Abro los ojos y parpadeo intentando adaptar mi vista a la luz que se cuela entre las cortinas, giro la cabeza hacia el maldito teléfono que no deja de sonar en mi mesita. Lo agarro maldiciendo a la persona que interrumpe mi sueño, pero aún así descuelgo.
—¿Diga? —noto la boca pastosa y mi voz sale más ronca de lo normal.
—Buenos días Juls—responde Rita con su voz cantarina al otro lado de la línea—¿Estabas durmiendo?
—Rita, son las siete y media de la mañana y mi voz suena a camionero, ¿tú qué crees?
Ella suelta una risita.
—Perdón, solo era para avisarte que mañana es el cumpleaños de Oli, y vamos a salir esta noche de fiesta. No aceptamos un no por respuesta.
—Está bien—acepto porque no pienso discutir eso.
—Te recogemos a las once—advierte antes de que cuelgue, acepto aún medio dormida y vuelvo a mi plácido sueño.
Hace unos días que no voy a trabajar, ya que la floristería está prácticamente destrozada. He estado todo este tiempo evitando las llamadas de mi compañero de trabajo, no me apetece enzarzarme en una pelea sin sentido. Así que mis días consisten en pintar y ayudar a Isabel con su pequeño jardín, de vez en cuando viene Julián a comer, ya nos conocemos un poco mejor y la verdad es que es un hombre de lo más agradable.
El clima en el que nos movemos apesta a alcohol, y todo tipo de drogas. Agarro fuertemente a Rita de la mano mientras nos arrastramos entre la multitud de personas que nos rodean, las luces me aturden parpadeando sin cesar y el calor humano provoca que comience a sudar nada más empezar. Vamos guiadas por Olivia, directas a la barra, tal y como acordamos desde un principio. Tras un largo rato luchando contra cuerpos sudorosos, y empujones, llegamos a nuestro destino. Bendigo el momento en el que la barra se encuentra totalmente desierta, nada más que un par de camareros charlando entre ellos, el resto de personas se encuentra moviéndose al ritmo de la música que sigue retumbando en mis oídos.
—¿Qué queréis? — consigo entender a Olivia sobre el bullicio que hay a mi alrededor.
—Chupitos— demando animadamente
Mis amigas asienten igual de emocionadas que yo, la pelinegra es la que le pide una docena de pequeñas bebidas al barman, el cual nos los sirve con mucho gusto para finalmente guiñarme el ojo coquetamente.
Cojo el primer shot, lo llevo a los labios y no me permito ni respirar, lo trago sin pensar, sintiendo como el líquido arde en mi garganta. Sacudo la cabeza y pongo una mueca desagradable, pero aun así me dispongo a tomar unos cuantos más.
Un rato más tarde, mis amigas y yo nos encontramos en la masa de personas, moviendo nuestros cuerpos al son de la música. En estos momentos me dejo llevar, es como si mi alma se desprendiera de todo el sufrimiento acarreado, de todas las complicaciones que me rodean, de todo, para dejarme a mí. Tan cruda, tan clara, tan yo. Bailando junto a mis amigas, riéndome tontamente y dejándome ser.
—¡Os quiero muchooo! —chilla arrastrando las palabras una de mis amigas, ahora mismo no estoy segura de cual, entre el ruido y el alcohol estoy un poco aturdida.
Aprovechamos para hacer un abrazo grupal, aunque dura poco porque tenemos demasiado calor.
—Voy a fumar—indico a voces
—Te esperamos en el baño—informa Olivia tomando la mano de Rita y desapareciendo entre el tumulto.
Salgo afuera, con toda mi piel desprendiendo sudor, y la cara ardiendo por efectos del alcohol y del baile intenso que hemos llevado a cabo. Saco el móvil para comprobar la hora y controlar que no esperen por mí más de lo necesario, me sorprendo al ver lo rápido que ha pasado el tiempo con ellas, ya son las tres de la mañana.

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Hiraeth
Novela JuvenilJulieta Rojas era una adolescente normal y corriente, hasta que de pronto todo su mundo se puso patas arriba. Desde ese maldito día ya no volvió a ser la misma, en realidad ya nunca lo sería. Su entorno cambió, al igual que ella. Todo lo hizo. Llegó...