Capítulo 33

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—Rojas, ¿me acompañas a ver una película? —asoma su cabeza por el marco de la puerta, lo observo cómo alza una ceja y sucesivamente la otra, viéndose muy ridículo. Sonrío ante la escena.

—Tengo cosas más importantes que hacer—declino su propuesta volviendo a la pantalla del ordenador.

—¿Qué estás haciendo que sea más importante que pasar tiempo conmigo? —presume apareciendo al completo justo bajo el marco de madera.

Pongo los ojos en blanco ante el egocentrismo que rezuma por todo su cuerpo, me limito a ignorarlo y continúo mi ardua búsqueda de grados universitarios en las distintas universidades del país.

—¿En serio? —vuelve a alzar una ceja, con tono burlesco justo detrás de mí.

Chasqueo la lengua.

—Tengo que encontrar una carrera para septiembre—le explico y me llevo la mano a la frente, cansada de las horas que llevo frente al ordenador.

Una mano aparece frente a mi vista, y esta tiene la audacia de cerrar la tapa de mi portátil y arrebatarlo de la mesa. Me giro molesta, con el ceño fruncido mientras Hugo sostiene el dispositivo sobre su cabeza, impidiendo que lo alcance. Tiene una mueca divertida dibujada en el rostro, que por un momento me hace olvidar lo que estaba haciendo.

—Llevas horas encerrada, venga vamos a salir a tomar el aire—declara finalmente, lanzando el ordenador sobre mi cama, casi provocándome un ataque al corazón.

De pronto, sus dedos rodean mi muñeca, el toque es eléctrico, y las mariposas lo saben. No puedo evitar comparar a lo que siento con Elio, esto es diferente, más intenso. Me arrastra por el pasillo a paso ligero, bajamos las escaleras, unidos por su fuerte agarre y salimos hacia la entrada. Nos dirigimos hacia su coche, aparcado justo frente al portal, incluso me abre la puerta y me obliga a sentarme para después cerrar la puerta y montar en el asiento de conductor. Me echa un vistazo, se ríe sin motivos y arranca el vehículo.

Me siento con el derecho de buscar mi emisora favorita en su radio, me lo debe por haberme secuestrado. Al fin la encuentro, y escucho sutilmente el comienzo de "Dinamita", de La Bien Querida. Subo el volumen para dejar que el sonido de unos violines inunde el interior del coche, su voz se hace hueco entre la melodía. Abro la ventana, liberando mis dedos y permitiendo que estos dancen al son del viento, escuchando de fondo el estribillo. Oigo un ligero tarareo por parte del conductor, al cual veo de reojo con una sonrisa satisfecha y los ojos puestos en la carretera, sin percatarse de mi mirada curiosa. Su tarareo se detiene, y al volver a comenzar el estribillo pronuncia palabra por palabra a la perfección.

"Y es que siento como si toda mi vida

Me hubiera estado conduciendo, a este preciso momento

Y es que siento como si toda mi vida

Me hubiera estado conduciendo, a este preciso momento

Y estoy constantemente

A punto de intentar besarte

Estoy constantemente

A punto de intentarlo"

Un sentimiento inunda mi pecho ante las últimas palabras, que suenan como un susurro en sus labios. Un ligero color carmín sube hasta mis mejillas, y debo apartar la mirada de él para que no me vea. Vuelvo a dejar que la libertad toque mi piel, que resbale por mis dedos y se cuele por mis poros, el oxígeno entra en mis pulmones como si fuese vida. Me permito cerrar los ojos y deleitarme con la vuelta del tarareo del conductor entremezclado con la voz de la cantante, la música me eriza el vello y disfruto este momento en silencio.

HiraethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora