Capítulo 24

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Frunzo el ceño sin entender muy bien lo que está intentando decirme, hasta que finalmente caigo. Su exnovio ha ido a verla.

—¿Cómo? ¿Dónde? Tenía una orden de alejamiento, no puede estar a menos de doscientos metros de ti—digo en voz alta, a modo de recordatorio.

—Estaba en casa sola, llamó al timbre y abrí pensando que sería mi madre—intenta explicarse, aunque su voz sale temblorosa—Intentó entrar, pero conseguí echarlo. Sigue ahí, aparcado fuera de mi casa—por un momento su voz se escucha lejana, supongo que se aparta de la línea para cerciorarse de que el individuo sigue ahí.

—Maldito psicópata. —mascullo entre dientes. —Llama a la policía, voy a tu casa ahora—informo seriamente.

—No vengas, por favor—me suplica nerviosa—No quiero que sepa quién eres, no vengas —insiste, pero es una decisión irrevocable. Mi amiga me necesita y allí estaré.

—No pienso dejarte sola—rechisto sin dar lugar a más quejas por su parte. Ella suspira rendida al otro lado de la línea, después vuelve a tomar aire para hablar.

—No llames a Olivia, por favor, ella seguramente se metería en un lío—me pide, con lo que concuerdo. Soy plenamente consciente de lo que podría pasar entre Olivia y el maldito engendro de su ex, en resumen, nada bueno.

Al colgar siento la mirada inquisitiva del chico que está acostado en la cama con los ojos entornados hacia mí, confuso, y sé que con las siguientes palabras lo estará todavía más.

—Ven conmigo a un sitio—mis palabras suenan como una orden más que una petición.

Aunque me planteo la posibilidad de que se niegue, él no lo hace, tan solo sonríe y se pone en pie de un salto, con una pose predispuesta.

—¿Otra misión de las nuestras? —habla con sorna recordando aquel día en el que tuvimos que rescatar a Olivia.

—Mismo psicópata, diferente amiga—resumo encogiéndome de hombros, intentando sonar sosegada, aunque en realidad esté muerta de miedo por dentro. Como única respuesta obtengo una mala cara, y un silencio sepulcral.

Ambos salimos a toda prisa de la casa, decidimos por el camino que como yo estoy demasiado agitada para conducir, Hugo tomará el volante. En realidad, sí que es un poco como la vez pasada, solo espero que todo esto también se quede en una simple anécdota. Con una mirada fugaz le suplico que acelere, solo con eso me entiende y hace lo que silenciosamente le ordeno. Me mantengo chateando por el móvil con mi amiga pelirroja, con el único objetivo de que se tranquilice y sepa que estamos en camino. Aunque el trayecto se me hace eterno, por mi reloj compruebo que hemos tardado menos de lo que deberíamos. Por lo visto el moreno no se ha cortado ni un pelo en pisar el acelerador, excepto en los semáforos en rojo.

Esta vez, espero a que aparque justo detrás de un coche negro antes de salir del vehículo. No hay ni rastro de la policía, maldigo entre dientes. Llego al portal con la sensación de que me observan, justo en la nuca. Me estremezco de miedo cuando veo por el rabillo del ojo a un hombre desde el coche negro, con un rostro glacial y la vista fija en mí. Evito girarme para enfrentarlo, no pienso darle el gusto de que sepa que me aterroriza.

De pronto, un brazo me rodea la espalda, por un momento me creo que ha sido el psicópata del coche, pero el aroma inconfundible de Hugo me embriaga una vez más, y mis músculos se relajan. Siento su agarre firme e incluso podría decir que cada vez es más fuerte. Cuando giro la cabeza para enfrentarme a sus ojos canela, no los encuentro sobre mí sino que están fijos en el coche negro. Procuro no prolongar esto mucho más, así que timbro esperando ansiosa la respuesta de mi amiga, incluso le mando un mensaje para asegurarle de que somos nosotros. Ella sale corriendo a abrirnos y cierra el portal tras nuestros cuerpos, evitando girarse hacia la carretera. Los tres nos adentramos en la casa en silencio. Una vez dentro, envuelvo a mi amiga en un abrazo y ella no tarda en deshacerse completamente. Llora sin consuelo, tiembla y grita, sus uñas se clavan en mis antebrazos, no me quejo, solo la dejo desahogarse.

HiraethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora