero el timbre suena. Me levanto a regañadientes y abro la puerta.
- Matt, ¿Qué haces aquí? - Su mirada es intensa, y sus ojos, reflejan una chispa de lo que parece ser culpabilidad.
- Quería saber si estabas bien y despedirme.
- Sólo me voy dos días.
- Aún así, antes no me he despedido correctamente. - Se acerca a mí y me rodea con los brazos, me quedo paralizada unos instantes pero reacciono y le devuelvo el abrazo. Es la segunda vez que me abraza y jamás me había sentido tan llena cómo cuando estoy en sus brazos. - Lo siento, por todo lo que te dije aquel día, te juzgué mal y me arrepiento. - Lo abrazo más fuerte y noto que está tenso.
- No pasa nada. Te perdono. Yo también te juzgué sin conocerte. - Poco a poco noto como sus músculos se van relajando. Apoya la barbilla sobre mi cabeza y me acaricia la espalda. Una corriente eléctrica recorre toda mi espalda y entonces me aparto lentamente de él.
- ¿Irás conduciendo hasta Washington sola?
- Si. Sólo son cuatro horas si no paro, se pasan rápido y además, me irán bien para pensar.
- De acuerdo. Dime algo cuándo llegues. - Asiento y me dedica una cálida sonrisa que jamás había visto en el. - Adiós Judith.
- Adiós Matt. - Baja las escaleras del porche y camina rápido hacia su coche. Lo veo alejarse y una parte de mi quiere que de la vuelta, pero no lo hace. Vuelvo a entrar a casa y llamo a Peter.
- Judith, ¿Cuándo sales?
- Ahora, te llamaba para avisarte de qué llegaré sobre las siete o así.
- Vale, ahora te paso la dirección, te la envío en un mensaje.
- Perfecto.
- Hasta luego, y ten cuidado. - Cuelgo y cojo la maleta. Entro al garaje y me subo a mi coche, mi móvil vibra. Peter me acaba de mandar la dirección, la escribo en el gps y arranco.
Ya llevo dos horas de camino, aún me quedan dos más. Conducir me relaja, y tener que estar cuatro horas en el coche, me da el tiempo que necesito para pensar.
No paro de pensar en Kylie, ella es cómo mi hermana, lo es todo, tiene que despertar, sí no lo hace, todo mi mundo se derrumbará. Ella es la que siempre me ha dado fuerzas para seguir y no rendirme nunca, ha estado siempre a mi lado, se quedó una semana entera conmigo en mi casa cuándo ocurrió lo de Austin. Ella es mi ancla, la que me mantiene a flote a pesar de todas las tormentas qué intentan hundirme, qué haré si ella deja de estar ahí... Una lágrima traicionera se escurre de mi ojo rodando por mi mejilla. Des de lo de Austin, me prohibí a mi misma que jamás volvería a llorar, por nada ni por nadie, pero me hice esa promesa porque tenía a mi mejor amiga al lado, ahora me siento sola, vacía, excepto cuándo estoy con Matt, él me hace sentir tan llena, llena de vida, de esperanza, y Kenzo... Kenzo ha pasado de ser el villano a ser el héroe, me siento tan bien cuándo lo tengo cerca... Es muy confuso, estoy dividida por dos chicos a los cuáles les une una misma cosa; el boxeo. Estoy echa un lío y eso me vuelve a recordar qué todo esto sería más fácil si Kylie estuviera bien. Jasson no la merece, jamás me ha gustado para ella y mucho menos después de saber qué es amigo de Austin. Maldito el día en que me enamoré de él, "¿En qué pensabas Judith? ¿De verdad creías qué un mujeriego cambiaría por ti?", odio a mí conciencia, pero tiene razón, ¿En qué demonios pensaba? Fui una estúpida. Pero no me culpo. Él era algo nuevo para mí, me cambió y en realidad, eso fue bueno. Le di mi virginidad, que eso es lo de menos, porque no me arrepiento, me arrepiento de haberle entregado mi corazón, lo rompió, lo hizo polvo y tardé mucho en recomponerlo, el problema es qué, la única manera de que volviera a estar intacto, era convirtiéndolo en hielo, un hielo tan resistente que no dejaba qué nadie entrara en él. Pero ahora que Kylie está mal, ésa coraza que me protegía de todo mal, se ha derretido. Y si algo he aprendido después de tantos golpes que me he llevado a lo largo de mis diecinueve años es qué, el amor y la vida, son como un combate de boxeo y si te subes al ring, no puedes esperar salir indemne.
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I WANT MORE (TERMINADA)
Teen Fiction- No puedes estar enamorada de mí. - Su voz ha dejado de ser firme, su labio inferior ha empezado a temblar. - Uno no elige de quién se enamora. - Trago saliva. - Porque créeme, qué si pudiera elegir de quién enamorarme, tú serías el último al que...