Abro los ojos debido al estruendoso sonido que se escucha desde la planta de abajo, parece que hay un concierto de heavy metal en mi salón. Maldigo el día en el que mis padres concibieron al neandertal de mi hermano. Compruebo la hora en mi móvil, efectivamente, como me temía todavía son las diez de la mañana. Suspiro con pesadez, llevándome la almohada que reposaba bajo mi cabeza para apretarla contra mi cara y ver si me ahogo con ella.
Hace unos minutos estaba durmiendo plácidamente, hasta que el torturador de la casa decidió acribillarme con horribles sonidos desde bien temprano. ¿Es que acaso es un vampiro y no necesita dormir? Ayer llegamos a las cinco de la mañana.
De pronto mis ojos se abren, me levanto del susto y me acerco al espejo que se encuentra en una esquina de la habitación, para verificar si lo de ayer fue una pesadilla o fue la triste realidad. Tal y como me temía, al abrir la boca tengo dos huecos prominentes en las paletas, más bien, ausencias. Por lo que recuerdo, en el hospital no pudieron hacerme nada, tan solo perder el tiempo. Casi me da un infarto al ver mi reflejo, un pinchazo de dolor arremete contra mi boca para recordarme que no solo fue vergonzoso, sino que doloroso a partes iguales.
Vuelvo a tumbarme en la cama, decaída y obviamente adolorida por lo obvio. Tomo mi teléfono para distraerme con las redes sociales, pero ese objetivo no llega a ser cumplido, ya que me decanto por abrir la decena de mensajes que tengo, todos de Marta.
"Juls, he pasado la mejor noche de mi vida :)))))" 3:01
"Me muero por contártela" 3:01
"Julieta?" 3:30
"¿Dónde estás? Desapareciste de la discoteca" 3:35
"Me estás preocupando" 4:11
"Por favor contesta" 4:53
"Cuando llegues a casa, llámame" 5:55
"Julieta" 5:56
No solo estos mensajes, sino que tengo más de quince llamadas perdidas suyas.
Frunzo el ceño al pensar en lo irresponsable que fue anoche, dejarme en ese estado mientras se iba a liar con el chico ese. Quizás ayer no era capaz de verlo con claridad, debido al mareo del alcohol y el dolor, pero esta mañana estoy muy molesta con ella. Decido contestarle, para no preocuparla.
"Estoy bien, llamé a Adri para que me viniera a buscar" 10:02
Dejo el móvil en la cama, me levanto con pesadez en la cabeza, no solo me duele la boca sino que también la resaca es buena. Salgo de mi habitación y me dirijo hacia la cocina para tomarme un ibuprofeno. Este dolor me está matando.
De camino me encuentro con mi hermano y su amigo en el salón, con su música a todo volumen tomándose unas cervezas de buena mañana. Gruño y pongo mala cara cuando me ven, ambos me sonríen risueños y sacuden sus manos a modo de burla. Sigo mi camino por el estrecho pasillo y me adentro en la cocina, poco tardo en pegar un grito del susto al ver a los dos payasos de turno mirándome fijamente.
—Buenos días a ti también, ranita— canturrea mi hermano mientras revuelve todos los cajones de la cocina en busca de algo.
—¿Se puede saber por qué ponéis esta música del diablo desde tan pronto?—critico con una mueca desaprobatoria.
—Sabemos lo que te encanta—se mofa el rubio asqueroso.
—Es tu premio por lo de ayer—replica Adri mientras se lleva un trozo de queso a la boca.
—No es mi culpa haberme roto los dientes—me quejo enseñándole claramente el hueco que hay entre estos.
Ambos se echan a reír como idiotas. Yo solo sigo con lo mío, que es coger una pastilla y volver a la cama.
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Hiraeth
Novela JuvenilJulieta Rojas era una adolescente normal y corriente, hasta que de pronto todo su mundo se puso patas arriba. Desde ese maldito día ya no volvió a ser la misma, en realidad ya nunca lo sería. Su entorno cambió, al igual que ella. Todo lo hizo. Llegó...