Capítulo 12

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Llevo toda la mañana intentando buscar trabajo a través de páginas web, anuncios e incluso he recurrido al periódico. Por ahora tengo un par de opciones en las cuales no tengo experiencia: la primera es de secretaria en una consulta médica privada y la otra de dependienta en una floristería. Ya he llamado y esta tarde tengo las entrevistas, quizás ni siquiera las acepte ahora que no preciso dinero realmente.

Estos días he estado evitando a Hugo a toda costa, me molesta que me diga esa basura de que mi hermano ha vuelto a las drogas, que se meta en su vida. Además, también llevo una temporada un tanto cansada debido a que no duermo y mi cabeza no se detiene ni un segundo, incluso las chicas me han estado llamando, al final les he contestado que no me apetecía hablar estos días. Respecto a Marta, no he sabido nada de ella, ni siquiera se ha vuelto a pasar por casa para visitar a su novio, él tampoco está mucho por aquí. No sé qué debe pasar, pero no me importa.

Llaman a la puerta y a continuación se asoma por el umbral una cabellera rizada, se encuentra algo serio, me incorporo.

—Tengo que hablar contigo—su voz suena rara, es débil y parece bastante derrotado, me preocupo.

¿Me contará lo suyo con el rubio?, pienso.

No creo que el día que me lo cuente tenga esa mirada, aparto ese estúpido pensamiento y por unos segundos se cruza por mi mente lo que hablé con Hugo hace unos días.

No puede ser.

—Dime—contesto sonando más preocupada de lo que me gustaría.

Mi hermano suspira, se sienta en el borde de la cama y comienza a juguetear con el dobladillo de la camiseta, lo miro fijamente intentando ser capaz de leer su mente, mil pensamientos cruzan mi cabeza.

—Voy a vender la casa.

Cinco palabras, sonidos que retumban en mi alma. Estoy segura de que me he quedado sin expresión facial, mi vista está fija en un punto concreto de la cama, con la cabeza que no para de dar vueltas y vueltas. No logro emitir ningún sonido, es como si me hubieran arrebatado la voz, estoy muda.

Ante mi silencio, mi hermano comienza a soltar una verborrea.

—No vivimos allí, además, a ambos nos trae malos recuerdos de papá y mamá—comienza y sigo sin saber cómo hablar—Podemos invertir el dinero en otra casa más adelante, o en la universidad. Además, Isabel y Antonio ya han hablado con una inmobiliaria para comenzar el proceso—sigue parloteando como si no doliera, como si no se sintiera que te estuvieran apretando tan fuerte el corazón que toda la sangre estuviera saliendo por cada orificio de mi cuerpo—Quería comentártelo antes de que te enterases por otra vía—su mirada se posa sobre mí, muestra inseguridad, tristeza y pena. Sobre todo la pena. Estoy acostumbrada a ella.

De pronto un fuego interno se inicia desde lo más profundo de las entrañas, en cuestión de segundos calienta todo, mi sangre sirve de combustible, como si de gasolina se tratara. Es un incendio que no se va a apagar como si nada, algo que no puedo controlar, está fuera de mi alcance. Es como si de magia se tratase, vuelvo a sentir la capacidad de hablar. Inspiro preparándome para la tormenta que se va a venir.

—¿Qué coño me estás diciendo, Adrián? —muerdo mi labio inferior más fuerte de lo que quería, tengo los puños apretados y el fuego sigue ardiendo en mis adentros. Sueno brusca, tosca, violenta.

La confusión se ve claramente reflejada en la mirada de Adrián.

—Te lo he explicado—sus cejas se fruncen, piensa que no he entendido su punto de vista.

—No estoy sorda—siseo con un tono afilado—¿Cómo te atreves a tirar por la borda todos los recuerdos que tiene esa casa? —pregunto sin obtener respuesta. Solo retira su mirada de la mía provocando que me enfade aún más—¿Sabes lo que han trabajado papá y mamá para construir esa casa? —vuelvo a cuestionar alzando la voz—Ahí está toda nuestra vida, Adrián. ¡Toda nuestra jodida vida! —finalmente acabo chillando sin ser capaz de controlarme, sigue callado, sin enfrentarme la mirada— ¡Contéstame! —ordeno apretando los puños todavía más.

HiraethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora