Capitulo 18.2

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-¡Regulus!- saltó sobre el colgándose en su espalda.

-Hola Altair- le regaló una sonrisa antes de darle dos toques en el pie. Señal para bajarse.

-¿Listo para unas navidades en casa?- le había costado ganarse su amistad pero cuando la consiguió no fue difícil pedirle que fuese con ellos cuatro a su casa en navidades.

-Supongo que sí- se encogió de hombros sin tener idea de cómo era la casa de aquel cuarteto.

-En cuanto lleguen nos iremos- Harry fue el primero en llegar luciendo ropa muggle de su talla.- Tan Percy como siempre.

Harry se rió -¿De verdad era necesario llevarlo?- Altair había obligado a los cuatro a llegar con sombreros extravagantes.

-Es completamente necesario- la pequeña White había conseguido hacer un mecanismo completo para que su sombrero funcionase como reloj de cuco aunque en lugar de estar cerrado se podía ver los engranajes y a una mini ella tomando té con una liebre vestida.

-Llegamos- la puerta se abrió dando paso a Hermione y a Ron cada uno con un sombrero personalizado con el clásico estilo de ambos y de Altair que pasó dos meses completos haciendo cada uno.

Libros volando, palabras que salpicaban a cualquier persona que ella quería y un pequeño hueco transparente de una biblioteca donde había una pequeña Hermione con el jersey especial de Molly leyendo o surfeando los libros.

Un pequeño Ron volando en una escoba apareciendo comida con un movimiento de varita también con el jersey marca Weasley.

El de Harry era uno de los que más se había divertido haciendo. Un mini Harry con la capa de invisible atrapaba la snit dorada y salía de la capa con la su serpiente de mascota rodeándole la cintura para después aparecer Hegwin y apollarse en su brazo.

El de Regulus por el contrario tenía desperdigado diferentes frascos de pociones y snit en el bordado antes de llegar a su miniatura donde estaban sus amigos de Slytherins y después llegaban los cuatro junto con los merodeadores. Altair saltaba sobre sus hombros con una gran sonrisa y Sirius chocaba puños con el hablando con una sonrisa. Cabe decir que a Regulus le encantó tanto que mandó hacer a Kreacher una estantería con todas las cosas que le regalaba alguno de los cuatros.

-¡Cueva del dragón!- gritaron los cinco antes de desaparecer por la chimenea.

El acuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora